- MISCELÁNEO
- abril 2020
- Zuleyka Franco
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Hablar de Asesinos Seriales es tocar un tema muy delicado, ya que los asesinos seriales siempre han existido, sólo que en la antigüedad no solían ser llamados de dicha manera. En México, el término asesino en serie u homicida en serie no es tan desconocido como pareciera. La policía y los investigadores han tratado de escudriñar en la mente del asesino. Así, se han derivado una serie de causales para esta conducta. Entre ellas las siguientes:
Abuso infantil, causas genéticas, desequilibrio químico mental, daño cerebral, padecimiento de injusticia social y exposición a eventos traumáticos.
Lo dramático es saber que gran parte de la población reúne una o varias de estas características, sin embargo, no se vuelven asesinos seriales. Tras mucho estudiar se tiene una conclusión parcial y ésta consiste en aceptar que un asesino carece de una especie de “chapa de seguridad” moral que le impide detener sus impulsos violentos.
Hoy hablaremos de 9 de los casos más conocidos en México, desde que éstos empezaron a documentarse.
1.- Francisco Guerrero o Antonio Prida, El Chalequero.
Fue el primer asesino en serie del que se tiene registro en México. Despiadado sujeto que motivado por un deseo sexual mataba a mujeres luego de violarlas, y pasaron 7 años antes de ser detenido. Tiene más de 20 homicidios comprobados, por los que fue condenado a muerte, sin embargo, cambiaron su sentencia a tan sólo 20 años quedando libre; después de dos décadas, fue condenado de nuevo a muerte por otro homicidio, aunque falleció -víctima de tuberculosis- mientras esperaba su ejecución en la horca.
2.- Gregorio Cárdenas, El Estrangulador de Tacuba.
De niño, sostuvo una relación enfermiza con su madre, mujer dominante que lo reprimió hasta su adolescencia. Con un altísimo coeficiente intelectual, Goyo fue un estudiante destacado, sin embargo, la encefalitis que padeció de niño le produjo un daño neurológico, el cual provocó que empezara a desarrollar un alto grado de crueldad hacia los animales hasta llevar a cabo estas torturas en mujeres, tres prostitutas a las que violó, y que por sus arranques de agresividad terminaba matando. La primera y segunda violadas y estranguladas, la tercera muerta por las lesiones provocadas al querer huir.
3.-Las Poquianchis o Las Hermanas Diabólicas.
Delfina, María de Jesús, Carmen y María Luisa, prostitutas que fundaron una casa de citas, torturaban a menores de edad y las obligaban a prostituirse; si alguna de las chicas no complacían a sus clientes, la mataba, e incluso asesinaban a clientes que llegaban al lugar con mucho dinero para robarles. También asesinaban a las mujeres que ya no les servían, enterrándolas vivas. La policía rescató a 12 mujeres quienes habían sido secuestradas y explotadas. En el lugar, fueron hallados los cuerpos de 11 hombres, 80 mujeres y una cantidad no determinada de fetos.
Las Poquianchis fueron sentenciadas a 40 años de prisión.
4.- Juan Vallejo Corona, El Asesino del Machete.
Hombre pacífico, casado y con una familia de 4 hijos, era contratista, devoto religioso, con un excelente nivel de vida hasta que se descubrió una fosa colectiva -cuerpos que presentaban el mismo ritual de muerte como golpes brutales en la cabeza y laceraciones producidas por un machete, además de signos de asalto sexual-, fue hallada y vinculada con la casa de Juan Corona, donde se hallaron cuchillos con manchas de sangre y una agenda donde se encontraban la mayoría de los nombres de las víctimas, la denominada ‘lista de la muerte’. Fue condenado por 25 homicidios a 25 cadenas perpetuas con derecho a libertad condicional, sin embargo, sigue purgando sentencia con demencia senil y con una pésima salud.
5.- El Culto Narcosatánico de Matamoros, Tamaulipas.
Adolfo de Jesús Constanzo “El Padrino” y Sara María Alderte Villarreal “La Madrina”.
La madre de Adolfo, aficionada a la brujería y al nombrarlo como El Elegido, lo llevó por el camino del ocultismo, santería y narcotráfico. Atractivo, seductor y dotado para el engaño y la manipulación, también era homosexual, aunque también tenía relaciones sexuales con mujeres. Sara se convirtió en su sacerdotisa y amante. Secuestraban y asesinaban personas para ritos salvajes espantosos… Para que los interesados pudieran ser admitidos, debían beber un brebaje compuesto por el cerebro de una persona, extremidades amputadas, sangre humana y alcohol, entre otras cosas. Al ser descubiertos, Adolfo, El Padrino, se suicida, detienen a Sara La Madrina, quien señala que aparte de los homicidios, infinidad de artistas y políticos eran adeptos a los actos de brujería, además de contar con un séquito de 12 sacerdotes para dirigir la secta en todo México.
6.- Ángel Maturino Reséndiz, El Asesino de las Vías del Tren.
Una infancia en las calles y sin una madre, sin valores familiares ni sociales, lo expuso a una vida pendenciera y fuera de conducta. Según su madre, pudo haber sido atacado sexualmente por homosexuales en niñez y adolescencia. Viajaba ilegalmente en trenes de carga, entraba a casa de sus víctimas donde violaba a las mujeres y las mataba a golpes, además de matar a los hombres acuchillándolos, permaneciendo varios días después en la casa comiendo y durmiendo. Atacaba por oportunidad y despiadada, atacó tanto a jóvenes como familias, incluso a adultos mayores de 80 años. Era alcohólico y drogadicto, fue ejecutado con inyección letal en la cámara de la muerte por el asesinato de uno de los 15 a los que fue vinculado.
7.- Juana Barraza Samperio, La Mata Viejitas.
De madre alcohólica y un padrastro, fue regalada a un extraño que abusó sexualmente de ella. Un hijo suyo murió y fracasó en el mundo de la lucha libre. Empezó con robos los cuales se convirtieron en ataques con arranques de odio. Era calculadora y metódica, aunque la euforia y desorganización se apoderaban de ella al cometer los crímenes. Las muertes eran provocadas por golpes, heridas de armas punzo cortantes o estrangulación con robos materiales y asesinatos. En algunos casos se encontró evidencia de abuso sexual en las víctimas. Se le dictó sentencia en contra otorgándole 759 años y 17 días de prisión por 17 homicidios y 12 robos con agravios en contra de personas de la tercera edad.
8.- Raúl Osiel Marroquín, El Sádico Marroquín Reyes.
Responsable de al menos 6 secuestros y homicidio de 4 de sus víctimas, contactaba a hombres jóvenes en cafés y centros nocturnos y entablaba amistad para después llevarlos a un hotel y ahí determinar si contaban con recursos económicos para ser secuestrados. Si no los tenían, eran liberados. Los cautiverios duraban entre 5 y 7 días, donde eran ultrajados, torturados y finalmente ahorcados para después abandonar los cuerpos dentro de maletas negras en la vía pública.
9.- José Luis Calva Zepeda, “El Poeta Caníbal” o “El Caníbal del Guerrero”.
A los 2 años de edad su padre muere, quedando al maltrato psicológico de su madre. Un episodio de abuso sexual lo marcó, al poco tiempo escapó de su casa viviendo en las calles. Odiaba y despreciaba a las mujeres, era bisexual, aunque la mezcla de atracción y desprecio hizo crisis en su psique. Consiguió estudiar y se casó, procreó a 2 hijas y después de 7 años se divorció. Se refugió en la escritura y realizaba poemas que reflejaban su estado anímico y su retorcida visión del mundo. Admirador de Hannibal Lecter y del Marqués de Sade, seducía mujeres vulnerables y madres solteras, las descuartizaba y se puede presumir que también se las comía al faltarles varias partes del cuerpo. Cuando lo detienen, guisaba trozos de su novia y de dos menores previamente descuartizados, además de encontrar un sinfín de extremidades dentro de su casa en diferentes espacios de su cocina. Calva Zepeda se suicidó con un cinturón mientras cumplía sentencia.
“La diferencia entre que la personalidad funcione o mal funcione, es completamente una diferencia de grado. Los más altos potenciales de nuestro eneagrama, incluyen ideales, habilidades, sensibilidades y fortalezas que valoramos profundamente y que nos sirven bien, pero cuando nos excedemos con ellos, son nuestras peores mutantes, bastardas y despreciables limitaciones de sí mismas”.
Te invito a que develes tu personalidad y a sacar provecho de tus virtudes, así como a transformar tus limitaciones, a fin de ser la mejor versión de ti mismo.