Revista Personae

“No tengo trono, ni reina…. Pero sigo siendo el Rey”

José Alfredo Jiménez

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Hablar de José Alfredo Jiménez, es hablar de un referente en la música vernácula de nuestro país, compositor e intérprete de sus canciones, figura presente en muchas películas mexicanas, en teatro, televisión y radio, quien supo llegar al alma del pueblo mexicano y cautivar con sus composiciones los sentimientos de hombres y mujeres; el poeta y filósofo del pueblo: José Alfredo Jiménez Sandoval.

 

“No tengo trono, ni reina…. Pero sigo siendo el Rey”: José Alfredo Jiménez

 

El artista nació el 19 de enero de 1926, en Dolores Hidalgo cuna de nuestra Independencia, en el estado de Guanajuato, lugar en el que pasó su infancia. Sus padres, Agustín Jiménez Albo y Carmen Sandoval, tenían una farmacia llamada “San Vicente”, ubicada en la Parroquia del pueblo, donde se dice pasa casi toda su niñez; a los 11 años muere su padre, lo que da un giro a su vida, razón por la que toda su familia se traslada a la Ciudad de México. 

Para apoyar económicamente a su familia, José Alfredo desempeña distintos oficios y actividades: fue portero del equipo de fútbol Marte, en la Primera División en nuestro país. Fue hasta 1948 que canta por primera vez, lo hace con el trío “Los Rebeldes” en la XEX, como dato curioso el guitarrista del trío era hijo del dueño del restaurante “La Sirena “, lugar donde él trabajaba como mesero.

Meses más tarde es invitado a cantar en la XEW, y es en 1950 cuando graba “Yo” título de la canción que le abrió las puertas a una prolífica y exitosa carrera como compositor e intérprete. A lo largo de su trayectoria, el artista obtuvo infinidad de premios y reconocimientos, entre ellos, 16 discos de oro. Sus canciones traspasaron las fronteras de nuestro país, y se volvieron éxitos internacionales, como la canción “El rey”.

El mismo afirmaba que no sabía cantar, ni tocar ningún instrumento, en la mayoría de sus canciones fue acompañado por el Mariachi Vargas de Tecalitlán, con arreglos de Rubén Fuentes a quien simplemente le silbaba las canciones. Siempre externó que componer versos era lo suyo, basados en sus experiencias; su observación de las pasiones humanas, su fuente de inspiración fue el amor y lo que este conlleva el dolor, la traición, el desengaño, pero también le cantó a la mujer, a la vida, a la muerte, a su tierra; narró anécdotas de su niñez. 

Sus composiciones han sido interpretadas por Lola Beltrán, Miguel Aceves Mejía, Jorge Negrete, Pedro infante, Javier Solís, Chavela Vargas, Placido Domingo, Luis Miguel y muchos más que quieren seguir interpretándolo. Participó en películas como “Martín Corona”, “Póker de ases”, “Ni pobres, ni ricos”, “Caminos de Guanajuato”, “Guitarras de medianoche”, “La feria de San Marcos”, “Mis padres se divorcian”, “El hombre del alazán” y “Ferias de México, entre otras.

La magia de las frases en sus canciones, encierran su filosofía de vida, que supo plasmar en ellas y conectar con los sentimientos del pueblo mexicano. Su música cautiva y atrapa, traspasó las barreras del tiempo y el espacio, y han permeado en los sentimientos y emociones de diferentes generaciones y hoy forman parte del imaginario colectivo, en el arraigo a nuestras raíces, la música vernácula. 

 

“No tengo trono, ni reina…. Pero sigo siendo el Rey”: José Alfredo Jiménez

 

Autor de canciones como “Ella”, “Que te vaya bonito”, “En el último trago”, “Te solté la rienda”,” Un mundo raro”, “Que bonito amor”,” Amanecí entre tus brazos”, “Qué suerte la mía” “Paloma querida “, que le compuso a su primera esposa Paloma Gálvez, “La media vuelta” y otras tantas que escribió. 

La poesía de sus canciones entra en lo profundo de nuestras emociones, cala el alma y nos lleva a la reflexión ante la frase «La vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba». Como negarlo, nuestra vida empieza con nuestro llanto, y cuando partimos nos despiden llorando… Quién no al final de una relación amorosa, entiende que hay que retirarse con dignidad, como lo plasmó José Alfredo Jiménez en su canción “Ella”: «Me cansé de rogarle, me cansé de decirle que yo sin ella de pena muero… Con el llanto en mis ojos, alcé mi copa y brindé por ella… ella quiso quedarse cuando vio mi tristeza, pero ya estaba escrito que aquella noche perdiera su amor…».

En las rupturas amorosas él supo describir como nadie la pérdida de un amor. “Que te vaya bonito”: «ya nunca volveré a molestarte, te adoré, te perdí, ya ni modo. Cuantas cosas quedaron prendidas, hasta dentro del fondo de mi alama, cuantas luces dejaste encendidas yo no sé cómo voy a apagarlas».

Supo describir en una frase el dolor por la traición, «Quien no sabe en esta vida la traición tan conocida que nos deja un mal amor». 

Un filósofo, un poeta del pueblo que supo desentrañar de lo profundo, de manera sencilla, las emociones que nos unen como seres humanos; su legado sigue permeando en nuestro corazón y lo vuelve una figura inolvidable, murió el 23 de noviembre de 1973, a la edad de 46 años por una cirrosis hepática”. 

Finalizo con un fragmento de su canción “Gracias”

«…Muchas gracias por haberme aguantado tanto tiempo; desde 1947 hasta 1972, y yo siento que todavía me quieren, ¿saben por qué? Porque yo he ganado más aplausos que dinero; el dinero no sé por dónde lo tiré, sus aplausos, esos, los traigo aquí adentro, ya no me los quita nadie, esos se van conmigo hasta la muerte. Para poderles pagar que me quieran a mí y a todas mis canciones”.  

L.C.C. Margarita Estrada Ávila

POLÍTICA

Núm. 300 – Noviembre 2024