Revista Personae

ETNIAS DE NUESTRO MÉXICO QUERIDO

Tlazocamati, “tú sabes están en el fuego del amor”

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Etnias de nuestro México querido

 

En 1995 La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 9 de agosto como el día internacional de las poblaciones indígenas. En la realidad esto parece una broma ya que aún existe una terrible discriminación hacia las culturas indígenas a pesar de su gran riqueza en cuanto a tradiciones, valores, conocimiento herbolario, artesanía, costumbres e idiomas. Existen en México 69 lenguas nacionales vivas, 68 indígenas y el español, sin embargo, quienes nacimos en México sabemos muy pocas palabras, raíces y conceptos de estas lenguas, las cuales ocultan una gran riqueza sobre todo una adoración a la naturaleza, la cosmogonía y las artes ocultas para sanar y contactar con las fuerzas de la naturaleza. Incluso dentro de estas lenguas existe un idioma secreto expresado a través del arte como son las crónicas del papel amate, las figuras de arcilla con historias plasmadas, juguetes con significados prehispánicos, instrumentos musicales, además de objetos de fe para rituales de nacimiento y funerarios.

 

Etnias de nuestro México querido

 

Las etnias en México

En este mundo desaforado, veloz y trepidante donde la realidad ha rebasado la ficción aún existen culturas como pequeñas células solares que conservan alma, como una profunda veneración por sus lenguas nativas que son palabras concepto. En su mundo maravilloso cada palabra y termino invocan el universo, por ejemplo, en náhuatl, el colibrí (huizilin) representaba un ave sagrada y también a Huitzilopochtli quien llevaba un colibrí en su tocado prendido de una flor que simbolizaba el corazón. Colibrí en su lengua significa “espina de turquesa”. En maya se saludaban «In lakëch hala ken», “yo soy tú, tú eres yo”, signo de respeto; también tenían otra variación como “tú eres mi pariente y soy tu pariente”, este es un saludo de cortesía, respeto y veneración hacia el otro. Si nos ubicamos en el psicoanálisis moderno es como espejearte en el otro, pero en vez de reflejar debilidades y defectos, se exaltaban las virtudes, o se esforzaban por hacerlo.

Los mazahuas del estado de México tienen una gran riqueza y en su lengua, existe una melodía suave que semeja a los carrizos acariciados por el viento. Hoy la mayoría vive invadida por la mancha urbana y las nuevas generaciones tienen vergüenza de su lengua materna, olvidando que sus ancestros, y la mayoría de quienes no están familiarizados con su riqueza cultural sencillamente les llaman “Marías”. Pero al adentrarnos en sus lenguas percibimos que ellos hablan en poesía, en su cotidiano es como darles espíritu a los elementos de la tierra, el espíritu de los chiles, de los plátanos, del café, agradecían al dios de la colmena por darles la miel y al dios del árbol su fruta y sombra. Veneraban al pajarito de monte y al señor de la estrella incluso había términos para mencionar a los espíritus malos como el señor del relámpago, el de la noche, la sirena mala, el nahual, el presidente del infierno. Cada terminología tiene un gran peso porque nombran los elementos de la naturaleza, incluso dialogaban con ellos. Antes del cultivo dialogaban con el señor de las semillas y acariciaban la tierra danzando para la buena cosecha. Además, si registramos los atuendos de aquellas “Marías” nos damos cuenta, que si deseáramos vestirnos como ellas necesitaríamos un mínimo de veinte mil pesos para poder gozar de su vestimenta.

El pueblo wixárika con etnias de Nayarit, Jalisco, Zacatecas y Durango, nos dice la etnóloga Marina Anguiano, quien ha estudiado a los huicholes desde sus raíces, señala que acorde a la mitología huichol, el grupo se originó en el mar, en la costa nayarita de San Blas y se extendió en un peregrinaje ritual hasta el centro de su religiosidad llamado Wirikúta, tierra donde crece el peyote, por cuya ingestión el wixárika (huichol) se comunica con sus “ancestros deificados”. Los Huicholes nacidos del mar tienen la creencia que al final de su peregrinaje, mediante un alucinógeno vuelven a encontrarse con sus antepasados y poco a poco se vuelven deidades: la vida es efímera y la muerte sagrada.

 

Etnias de nuestro México querido

 

Así también hay dos polos en la realidad: las profundidades del mar y los parientes ultramundanos. Nuestras culturas tienen orígenes remotos en la mitología, esto también lo podemos apreciar en las pinturas de amate –reverencia donde se conjuntan diferentes valores estéticos que son crónicas de sus fiestas, rituales, celebraciones, corridas de toros, ángeles y chaneques, todos reunidos en un tiempo y espacio–. Estos símbolos recorren desde el Rio Balsas, hasta con los otomíes de San Pablito en Puebla donde manejan diferentes temáticas como ceremonias agrícolas, curaciones y brujería.

En la península de las californias existían los pericúes, los cochimies y los guaycuras, quienes prácticamente están extintos, sin embargo, aún existe resquicios de los hombres de la pitaya y las Calafias del desierto. También tenemos a los lacandones con sus vestimentas, piedras y bordados sin comparación. En el Istmo de Tehuantepec, los bordados y las joyas de oro que usan en las Velas inmortalizados por Frida Kahlo, tienen fundamentos en las raíces de sus tierras y ciclos naturales.

Hoy parece ser que el objetivo es mutilar las lenguas, desparecer la poesía, la cosmovisión y los ritos, mitos y leyendas, lenguas amputadas, incluso el español, la educación está cada vez más deteriorada, y hoy, además de perder lenguaje por reducir las palabras que usamos diariamente, perdemos la capacidad de expresar con exactitud los sentimientos y pensamientos y algo peor, estamos perdiendo el respeto y la veneración hacia la comunicación con el otro, con nosotros mismos y con la naturaleza.

POLÍTICA

Núm. 293 – Abril 2024