JUAN TRUJILLO Y SUS MADONNAS
- ARTE
- junio 2023
- Rosaura Cervantes
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«Mi pintura soy yo, el que abre otro universo, el que juega en un continuo flujo de causas y efectos. Mi pintura es mi propio mundo interior, es mi gozo y agonía, es mi vida y es mi muerte, es mi propia inmortalidad, es mi espiritualidad plasmada en tela o papel. Nada es más importante en este orden que la efímera, accidental, precipitada y maravillosa casualidad, mis manos la eslabonan, mis manos como dos extensiones materiales de un espíritu que vive revelándose siempre, como dos pájaros en vertiginoso desliz.
Acércate a mí… a mi obra».
El maestro Juan Trujillo nos comparte aquellos momentos en que la pintura lo llamó: “En Chapultepec había un lugar donde se impartían talleres dominicales de pintura y dibujo para niños, donde asistí cada domingo durante casi 3 años. Tendría 11 años. En ese momento estudié artes plásticas y tenía realmente muy buenos maestros de pintura, dibujo y platicábamos acerca de la técnica. Ahí conocí la tinta china, el acrílico, óleo: pinté de todo”.
A finales de los 80 entró a trabajar en la Universidad Autónoma de Sinaloa, “Ahí conocí muchísimos Artistas. Estaba trabajando en la Dirección de actividades artísticas y teníamos una galería de arte”. En esta etapa señala que empezó más en forma tanto con las técnicas como con los formatos. “Ya en los 90 hice mi primera exposición individual de pintura en la galería universitaria, en la Galería Frida Kahlo de la misma universidad”.
Si bien ya había participado en varias exposiciones colectivas: “Fue en esta primera individual donde me di cuenta que a la gente le gustaba lo que yo hacía. Creo que de aquella exposición debo conservar todavía una o dos piezas de 35-40. ¡Todo se vendió! Fue un inicio en cierta manera interesante, no por lo económico, sino en el hecho de que me motivé, porque cabe señalar que todo era original, no había nada copiado. Todo era nuevo, único e irrepetible, eran imágenes expresionistas, no abstractas”.
Sorbe un poco de té doble menta y continuamos con la conversación: “Desde entonces abordé el cuerpo humano como tema, con sus formas y volúmenes que sugirieran impresiones… Eran cuestiones en las que el espectador se podía comunicar con la pieza o recibir la información de la pieza que sugería «soy esto», la obra habla por ella misma”.
“Hoy mi obra del abstracto, del expresionismo han ido al realismo y al figurativo crudo directo como en estas últimas tintas. Ahora estoy trabajando en cientos y cientos de líneas que se tejen entre sí. Si te acercas con una lupa a cualquiera de esas tintas que son en gran formato (50x70cm), es muchísimo trabajo para generar las formas, los volúmenes y el claroscuro: las fotografías no hacen ninguna justicia a tener la pintura en frente y penetrar en ella”.
“Cada línea va unida a otra y a otra, una más fuerte y una más gruesa, otra más delgada y una más débil, que deja entrar la luz entre cada una de ellas que por consiguiente genera el volumen…”.
Menciona que él no traza nada previamente: “Cuando inicio no tengo la imagen, voy tirando la tinta, no hay una idea preconcebida ni tampoco hay un apunte general para lo que va a ocurrir. Sin embargo, el hecho de haber trazado más de dos mil cuerpos me lleva a obtener el resultado que quiero… Mi cuerpo entero, mis brazos, mis dedos, el pincel como extensión de mi mano logran ese objetivo, porque hay una educación hacia ello, del trabajo en serie y en serio. Para presentar una de estas tintas, yo ya hice 500 tintas. Entonces, es el trabajo y es la constancia lo que te otorga el beneficio de lograr un resultado. No es casualidad y no es fortuito y esto se traduce en la comunicación de la mi obra con el espectador”.
Señala que ahora está con las tintas porque ya hizo más de 300 acrílicos, y anterior a eso, tal vez 250, 300 ó 400 estudios de acrílico y óleo de aves, paisajes, y antes abstractos… “Aunque en 2015 hice también en tinta china cientos de dibujos de cuerpos expresivos, expresionistas, más hacia los procesos gestuales de expresionismo, no son realistas como estas últimas 200 en formato grande”.
Su estudio está organizado de un lado las madonas aladas -varias esculturas que bien podrían convertirse en reconocimientos para alguna fundación-, seguidas por las pinturas y las tintas en otra. Los pinceles en sus botes y “Morgan”, su hermoso gato disfrutando del espacio.
Comparte que en estos últimos tres meses de estar haciendo tintas, ya hizo algunos abstractos en tela y madera en acrílico: “Es decir, trabajo mucho y trabajo constante, trabajo todos los días, y soy compulsivo totalmente, o sea, estoy enfermo de una compulsión por lo que amo profundamente”.
Reflexiona y añade: “Yo creo que ya no estoy en una evolución, sino más bien, estoy al final de mi vida… Pintar es como respirar. Pintar es como el bombeo del corazón. Ya hice todo, ya pasé por todo, simplemente para mis esculturas, tengo la cera, hago los cubos de cera, hago las formas de cera y después las uno. Cada escultura mía es una cera perdida, es única y hago talla en directo. Cuando me puse a hacer esculturas, hice alrededor de 200 ceras: ahora tengo 40 esculturas en bronce disponibles y 130 esculturas terminadas en cera, las cuales están almacenadas”.
En tu obra siempre hay una constante y esta es la del cuerpo humano. Fuera de los pinceles y de la cera, ¿Cómo lo concibes?
“Para mí es un mecanismo muy complejo de mente, de espíritu, de millones de células y en cada una está escrito quién eres, cómo eres en tus genes… El cuerpo humano es la tarjeta de presentación, es la forma en la que estamos en este universo con el cual nos comunicamos entre nosotros mismos y con todo lo que nos rodea. El cuerpo humano es el principal el motivo de mi actividad pictórica, y el único cuerpo humano que me gusta pintar, es el de la mujer… La mujer es maravillosa, su forma, su carencia, su volumen, ¡Es todo! Es la cuna de la civilización, es la cuna de nuestra especie, sin la mujer, se acaba la humanidad: Es mi homenaje a la mujer”.
Cuando llegamos al tema sobre la elección de nombres, es enfático: “La mujer es lo que más me apasiona. Entonces para no poner ‘Mujer sentada’, ‘Mujer reclinada’, ‘Mujer parada’, ‘Mujer tejiendo’, para mí todas son Madonnas (Del Diccionario de la Real Academia Española es un término italiano medieval para una mujer de la nobleza o destacada por alguna razón). Mis Madonnas tienen una impronta propia. Tienen un estilo. Un latido propio. Simplemente cuando alguien conoce mi obra y encuentra una de mis madonnas ya sea en Japón, en Italia, en otras partes del mundo pueden decir con certeza: ¡Es un Trujillo!”
Hablas de tener tu propio estilo, ¿en qué momento descubres que tienes ya el tuyo? Fue poco a poco, muy probablemente en el 2000 en adelante.
También hablamos de crisis, de cómo el arte no tiene el desplazamiento de años anteriores.- “Lo que sí te puedo decir, es que cada obra es el fruto de mi trabajo, por cada pieza que hago busco la trascendencia en cada una de ellas, busco que sean al menos a mi nivel o en mi capacidad de hacerlas, que cada una de ellas tenga excelencia y dignidad para decir que es Una Obra De Arte, porque cada pieza comunica, tienen sensibilidad porque expreso mi interior y es una manifestación de la realidad que mi espíritu visualiza…”.
“Si bien exalto la figura femenina, también hay paisajes, hay figuras abstractas que evocan o que pueden evocar muchas otras cosas, por ejemplo, mi serie de esculturas, yo les pongo «Madonnas aladas» en bronce, piezas únicas. Son victorias aladas. Iguala la celebración del éxito del ser humano sobre la adversidad, es decir, mis victorias aladas, mis Madonnas aladas tienen alas.
¿Son una metáfora? Representan ese anhelo que tenemos de elevarnos a mayores alturas y son mujeres, porque es el ser querido y lo idolatro. Voy a poner el cuerpo de una mujer que tenga senos, cadera, pubis, que tenga piernas estilizadas. Es una interpretación personal de que existimos y queremos ser mejores”, concluye.
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