HERNÁN GÓMEZ
Obradorista y crítico de la 4T
- PERIODISTA
- Patricio Cortés
- Fotografía: Cortesía de Hernán Gómez
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Hoy charlamos con Hernán Gómez Bruera, periodista que se reconoce abiertamente como obradorista, conduce el programa El Octágono en La Octava y La Visita Incómoda en El Canal del Congreso; es también, articulista en El Universal. Habiéndose desempeñado como analista político, es autor de varios libros como Traición en Palacio. El negocio de la justicia en la 4T, donde exhibe la presunta corrupción de Julio Scherer Jr., por ello y otras críticas, muchos adeptos al actual gobierno lo ven como un periodista incómodo.
Si bien su trabajo como articulista no es reciente, data del 2018 que se integró de tiempo completo en su actual oficio: “Yo siempre quise ser periodista, la verdad, siempre quise dedicarme a eso, siempre fue mi vocación el periodismo. Por eso, cuando hubo una oportunidad de dedicarme a eso de tiempo completo y de vivir de eso, pues tomé esa decisión. Por la coyuntura de la 4T, pues había un momento muy interesante en México y cuando yo empecé había pocos periodistas que simpatizaran con la 4T, encontré ahí una misión interesante de colocarme como un periodista que, abiertamente, pudiera expresar su simpatía política, sin necesidad de ocultarla”.
Expone su filiación ideológica: “Soy latinoamericanista, siempre me dediqué a eso, me considero una persona de izquierda, durante mucho tiempo viví en países de América Latina, Sudamérica, donde había gobiernos de izquierda. Escribí una tesis de doctorado que derivó en un libro que se llama Lula, el PT y el dilema de la gobernabilidad en Brasil, donde reconstruí la historia del partido de los trabajadores en Brasil y cómo se convirtieron en una opción de gobierno. Entonces, a mí me parecía que a la 4T y el movimiento obradorista, aunque no fuera la izquierda de mis sueños o el tipo izquierda quizá más me gustara, pues de cualquier forma me parecía que era una oportunidad de qué en México gobernar a la izquierda y, en ese sentido, pues me pareció importante apoyarla”.
Al reconocer que la 4T no es el tipo de izquierda que más le gusta, la pregunta obvia es ¿cuál es sería la izquierda de tus sueños, o qué le falta a MORENA para ser la izquierda de tus sueños?, relajado, responde: “A mí me gustaba mucho, me gustan mucho las izquierdas que emanan de movimientos organizados de trabajadores y no de políticos. O sea, al final, la 4T es una izquierda, que, aunque se llame Movimiento, en realidad es una expresión política que se organizó en torno a una figura, a López Obrador. Yo te diría que el PT en Brasil, por ejemplo, que es el caso que más conozco, es un es una izquierda que surgió de la organización sindical autónoma. Entonces, es una lógica muy diferente, desde su formación misma”.
Sus críticas, en ocasiones, reciben una sobrerreacción, reconoce: “Hay una hipersensibilidad a la crítica dentro de la izquierda, por ejemplo, acabo de entrevistar a Noroña hace unos minutos y de broma, le dije «pensé que ya no me ibas a dar una entrevista…. porque con eso de que ya soy un traidor al Movimiento», y me responde de broma «traidor… no, pero, nomás eres un buena ondita», digo «pues sí, pero ustedes prefieren a un Alazraki, a un Loret o a una Beatriz Pages que a alguien de esa izquierda que llaman buena ondita» y me contesta, «pues sí, la verdad sí, porque con ellos sabemos a qué atenernos». Es un poco eso. O sea, este Movimiento ha terminado por caricaturizar las posturas políticas, le interesa debatir y tener del otro lado a alguien que es que de derecha; o sea, con quien puedan discrepar en todo y no hacer una discusión más matizada y no aceptar que, dentro de la propia izquierda, puede haber visiones diferentes. Entonces, a ellos no les interesa dialogar con la propia izquierda o con obradoristas que tengan posturas críticas. Yo me sigo considerando un obradorista, pero crítico, lo que sí veo a veces con tristeza es que el Movimiento como que no quiere eso, no está preparado para eso”.
Ante esa frase de «izquierda buena ondita», tan utilizada, acota: “Yo no me considero una «izquierda buena ondita», porque una izquierda buena ondita es aquel que cree que ser de izquierda, únicamente es defender la diversidad sexual, el feminismo, los derechos humanos y no la redistribución de la riqueza y no el papel del Estado en la economía, etcétera, etcétera. No me considero una izquierda buena ondita. La verdad, sí se me hace triste que se use como un descalificativo de esa manera, pero yo la verdad pues no me siento aludido con eso”.
“Me parece triste que, entre las propias izquierdas, haya gente que se considere pura y como la verdadera izquierda, que piense que los que no comparten todas sus posiciones tienen que ser descalificados con ese tipo de adjetivos estigmatizantes, y en vez de generar unidad dentro de la izquierda, lo que hacen es generar sectarismo, sobre todo. Te voy a decir algo, mucha gente que a mí me descalifica de izquierda buena ondita, dentro del Movimiento, ni siquiera eran tan de izquierda hace 4 o 5 años, ahorita se inmolan, algunos de ellos, no me refiero a Noroña, él sí ha sido un hombre de izquierda, pero gente en redes sociales me dice, de repente, de ‘izquierda buena ondita’, pues yo me río, porque yo sé que esa gente, algunos de ellos, estaban con Peña y yo sé dónde he estado desde hace mucho tiempo. A mí no me preocupa que me digan ese tipo de cosas, algunos se han subido hoy porque la 4T es hegemónica y conviene ser 4T, es una buena manera de escalar posiciones de poder. Entonces, desde el púlpito de una supuesta superioridad moral te vienen a pontificar que ellos son la verdadera izquierda y mientras tú eres una izquierda buena ondita, es bastante ridículo, o sea no creo que tengan la autoridad para como para hablar desde ese lugar”, complementa.
En el mismo tenor comentamos que hay periodistas que eran muy críticos y ahora aplauden todo lo que se hace desde el gobierno: “Es chistoso, cuando yo empecé escribiendo notas en El Universal a favor de López Obrador, había muy pocos que hicieran eso, éramos muy pocos. Hoy parece que hay muchos más incentivos para hacerlo y de repente empiezas a ver que aparecen obradoristas que ni existían, pero que lograron una proyección mediática, gracias a su defensa del obradorismo o que lograron, digamos, ciertas posiciones en ciertos espacios o medios públicos o privados y, entonces, pues sí acaban como focas aplaudidoras sin ninguna capacidad crítica”.
“Creo que el problema no es que un movimiento tenga periodistas afines. Yo siempre defendí que los periodistas hicieran transparente su postura política, eso no lo veo como un problema. El problema es que cuando defiendes todo sistemáticamente, pierdes credibilidad como periodista, porque una cosa es simpatizar con un proyecto, de modo general, y otra cosa es no verle ningún defecto y justificar todas las acciones de los políticos, porque las acciones de los políticos sean izquierda, de derecha o de centro, siempre van a tener cosas que criticarles. Asumir esa postura de que la 4T es el reino de la virtud es vender una idea ficticia, eso es hacer ficción, no es hacer periodismo”.
Sobre las reacciones a su libro Traición en Palacio. El negocio de la justicia en la 4T, comenta: “En momento que salió el libro, no hubo una reacción tan negativa. Más bien, hubo silencio, le hicieron el vacío sorprendentemente. Por ejemplo, dime si no es un poco hasta sospechoso que se escribe un libro sobre quién fue la mano derecha del presidente durante la primera mitad de su mandato y los periodistas que le preguntan 27 veces a la presidenta hoy, por ejemplo, ¿Cómo se siente señora presidenta de tener una aprobación del 80%?, a ninguno se le haya ocurrido preguntarle, ‘señor presidente, ¿cómo se siente usted de que se haya publicado este libro que cuenta esto?, ¿es verdad o es mentira?’ Nunca a un periodista se le ocurrió preguntárselo, eso me sorprende un poco. No siento que haya habido un linchamiento en mi contra por eso. Es más, yo te diría que, dentro del Movimiento, a mucha gente le gustó que esa historia se diera a conocer y que se hablara de un personaje que mucha gente padeció”.
La estigmatización de «buena ondita», ¿cambió con Sheinbaum?, es la siguiente pregunta que responde: “Se ha acentuado, porque hoy el Movimiento es demasiado hegemónico y en esas condiciones, para mí hay más cosas que me interesa criticar y hay mayor intolerancia a la crítica. Hay un poco de soberbia de ‘tenemos la mayoría y entonces no escuchamos ninguna visión distinta, no escuchamos a ninguna postura disidente’. A mí una de las cosas que más me preocupa es como se está acentuando la intolerancia y el sectarismo al interior de la propia 4T”.
Respecto al hecho de que las voces parecen estar divididas entre «todo está mal» y «todo está bien», opina: “Cuanto todo está tan polarizado, sólo hay blanco y negro, sólo hay de dos sopas, no hay matices, no hay discusiones y te obligan a situarte claramente en un lado o en el otro, sin hacer como una disquisición, un poquito más sofisticada de las cosas”.
“La dinámica de las redes sociales, creo que también lleva mucho a eso, a esa dicotomía permanente, a esa división constante y a que no haya mucho diálogo, al linchamiento de qué piense diferente y los periodistas, de alguna forma, hemos ido entrándoles a lógica. Creo que yo mismo he contribuido a esa polarización. Tenemos que analizarlo en ese sentido, porque muchos hemos sido parte de eso; porque termina sucediendo que cuando tratas de hacer un análisis más ponderado, nadie te voltea ver; si no tienes una postura radical, si no estás gritando, si no eres estridente, es como que pasas muy desapercibido y entonces los periodistas que quieren dar la nota que entran en esa lógica de polarización permanente”, reconoce.
Nuestro entrevistado también escribió, El empresario inconsciente, por lo que cuestionamos ¿qué tanto, ha cambiado la relación entre empresarios con la 4T?, explica: “Yo creo que hay una realidad en el plano de la retórica y otra en el… Mira, yo creo que sí cambiaron los términos; pero, en gran medida, López Obrador supo establecer la autoridad del Estado de una manera mucho más clara que antes. Me parece que quedó muy claro, logró encuadrar al empresariado, no tenerlo sistemáticamente en contra y lo hizo primero con un mensaje de autoridad, muy importante que fue la cancelación del proyecto del aeropuerto de Texcoco; luego lo hizo respetando concesiones; o sea, no les tocó su riqueza, pero de alguna forma lo supo lo supo encuadrar, los supo domesticar, yo diría y lo hizo bien. Podrían haber militado en contra de su proyecto activamente, como ha pasado en otros países, donde gobierna a la izquierda y no ocurrió. López Obrador, en ese sentido, fue muy hábil”.