LA ORACIÓN QUE TE SIGUE
Con amor a Yatzini
- MISCELÁNEO
- abril 2021
- Karla Aparicio
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EL VUELO DEL ÁGUILA
Para un águila bebé, no hay nada como la comodidad del nido, la protección de sus padres y el alimento que continuamente recibe de ellos, hasta que llega el día en que sus mismos padres lo obligan a aprender a volar. La joven águila no sabe que es tiempo ya de dejar el nido, pero los padres saben que ha llegado el momento de darle la lección de su vida. Ha llegado el momento de aprender a volar. Para estas aves aprender a volar no es opcional, su nido no estará allí por siempre. Volar es uno de esos eventos en la vida en el cual solo hay dos opciones: o aprendes a volar o mueres.
EL NIDO
Lo realmente fascinante es lo que te contaré enseguida:
Antes de todo esto, el águila construye un nido, junta ramas espinosas y las usa como cimiento para el mismo. Luego, recoge plumas suaves para cubrir las espinas. Cuando sus crías tienen la edad suficiente para volar, aún están demasiado relajadas debido a lo confortable del nido… El águila empieza a quitar las plumas, haciendo que los aguiluchos se sientan incómodos y puedan sentir el dolor de los pinchazos de las espinas, y sepan que es hora de abandonar el nido y empezar a volar por sí mismos.
La joven águila monta en la espalda de la madre, y esta se lanza al aire y comienza a volar hasta alcanzar grandes alturas. El vuelo es fascinante para el aprendiz, hasta que a determinada altura la mamá águila desaparece debajo del ave dejándola a su suerte en caída libre. Cayendo con ímpetu, el practicante de vuelo comienza a agitar las alas, las cuales son débiles todavía y no pueden cargar su propio peso. Cuando lo que parece ser una tragedia segura, y momentos antes de llegar al suelo, de la nada aparece la mamá águila para volverlo a cargar sobre sus alas y llevarlo a las alturas nuevamente. Este proceso se repite una y otra vez. El último salto es de vida o muerte. Llega un momento en que la madre ya no rescatará a la aguilita… En el último salto, la madre ve a la pequeña águila tomar el vuelo con éxito, pero en algunos casos, tristemente, la todavía tierna ave cae para estrellarse en el suelo y así terminar con su existencia. El que aprendió a volar, se ha convertido de un aguilucho en un águila capaz de cruzar los cielos. Y no hay nada más bello que el vuelo de las águilas y la seguridad con la que dominan las corrientes de aire y cumplen así el propósito para el cual la naturaleza las formó.
¡Sí! ¡Es difícil creer que una madre que ama a sus hijos tan incondicionalmente puede ser la causa de su dolor! Este mismo amor en forma de dolor, es lo que finalmente hace que los aguiluchos abandonen su nido, vuelen lejos y se remonten a tierras lejanas… Todo esto que te escribo no es tanto para hablarte del pequeño aprendiz, ni de vuelos, ni de la vida salvaje, es para compartirte el papel que juega el águila madre.
La Madre
<<Hija:
Tenemos una conexión tan hermosa y grande que me cuesta trabajo pensar que ya llegó el día en que estás lista para emprender tu propio vuelo. Mi madre así lo hizo conmigo y así lo haré contigo. Ella me dejó ser tal cual soy, y me enseñó que cuando somos adultos necesitamos desprendernos de unas cosas para conectar con otras.
Cuando naciste prometí protegerte siempre, cada segundo de tu vida. Y los años pasaron muy rápido: ¡Te convertiste de pronto en una mujer adulta! No fue nada fácil transmitirte que estabas lista para volar y no solo para volar poquito y cerca de mí, esos eran solo los ensayos para cuando llegara este momento. Fue en el tiempo perfecto: quité las plumas al nido y dejé un poco de espinas para incomodarte y empujarte a volar. Así como hace el águila con sus aguiluchos. No importa lo que hagas ni dónde estés, mi mano siempre estará extendida para ti y mis garras estarán afiladas para protegerte, porque, aunque tengas tres años o 50, siempre estaré ahí.
Cuando eras pequeña me desvelé todas las noches para cuidar de ti, porque me necesitabas. ¡Hoy que ya eres mayor! He tenido noches de desvelo por ti, porque estuve preparándote para que fueras independiente y aún me quedan muchas noches de lágrimas por tu ausencia, pero serán por la felicidad de que te has convertido en una mujer fuerte, amorosa y justa.
Tengo un nudo en la garganta, siento nostalgia, pero estoy muy feliz de ver cómo emprendes tu propio vuelo. Recuerda, si en algún momento necesitas ayuda, yo estaré ahí para apoyarte y escucharte por sobre todas las cosas siempre.
Te di las herramientas para volar, ¡Estás lista! Mi casa, siempre será tu casa. Te entrego mis valores, para que sean los tuyos. ¡Haz lo que te haga feliz!
Ya sabes que la práctica hace al maestro y que los errores siempre serán oportunidades para mejorar. También sabes que las mujeres somos fuertes por naturaleza y no tienes nada que demostrar a nadie, salvo a ti misma.
La vida está llena de altibajos. Te encontrarás con todo tipo de personas, unas maravillosas y otras llamadas tóxicas, y tendrás que aprender de ellas y no dejar que te hieran. En la vida te encontrarás también con obstáculos y será muy importante que aprendas a caminar saltándolos y sabiendo que cada uno de ellos es una oportunidad de aprendizaje… Aunque todo esto ya lo sabes.
Seré siempre tu consejera si tú me lo permites, te acompañaré y respetaré. Necesitas otro nido y otras perspectivas. Ya crecieron tus hermosas alas, las raíces ya maduraron por dentro. Ya pasaste la tormentosa adolescencia y tomaste tu timón. Ya miraste de frente a la vida y sentiste el llamado para vivirla, ya sabes que eres capaz de las mayores aventuras y de la más completa realización.
Tendrás un amor que te respete y quiera compartir las altas y las bajas del camino, que te endulce el recorrido y te apoye en lo que quieres conseguir, porque la vida es mejor en pareja. Pero si esta primera experiencia no funciona y fue equivocada, tendrás la sabiduría y las fuerzas para soltarlo, y así, otro amor llegará para compartir tu vida en armonía.
Tienes un camino hermoso y debes explorarlo, lo importante es que sabes andarlo y tienes alas que quieres abrir. Lo más valioso es el corazón sensible, la libertad asumida, y la pasión a flor de piel.
Esta carta te la dedico a ti, hija, y a todas las mamás con una hija que algún día se irá de casa.
Soy Karla Aparicio y soy de Jalisco
MISCELÁNEO
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