APUNTES SOBRE EL ANTISEMITISMO Y EL HUMOR JUDÍO
Una historia seria
- EXLIBRIS
- diciembre 2023
- Bernardo González
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Desde el sábado 7 de octubre pasado el mundo está pendiente de la guerra que está en curso entre la organización terrorista Hamás y el estado de Israel. Una vez más, el escenario internacional se divide en dos bandos, los pro palestinos y los antisemitas. Y, en medio existen los simpatizantes del pueblo judío, los que continúan apoyando a Eretz Israel cuya independencia fue declarada el 14 de mayo de 1948, después que la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución (la 181) para crear dos estados: uno judío y otro palestino.
Desde aquella fecha hasta el momento, hay un latente enfrentamiento entre Israel y países y organizaciones árabes, que desean que la nación judía —la única en el planeta— no exista. Las ocho guerras entre la nación judía y los árabes, desde 1948 hasta el momento han marcado su destino. Aparte de la información periodística cotidiana sobre el último conflicto armado entre Israel y Hamás, se han escrito infinidad de libros, reportajes, programas de TV, series televisivas y documentales. Hasta obras de teatro. En esta columna, se presentan dos volúmenes recientes que tratan el problema.
El primero, aparecido en 2022, escrito por la escritora, filósofa y rabina francesa, Delphine Horvilleur, Reflexiones sobre la cuestión antisemita, publicado por la editorial española Libros del zorzal; y, el segundo, del profesor de Lengua, Literatura y Cultura Yiddish en la Universidad de Columbia, EUA, Jeremy Dauber, especialista en literatura judía, titulado El humor judío. Una historia seria, impresa por la famosa editorial española Acantilado, traducida al español en este año, tres meses antes de que Hamás atacara a Israel el 7 de octubre. Dada la oportunidad de ambos títulos, EX LIBRIS les dedica su espacio en Personae para que sus lectores cuenten con mayor información sobre la historia del pueblo judío, que suele estar plagada de Fake News de todo tipo. Además, cíclicamente el antisemitismo reencarna en contextos diferentes. Por ejemplo, el Ministerio del Interior de Francia informa que desde el 7 de octubre al 7 de noviembre, se registraron en territorio galo 1,040 incidentes antijudíos causando 486 detenciones policiacas. No hay que olvidar que Francia tiene la mayor comunidad judía de Europa, y también el mayor número de musulmanes, con 4.7 millones de creyentes en Alá. O sea, un polvorín que se incendia en el momento menos esperado.
En su libro, Delphine Horvilleur trata de responder a varias interrogantes sobre la cuestión judía y comprueba que las oleadas antisionistas mutan de manera constante y reencarnan a la menor oportunidad. De tal suerte, los pretextos recurrentes antisemitas se cargan de oxígeno nuevo con los discursos (a veces pura palabrería populista “mañanera”) de la izquierda que presume de moderna, y de la ultra derecha que hace otro tanto.
Delphine Horvilleur, autora, al alimón, con Rachid Benzine, del interesante libro Des mille et une facons d’etre juif ou musulman. Dialogue. (Mil y una manera de ser judío o musulmán), toma como guía el pensamiento de Franz Kafka, que se interroga sobre un asunto básico que suelen recurrir los judíos: ¿Qué tengo en común con los judíos? (Si) Apenas tengo algo en común conmigo mismo?”. Y con una disquisición que formula el existencialista filósofo francés Jean Paul Sartre: “El antisemita es un hombre que tiene miedo. No a los judíos, ciertamente, sino a sí mismo, a su conciencia, a su libertad, a sus instintos, a sus responsabilidades, a la soledad, al cambio, a la sociedad y al mundo; a todo, salvo a los judíos… Es el hombre que quiere ser roca despiadada, torrente furioso, rayo devastador: todo, salvo un hombre”.
De hecho, creo, después de lo que los nazis y los antisemitas (embozados o no), hicieron en contra de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial —antes, en y después—, ¿qué más le puede suceder a los judíos? La respuesta puede ser brutal: TODO. Y este TODO significa TODO, aunque disfrazado de hipocresía de los que se auto califican como “defensores” del terrorismo palestino contra el pueblo hebreo. Esta reflexión no se incluye en los planteamientos que se hacen esos “inocentes” defensores que no aceptan que su única motivación es que son antisemitas contumaces, pero lo ocultan y lo niegan, en México y en muchos otros países.
Sin duda, el antisemitismo es mucho más que un juego de palabras que suelen utilizar los vergonzantes antisionistas con el propósito de pretender darse un barniz intelectual sobre su irracionalidad. Sartre los desnuda cuando les dice que “el antisemitas es un hombre que tiene miedo”. Así, Horvilleur trata de “explicar” sus inquietudes, por medio de la exégesis de una amplia literatura rabínica y de leyendas judías, para establecer las distinciones fundamentales entre el antisemitismo y los demás racismos.
Bien dice Delphine: “¿Por qué no se quiere a los judíos? *Porque no son gentiles*, decía Jacques Lacan. Así se enuncia con humor una verdad ancestral sobre ese odio: siempre se reprocha a los judíos no ser como los demás, miembros de la gentilis latina, es decir de la familia, del pueblo o del género familiar, y encarnar por eso una extrañeza insoluble y amenazante. “No son como nosotros”, se dice a menudo de ellos, y su diferencia obsesiona o causa rechazo. Sin embargo, el odio al judío no es ni una simple xenofobia ni un odio tradicional a la diferencia”.
El libro de Horvilleur hace pensar mucho sobre la supervivencia del “pueblo elegido”.
UNA HISTORIA SERIA
Por su parte, Jeremy Dauber, el también autor del extraordinario libro aun no traducido al español, In the Demon’s Bedroom. Yiddish Literature and the Early Modern, publicado en 2010, en Una historia seria —cuyo único problema es el precio: $716.00–, en las 445 páginas del volumen se sumerge en el “humor judío” que los estudiosos siempre han remarcado como un aspecto fundamental del judaísmo, impregnando su tradición cultural desde el Viejo Testamento.
El catedrático de cultura Yiddish explora, minuciosamente las raíces del humor judío y su evolución hasta los caóticos días que nos ha tocado vivir. Como un cirujano que no utiliza ya el bisturí sino el rayo láser basado en el análisis de las formas tradicionales del citado humor judío —la sátira, el ingenio o la escatología, entre otros recursos—, pone en claro que las persecuciones, el exilio (la aliyá, emigración a la tierra de Israel), la asimilación cultural, la religiosidad (que no todos los hebreos practican, eso es verdad), la diáspora (la dispersión del pueblo judío después de la destrucción del Reino de Israel en el siglo VI a.C.), son imprescindibles para develar la experiencia judía, las columnas sobre las que se asienta su tradición cómica, que muchos consideran amarga.
A las veces, Jeremy Dauber (originario de Belleville, New Jersey, 1973), con excelente olfato, que supera a los fieles caninos, rastrea en las alturas y en las simas, el éxito y la derrota de los relevantes arquetipos humorísticos judíos con el apoyo de maestros del nivel de Sholem Aleichem (del que en 2013 publicó Los mundos de Scholem Aleichem), Isaac Babel, Franz Kafka, los inolvidables hermanos Marx (Groucho, Harpo y Chico), Woody Allen, Joan Rivera, Philip Roth, Mel Brooks, Sarah Silverman, Larry David y muchos otros.
El ensayo de Dauber, no solo es riguroso, sino también divertido, que aborda con gran sentido del humor —como debería de ser—, un asunto tan serio como la propia historia del pueblo judío que recuerda, página tras página, que en muchas ocasiones “la risa puede restaurar el equilibrio de la cordura”. De otra suerte, si los hijos de Abraham no tuvieran esa reserva humorística, es posible que Israel hubiera pasado ya, con tantos enemigos rodeándolo, a mejor vida.
No puedo poner punto final a este comentario sobre un libro del humor judío, sin copiar el chiste preferido del autor sobre el prejuicio popular de que los judíos queman sus negocios para cobrar el dinero del seguro: “Un hombre se acerca a Cohen (personaje de una serie de cortos fílmicos) y le dice: *Cuánto lo siento Cohen, me he enterado de que se quemó su tienda ayer.
—Chsss! ¡Es mañana!”.
Y, como dijo Groucho Marx: “Si no les gusta este, tengo otros”. VALE.