CARTA PARA SANAR
- MISCELÁNEO
- abril 2024
- Karla Aparicio
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Este artículo es diferente a los demás. Podríamos llamarlo “artículo de trabajo”, en el que te exhorto a usar el poder de la palabra escrita para avanzar en dirección de la verdad, el amor y la libertad. Hoy te invito a escribir. ¡Sí, a escribir! Y no a cualquier destinatario: a TU NIÑO INTERIOR. Confía en mí, esta es una maravillosa forma de reconectar con nosotros y de sanar esas heridas que nos siguen lastimando.
Nuestro niño interior es una parte nuestra que aparece en forma de reacciones emocionales automáticas, pensamientos y conductas; es el resultado de todo lo que hemos vivido en infancia y adolescencia. Nuestro niño interior tiene una parte saludable y espontánea: juega, ríe, se divierte, encuentra soluciones creativas para problemas, ¡disfruta!
Sin embargo, también hay una parte de ella o él que es consecuencia de haber vivido momentos en la infancia de dolor emocional, abandono, violencia (activa o pasiva), negación de nuestras necesidades, falta de mirada, falta de conexión emocional… Cuando no hemos podido resolver estas pequeñas o grandes heridas que ocurrieron en nuestra infancia y que todas y todos tenemos, se genera una herida que aparecerá a lo largo de la vida, sin importar la edad cronológica.
Podemos saber si ese niño interior está ahí y aparece por cómo nos comportamos y por cómo nos sentimos. Cuando tenemos reacciones emocionales, pensamientos o comportamientos automáticos, que no sabemos de dónde vienen, de una intensidad desproporcionada a la situación que estamos viviendo, es porque la parte que está activada dentro de nosotros no es del adulto que somos hoy sino la herida de nuestro niño.
También podemos identificarlo cuando estamos actuando desde creencias, herramientas o formas de enfrentamiento infantiles que podemos reconocer en nosotros a lo largo del tiempo. Darle entidad y conectar con nuestro niño interior es un paso importante en el camino hacia la autorreflexión, la sanación emocional y el crecimiento personal. Así podemos aprender a cuidarlo y nutrirlo.
Algunas sensaciones o reacciones que te indican la presencia de tu niño interior herido pueden ser:
Inseguridad
Duda
Incapacidad de tomar decisiones
Miedo al abandono
Dependencia emocional
Agresividad (hacia mí misma o hacia otros)
Falta de autoestima
Falta de asertividad
Escribir cartas a tu niña o niño interior te permite también soltar cargas del pasado, fomentando una mayor paz interior y autoaceptación. ¡Te invito a que lo hagas, en verdad que es liberador!
En esta carta dile todo lo que sientes: incluye detalles, anécdotas, personas, fechas. Dile que te harás responsable de sanar tu alma, comprométete a trabajar para sanar las heridas que aún duelen, prométele que siempre van a caminar juntos y plenos. Sé amable, utiliza lenguaje positivo, dale las gracias, y compréndelo, sobre todo: perdónalo, pídele perdón y ¡abrázalo!
Puede servirte como ejemplo la carta que yo hice; te la comparto con todo mi cariño, para que de alguna forma te guíes y digas todo lo que tengas que decir. ¡Te deseo mucha suerte!
Querida niña interior:
¿Sabes una cosa? Tengo que decirte que hoy es un día especial, porque decidí escribirte, probablemente hace mucho no sabías de mí, pero tengo mucho que decirte.
Hasta puse un apodo que si te gusta: “mi niña”.
Sé que creciste pensando que para pertenecer tenías que ser buena y perfecta para así tener validación. Quiero que sepas que pensando en ti y en lo especial e importante que eres, hemos hecho mucho trabajo emocional y seguiremos haciéndolo. Hoy reconozco tus heridas emocionales y veo que forman parte de mi presente. Hoy vengo por ti, mi niña, al lugar donde te dejé olvidada, para hacerme cargo de ti.
Hemos hecho cosas hermosas, mi niña, porque en verdad que eres bondadosa. Somos introspectivas, amorosas y creativas. Terminaste una carrera, te casaste chiquitita y muy enamorada, tienes hijos maravillosos, tienes amigos que te aman, porque los escuchas con atención, con amor y compasión, y eres su lugar seguro para ser vulnerables y llorar, por todas esas veces que a ti no te escucharon.
Te acuerdas de que no te sentías ‘bonita’, pues ahora sabemos que eres hermosa, porque entendimos que la belleza es una actitud. Ahora aprendimos a poner límites, a alzar la voz cuando algo te incomoda, y tienes toda la libertad para ir a donde te sientes bien. Hoy sabemos que no somos perfectas, pero ya entendimos que así estamos bien. Que es normal estar triste, que no se puede llevar una sonrisa todo el tiempo y que estar de mal humor a veces, no te hace una mala persona.
Hay cosas que no cambian y los mariscos siguen siendo tu comida favorita, y tu mejor amigo es tu perro y rescatarlos te hace feliz, y escribir sigue siendo un lugar seguro para desahogarte. Por eso te escribo hoy, para contarte lo lejos que hemos llegado, te escribo para abrazarte, para decirte cuanto te amo, pero también te escribo (que es lo más importante) para pedirte perdón: por dejarte sola tanto tiempo, no sabía que estabas aquí, dentro de mí, no sabía que tú y yo éramos una sola y es que por fin me he dado cuenta todo lo que te he arrebatado, mi niña.
A partir de hoy me comprometo a darle un valor sagrado a todos nuestros momentos, a escucharte, a mimarte y valorarte. Me comprometo a cuidarte todos los días de mi vida. Somos un equipo, y juntas estamos avanzando. Voy a ayudarte a sentir de una manera adecuada. Estaré a tu lado sin censura, calmándote con palabras bonitas, escuchando con atención todo lo que te sucede y buscando las soluciones que sean protectoras para ti. Aunque me lleve tiempo, aunque a veces no sepa, encontraré la manera.
Encontraré a las personas que son buenas para ti, que te den amor y que respeten por quién eres. Buscaré las actividades y situaciones que más te gusten, que más feliz te hagan, y te preguntaré cómo estás y lo que necesitas de hoy y de ayer. Y cuando algo inevitable o triste pase, estaré con fortaleza a tu lado recordándote que esto es parte también de la vida, pero que juntas lo superaremos.
Te valoro por lo que eres. Confío en ti, y confío en que vamos a ser muy felices juntas. Hoy reconozco tus heridas emocionales y veo que forman parte de mi presente. Hoy vengo por ti, mi niña, al lugar donde te dejé olvidada para hacerme cargo de ti. Voy a quedarme aquí para siempre.
Recuerda, mi niña, que tienes permiso de:
- Ser tú misma.
- Crecer y comprometerte. Con quien elijas con respeto.
- Tener éxito. Y celebrarlo, y compartirlo con orgullo y honestidad.
- Hacer que las cosas sucedan.
- Ser importante.
- Pertenecer a tu pareja y a tu familia. O a aquellos espacios que elijas, porque puedes formar parte con legitimidad.
- Estar cerca, intimar, amar, con quien te haga bien y cuando tú lo elijas.
- Estar sana y bien.
- Pensar claro y tomar decisiones.
- Sentir y expresar sanamente tus emociones.
- Construir tu vida y vivir incondicionalmente.
A partir de hoy yo seré la mujer adulta y amorosa y tú la niña a la que necesito entregar todo el amor que llevo dentro de mí. Para que nuestras sonrisas nunca se apaguen.
Te quiero, mi niña.
“Solo aquello que aceptamos y nombramos podemos transformarlo.
Lo que negamos e intentamos empujar fuera vuelve constantemente en forma de síntomas”.
Con KA-riño
Karla Aparicio
MISCELÁNEO
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