Revista Personae

EL REALISMO INTENSO DE CARLOS CORTÉS

COMPARTIR

Facebook
Twitter

Mis bocetos primero los escribo

Resulta un verdadero deleite estar frente a la obra de Carlos Cortés. Atrapa. Hipnotiza. Te sumerge y te envuelve con sus personajes. Te hace partícipe de esas historias íntimas del diálogo interior de la mente y el corazón del artista. Conectas y no vuelves a ser el mismo.   

 

Carlos Cortés

 

La cita fue en el espacio creativo Carlos Cortés, artista plástico de los más premiados de Jalisco. Cuenta con 21 años de trayectoria y es egresado del Instituto Cultural Cabañas en Artes Plásticas. Ha complementado su formación con estudios de Animación Clásica, guión y apreciación cinematográfica, poesía y cuento, y con este amplio abanico Carlos añade a su intelecto, la más desmedida imaginación, mezclada con pasión y dosis altas de conciencia y crítica social.

 

Carlos Cortés

 

Gracias Carlos por recibirnos en tu estudio. Siento que me quedo corta al presentarte.

“¡No! Fue muy bonita tu presentación y muy adecuada, gracias por tus palabras. Es básicamente a lo que aspira uno, que el espectador forme parte de lo que está sucediendo en la pintura”.

 

Lo logras tremendamente. Comencemos esta charla con tus inicios. ¿Por qué decides entrar a estudiar artes plásticas?

“La idea fue fortuita. No era lo que yo quería hacer. En realidad, me quería dedicar al cine y a escribir. Desde siempre tuve la facilidad de dibujar. No te voy a decir, desde niño, porque es un cliché, porque todos los niños dibujan. Bien o mal, pero todo el mundo dibuja. El hecho fue que me obsesionaba el dibujo y alguna vez, platicando con un primo, me comentó que había clases en el Instituto Cultural Cabañas, y me invitó a que fuéramos. Le dije, “Vamos, ¡hay que intentarlo!”. Recuerdo que iba muy nervioso porque mis dibujos eran copias de portadas de discos y cosas así, por lo que no tenía nada qué decir, no tenía una narrativa”.

 

Carlos Cortés

 

“Esto fue a la edad de 15 años. Ese día estaba algo nervioso y pensaba: ‘…cuando me pongan ahí ¿qué voy a hacer?’. Me sorprendí porque prácticamente era lo que yo hacía, que era imitar. Solo que aquí era en vivo, con modelos, y así fue como me fui desarrollando y me empecé a obsesionar. Me sentí muy cómodo. Total, que mi primo, que fue quien me invitó, se salió el primer año y yo continúe, y terminé la carrera. Una carrera técnica entonces. Después de eso fue que entré a los talleres de cinematografía”.

 

“Mi idea de dedicarme al cine seguía, pero en ese tiempo comprar una cámara era muy costosa, al menos para mí. No teníamos la tecnología que existe ahora, y quería hacer cortometrajes de animación, que me parecía muy complejo. Sí se podía, por supuesto. Tengo amigos que se dedican a eso y lo hacen muy bien y les va muy bien también. Quizás esa parte de la complicación me orilló, de cierta manera, a seguir con la pintura y descubrí que con la pintura podía hacer una especie de película, una especie de cortometraje o narraciones en dos dimensiones, que es el plano del lienzo y comencé a verla con nuevos ojos: ¡Claro! es que yo puedo hacerlo desde aquí, con mis medios, y con lo que tengo. Incluso yo sentí que era más rico, porque, en una sola pieza, en dos dimensiones y en un espacio reducido, puedes tener alguna experiencia cinematográfica. y dije: ¡De aquí soy!”.

 

“Me empezó a ir bien al principio. Después ya no tanto. Luego me deprimí y dejé de pintar por 2 años. Cuando regresé, el primer cuadro que terminé, lo metí a un concurso y lo gané. En ese momento, por segunda vez, me dije: ¡De aquí soy!, ¡Esto es lo mío! Lo complementé con poesía. Entré a un taller porque tenía la necesidad de expresarme y escribir mucho. Mis bocetos no los dibujo, ¡los escribo!”

 

Este punto me interesa. ¿Cómo es el proceso creativo? ¿Cómo imaginas la escena? Debo compartir que estar frente a la obra de Carlos Cortés, da la sensación de querer más, y nos invita a pensar sobre lo que sigue… 

“Lo que acabas de decir, sucede también en las películas, llega el final y dices, “¡Quiero más!”. Es tan buena que quiero más. ¡Muchas gracias por eso, me hace sentir muy bien!

 

Sobre cómo inicio, tengo experiencias, es decir, vivo como todas las personas, pero trato de decodificar ciertas situaciones por simple que sean, trato de darle la vuelta de encontrar el porqué de una manera como de un escrutinio psicológico, y esas experiencias las llevo al papel, pero no son dibujadas, son escritas. Escribo las experiencias como tal y a partir de eso hago una especie de boceto bien estructurado: La luz tiene que venir de un lado, los personajes vestidos con ciertos ropajes de este lado y se tienen que complementar con un elemento de poder, que son los que te llevan y te equilibran la composición. Entonces, nada está dibujado. Una vez que tengo eso, me concentro en la fotografía. Hacer una pre-producción, fotografiar a los modelos o solicitar fotografías ya hechas. En las redes sociales encuentro fotografías que me pueden funcionar de ciertas personas, les escribo, les pido permiso –por supuesto–, y regularmente me dicen que sí. Empiezo armarlo como si fuera un rompecabezas, y en la computadora organizo los espacios –tipo collage digital. Antes lo hacía imprimiendo las figuras recortando y pegando—, en cuanto está en preproducción, me pongo a pintar, que ya es lo menos. ¡Son caramelos! ¡Ya eso no es problema!”.

 

Carlos Cortés

 

El dar vida a tus obras significa dar forma a las reflexiones y conceptos totalmente personales y aterrizarlos de forma simbólica, para encontrar eco en la mirada de quien lo contempla. Así sus obras se vuelven universales. Define su estilo como “Realismo de intensidades”, en el cual, cada uno de sus personajes deja una huella innegable de su día a día, de sus seres amados envueltos en un contexto duro, crudo, atormentado y lleno de melancolía.

 

Carlos Cortés se ha hecho acreedor de diversos premios y distinciones, entre ellos el primer lugar de dos ediciones del Premio Nacional de Pintura Atanasio Monroy (2004 y 2009), así como la posición de honor en la Bienal Nacional Eulalio Ferrer de 2012, en el Premio de Pintura Jorge Martínez de ese mismo año, así como menciones honoríficas en los salones de octubre 2007, 2009, 2010, 2011 y 2012.

 

¿El artista se hace?

“¡Sí! A martillazos te vas logrando. Es la forma. No hay otra manera. No puedes sacarte un súper cuadro después de 3 años sin trabajar. Te platicaba que estuve dos años sin trabajar e hice una pieza y ganó, pero no quiere decir que fuera un gran cuadro. Quiere decir que estuvo en el momento correcto, eso es todo”.

 

Carlos Cortés

 

Carlos cuando comentas que un tiempo te dejaste pintar por una depresión, ¿Te costó trabajo arrancar de nuevo?

“¡Sí! Me costó mucho trabajo, pero más trabajo me costó reiniciar, o sea, más que pintar, fue volver a tomar las riendas de mi vida, de lo importante que es la vida, de las pequeñas cosas. Eso fue lo difícil. Ponerme a pintar fue lo de menos”.

 

Entiendo que contigo debe existir un equilibrio entre el ser humano con el artista para poder crear…

“¡Exacto! Cuando estoy bien anímicamente, puedo funcionar perfecto en casi todo, pero si no, me voy a un agujero, y de pronto las cosas más pequeñas se convierten en cosas muy complicadas. Entonces, imagina hacer un cuadro cuando estás así, es triple de esfuerzo y los resultados nunca son satisfactorios, y más me deprimo”.

 

En la actualidad, ¿están tranquilos los monstruos internos de Carlos?

“¡Sí! ¡Ya crecí! Al menos ya les echo croquetas…”.

 

Carlos Cortés

 

Hoy, tu pintura es equilibrada y confronta. Es un gran goce contemplarla, porque no solo es una vivencia intensa, ¡es emoción! La obra de Carlos Cortés tiene siempre un poco de alquimia, un anhelo natural por conocer el origen y el más allá, pero también nos confronta a un aterrizaje forzoso, a una realidad colectiva que pocos nos atrevemos a enfrentar, a cargar, pero sin duda, nadie puede negarse a observar.

 

El artista transforma en sus historias de arte, satisfacción y dolor, en medidas iguales, siempre en un delgado equilibrio. Construye y conceptualiza piezas desde la calidez de las sensaciones, para después filtrarlas por el frío quemante del intelecto.

 

Por lo general observamos en tus obras una dicotomía, luz-sombra, el bien y el mal. Cuéntanos un poquito sobre ese Carlos…

“Yo crecí en una familia hiper religiosa. Fui Monaguillo y siempre tuve temor rotundo hacia Dios. Yo creo en Dios. La religión no es algo que me interese y algunos dicen que ese es un problema. Yo lo veo como un problema, aunque también lo veo como una solución. Creo en la existencia de otra parte obscura, que y además sé que la tengo. He tenido momentos nefastos, donde de verdad he convivido con el lado oscuro de manera casi fatal y es muy importante para mí también plasmarlo. Entonces, por ahí puedo contestar a tu pregunta, así como creo en lo Divino, en lo blanco, en lo luminoso, también está la otra parte y hay que darle voz, hay que hacerle caso. No se trata de ignorarla, se trata de sacarla, de exponerla. Al igual que la luz hay que exponerla, y ojo tanta luz también ciega”.

 

Carlos Cortés

 

Porque tanta luz no es real…

“Claro y aparte el positivismo no es algo que vaya conmigo, pero tampoco lo negativo. Es decir, ya he estado en la parte negativa y salí, y no quiero regresar ahí ¡jamás! Tampoco quiero llegar a esa luz cegadora porque es un estado medio adormecido. Hay que vivir bien todos los días…”.

 

¿Qué es lo que más molesta a Carlos Cortés de la sociedad y del humano?

“¡Uy! ¡La traición! Adoro a mis amigos y cuando he experimentado traiciones, es algo que me mata, me arranca un pedazo por dentro. Siento que esa parte es lo más mezquino que encuentro en los seres humanos, y la desigualdad también, hay tantas cosas”.

 

Carlos Cortés

 

De alguna manera es lo que narran tus escenas…

“¡Claro! Por ejemplo, últimamente he hecho escenas como postapocalípticas que me vinieron con este tema de pandemia, y con el rollo de la desorganización tan gorda que traemos. Tengo una hija de 15 años y ella está muy humanizada en ese sentido, le hemos tratado de dar esa educación muy consciente de lo que sucede alrededor. La sociedad está muy deshumanizada, hay una frialdad ante la compasión, que asusta.

Hay “indiferencia” en esos paisajes que recién he hecho. Los fondos de la obra van con ese mensaje de soledad, de paz y silencio, pero con caos. Trato de ver las cosas lo mejor posible, sino no puedo vivir, me suicido, entonces hay que ver la parte un poquito más luminosa. Perdón por la expresión que voy a decir, pero incluso a la mierda hay que verla desde una perspectiva estética”.

 

Hablando de catástrofes en estos tiempos de pandemia, te veo en tu mejor momento.

“Cuando inició la pandemia, traía dinero, había trabajo, entonces no me preocupé demasiado, pero después, perdí clientes, porque no estaban invirtiendo y económicamente me dejó muy mal. Entonces tuve que reinventarme y empecé a producir muchísimo, pero piezas medianas y chicas, y una cosa me llevaba a otra, se empezaron a mover. No estuve ganando lo que solía ganar, pero pude salir adelante; tuve que reinventar los formatos y cerré el año muy bien”.

 

Carlos Cortés

 

Planes futuros

“Este año tenemos un proyecto de exposición en Durango. Se ha postergado por la pandemia. Es para octubre. Estoy trabajando de manera conjunta con mi socia y con un amigo que es crítico de arte, para hacer proyectos para itinerantes. Por ejemplo, una misma exposición llevarla a varios lugares y por supuesto, me gustaría terminar en Guadalajara, que ya para entonces deben haber pasado unos 2 o 3 años, es más o menos el plan. Algunas galerías en Ciudad de México me están dando la oportunidad de trabajar con ellos.

Quiero hacer también unas series de gráficas que fue lo que me salvó de la pandemia.

No voy a dejar de producir piezas medianas, y no dejaré las grandes, porque ese es mi espacio natural, es donde mejor me desarrollo, en algún momento tendrán que funcionar, porque ya me funcionaban antes, al igual volverá a funcionar la economía y volverá a funcionar todo”.

 

Carlos Cortés

 

En compañía de su amigo y compañero “Lazzarino” (su gato), el que volvió de entre los muertos, tras su rescate en su azotea y quien forma parte de los personajes y la dualidad Cortesiana, nos despedimos de ambos, después de una profunda plática, pero no sin antes agradecer a la familia de la Revista Personae por su interés en su trabajo.

Gracias Carlos Cortés, por sacudirnos y tocar las puertas del alma, por mostrarnos que no hay límites, por lograr la conexión intuitiva con el mundo tal cual es, detrás de los colores, con tus puestas en escena, donde el olvido no existe, y sí lo transforma y se agradece.

CULTURA

Núm. 293 – Abril 2024