LOS TOROS FUERA DEL CORRAL
Pan y Toros
- FIESTA BRAVA
- mayo 2021
- Raul Caballero
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A mediados del siglo pasado, las corridas de toros eran un termómetro de la moda y la política en el país. En las gradas se aplaudían o se abucheaban a políticos, empresarios, artistas que sin pudor alguno iban a exponerse o a beber las palmas del respetable. Ir a los toros, además de marcar parte de la agenda nacional, era chic, estaba in, era popular y bien visto. Así lo mostraban los periódicos que los lunes posteriores a una corrida, enmarcaban sus primeras planas con los acontecimientos en el ruedo y con las figuras que desfilaban por los callejones y escalinatas del coso. Se hablaba sobre ‘La Doña’ María Félix, del presidente de la república Adolfo López Mateos, del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas o del arzobispo Onésimo Zepeda –que fuera apoderado de un torero–, en los noticieros de radio y televisión, así también de empresarios y ricos herederos de fortunas que se pavoneaban ante el resto de los mortales que abarrotaban la plaza. Hoy en día hay más taurinos que se esconden en el silencio, que aquellos que conversan en las plazas públicas sobre toros. Los taurinos de “closet” sólo hablan de la fiesta brava en lugares seguros como suelen ser las gradas de los ruedos o las reuniones íntimas con amigos, procurando guardar silencio en las oficinas, lugares públicos y ante la gente de bien. El mundo dejó de ser lo que era para evolucionar hacia algo diferente.
Hoy es la época donde ha surgido la “cultura de la cancelación”. Algunos piensan que es equiparable a un linchamiento social. Lo cierto es, que cualquiera que diga o haga algo que se considere incorrecto, ya sean actores, políticos, cantantes o filósofos de hoy o del siglo pasado, sufrirán tales cancelaciones en cuanto alguien lo proponga en algún medio cibernético. Dichas “cancelaciones”, no son otra cosa que llamados a boicotear y desprestigiarlos. Están sujetos a una generación que en las redes sociales se mantiene activa al tratar de marcar, no sin mucha razón, las injusticias que han cometido los poderes hegemónicos en la sociedad. Buscan salir del yugo, haciéndose notar al marcar tendencias. Ante tal fenómeno, un grupo de intelectuales del mundo abogó con firmas y manifiestos, por medios tradicionales y modernos, a una reflexión en torno a “las cancelaciones” ya que éstas pueden ser un peligro que restringe el debate. Sin embargo, algo tendrán de razón aquellas espontáneas expresiones de hartazgo, aunque en la lucha se cometan excesos que a veces se tornan en contra de los propios intereses que defienden las causas aparentemente justas.
Ya en el siglo XVIII pasó algo semejante en la multicultural España, debido a los vientos e ideas de progreso que surgían en Francia, los “ilustrados” hispánicos veían representado en la fiesta brava el atraso español. Con estos aires prohibitivos de los señores de la “ilustración” que se habían ganado la valía de ser escuchados y seguidos, denostaban a la gente que asistía a la plaza y reinterpretaban aquella frase célebre del poeta Juvenal “pan y circo”, transformándola en “pan y toros”. Con ella criticaban y se critica al gobierno que entretiene al pueblo y no resuelve sus problemas de fondo. Pero la historia da vueltas, hoy los franceses siguen adelante con su cultura taurina. Incluso en la última ley aprobada en aquel país contra el maltrato animal, no hablan de las corridas de toros, en cambio, los españoles tratan de defender —donde todavía se puede porque en algunos lugares como Canarias y Cataluña ya están prohibidas las corridas—, lo que para muchos cuesta trabajo defender la cultura taurina.
Los festejos resurgen a cuentagotas en estos días donde los aires de elecciones arrecian en el mundo, y aquella frase de “pan y toros”, tan asentada a los críticos de los gobiernos cualesquiera que sea su partido, resurge. Hoy, “pan y toros” tiene otra connotación por el lugar que ocupa la fiesta brava para los políticos. Se ha vuelto un estandarte de derechas, izquierdas y centros, cualquiera que quiera sacar raja, se le ocurre enarbolar una iniciativa que promete acabar con ellos. Uno y otro bando reúne votos, firmas, videos, encuestas, manifestaciones y cualquier artilugio de comunicación que avale su postura a favor o en contra de la tauromaquia. La abolición de las corridas, aunque es un tema ya de muchos años atrás, está en la agenda política de nuevo. En febrero pasado, en Mexico, en la ciudad de Puebla, donde se esperaba y se auguraba la prohibición de las corridas de toros, no sucedió por una mínima diferencia, un voto. La iniciativa de la comisión responsable de prohibir los eventos taurinos no se turnó al cabildo porque un votante guardó silencio y otro no se presentó. Fue una especie de apoyo desde lo oscurito, de quienes esperan que sus acciones taurinas no afecten sus dividendos políticos en las próximas elecciones. En España, en cambio, algunos políticos apuestan por los toros, como la candidata de Vox a la presidencia de la comunidad de Madrid, Rocío Monasterio, quien promueve su candidatura a través de un video donde torea junto con el matador Morante de la Puebla. Ya veremos el resultado.
Las recientes corridas de Zacatecas, León y alguno que otro lugar de la república, son una escasa ventisca que apenas mueve hojas de esperanza para los aficionados a los toros. Los esfuerzos por torear, por criar al toro bravo y aplaudir la estética desplegada en el ruedo, en México y en el mundo se vuelve complicada, no sólo por sus detractores, sino a veces, por el mismo medio taurino. La fiesta por sí sola puede perecer, si como dicen algunos, se permite que ciertos toreros salgan a pasear con toros que no cumplan con la edad, trapío y encaste que se merece el público. Sin embargo, en México, los esfuerzos de pocos, considerados ahora valientes, van más allá de las plazas, al difundir el arte de la tauromaquia en algunas plataformas digitales. Un cronista de toros en Aguascalientes, Yiyo, hace en las redes sociales una feria virtual llamada San Marcos, donde trasmite faenas de antaño comentadas por él mismo, para mantener un clima de fiesta a la distancia, en estos tiempos donde la Feria de San Marcos, corazón de la tauromaquia en primavera, no se celebra por segundo año consecutivo. En mayo se preparan tertulias taurinas a la distancia por el grupo “Tradición y Cultura”, donde el pintor Rafael Sánchez Icaza hablará de la prevalencia del arte taurino. De siempre, la pintura, como muchas alegres actividades del ser humano envuelve a los toros. Tal vez así, en tiempos políticamente correctos, al hablar de lo que nos enorgullece, convivamos sin afectar susceptibilidades y podamos debatir en un mundo en vías de despertar de la pandemia con ganas de gritar olé y echar la vida por delante.