DIARIOS DE CONCIENCIA
I you won’t stand up for your rights I will do it.
- PERSONAJES
- octubre 2024
- Marcela Magdaleno
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Cayó en mis manos un libro de editorial SinTabú (2018) titulado “Luz y sombra de una mujer de la generación Z”. Escrito en primera persona por ser un diario, la autora Celeste Vargas, extrae de sus diarios, cartas y memorias, los detalles privados de su vida, su mundo familiar, sus primeros años en la carrera de periodismo, los conciertos de música punk y las experiencias que tuvo con hombres y mujeres en la década de los ochenta.
La autora perteneció a una clase media alta, entre libros, música, sus años de infancia los vivió en Londres, donde abrevó moda, música e ideología de los punks de los setenta que, como escribe ella, “se abrieron paso en el mundo rompiendo madres” ….
Al regresar a México le impactó el encuentro con su cultura, específicamente en la relación entre hombres y mujeres y señala: “Aquí realmente ponen en evidencia quien es hombre y mujer, marcándoles un destino con el rosa y azul. De dónde vengo, prácticamente éramos iguales, si es vedad que allá había leyendas urbanas, pero aquí, es un terror que aún se resalten los roles de hombre y mujer de manera tan tradicional, ¿cómo que un hombre no llora?, ¿cómo que si un hombre entra a la cocina se le cae la mano?, cómo de que no importa si la mujer no quiere estudiar, mejor que encuentre un buen partido para casarse”. ¡Pobres hombres!, qué carga, y las mujeres, ni se diga. A lo largo del libro, la autora hace comparaciones, profundiza y se cuestiona, para no caer en la locura ya que lidiar todos los días para convivir “sanamente” con la sociedad, le es tremendamente difícil, poniendo en evidencia cómo las tradiciones, los tabúes, las reglas fundadas por la institución, lejos de beneficiar, coartan el desarrollo de las habilidades creativas del ser humano.
Al llegar a México y no sentirse parte de nada, encontró, una escena punk, semejante al inglés, pero un poco más precaria, folclórica y rebelde, sin embargo, resalta: “No puedo salir a la calle con mi collar de estoperoles y minifalda porque no me siento segura. Ayer quise subir al escenario a cantar, pero, a pesar de que las bandas parecen open mind, en realidad son machistas, no me lo permitieron”.
El México de los ochenta aún la educación distinguía a las personas, y poco a poco se fue relacionando con un grupo de jóvenes con gustos semejantes, algunos eran aprendices de cineastas, otros fotógrafos, cantantes, bailarinas, poetas, locos y sobre todo, amantes de la fiesta, espacio propicio para la exploración de los excesos y aprender a trascender las barreras socioculturales, y la mojigatería familiar, eran tiempos de replantear las concepciones de la realidad más arraigadas como dice Alain Badiou.
Continua su diario: “Hoy me arreglé para ir al Hip Setenta, sé que nadie de mi familia va a querer festejar mis quince años, porque dicen que soy una perdida. Creo que me voy a escapar a Cuernavaca. ¡Si organicemos una fiesta en casa de mi abuelita!, al cabo que no va a haber nadie. En esta lectura nos adentramos al contexto de la época, ya que habla del Hip Setenta, que fue una tienda de discos convertida en teatro donde los grupos punk y new wave mexicanos se presentaban. También sabemos que tiene quince años que se siente que no pertenece a la familia porque ellos la llamaban “perdida” y la educación era muy estricta, ya que menciona que debe escaparse. En la descripción del libro no habla sobre ella, ella es su voz, es un texto autobiográfico que drena sentimientos, exalta sus experiencias que se van presentando a lo largo de la narrativa.
“Anoche después de la tocada fuimos a casa de Alex no entiendo porque los hombres solo piensan en orgias” ….
“Hoy tengo que ir a la escuela con una gabardina, ya me cansé que me griten cosas por la calle”.
“Por qué será que cuando comienzo a tener una buena amistad con un hombre siempre me quiere tirar la onda, no les habrán enseñado qué es la amistad”.
“No sé qué ingerí ayer, no sé cómo desperté aquí, no sé dónde voy a ir” …
El diario también describe cómo una vez fue abusada por un hombre treinta años mayor; y entre paréntesis utiliza una voz interna presente: “Viví veinte años con esa experiencia en mi cuerpo, hasta que la logré expresar y comprendí que fue un abuso, en ese momento yo pensé que yo fui quien lo provocó, pero una niña de dieciséis y un señor de poder de cincuenta, definitivamente fue abuso”. En otro fragmento señala: “el otro día me invitó mi vecino a tomar un helado, yo realmente no quería salir con él porque es bien fresa, lo que no entiendo es cómo de ir por un helado termine en una cama y el encima de mí, queriéndome quitar la ropa y yo no me atrevía a decir que se quitara, no sé cómo salió mi ser salvaje, lo aventé y me escapé por la ventana”.
A pesar de ser este un escenario ideal para ser ella misma, a pesar de tener que romper con todos los convencionalismos, existe un antagonista que es la ideología y puntualiza: “definitivamente, la libertad es mental, seguiré estudiando, tanta fiesta me está matando, nadie me comprende, me siento tan usada que ya olvidé lo que es la dignidad”. Quizá para muchos este libro sea una nimiedad, pero analizar la normalización de la actitudes machistas, tanto en hombres como mujeres, nos invita a considerar el tema del género, los roles, las violencias silenciosas y cómo se construyeron y se fueron transformando, hasta llegar a un presente radical en cuanto a defensa de género medido por el violentómetro, las leyes, las terapias y los protocolos de denuncia están prácticamente al alcance de cualquiera, quizá los de la generación de cristal no logren entender este libro, porque hay un abismo, ya que en aquel entonces además de no existir redes sociales, había que romper las normas para, tan solo, decir lo que se pensaba, hoy es más fácil conocer los derechos y cómo detectar que se está viviendo un abuso.