Revista Personae

PRISCILA HERNÁNDEZ

Coreógrafa cinematográfica

COMPARTIR

Facebook
Twitter

El cine visto como la suma de varias artes, que muchas veces el argumento incluye al baile, una de las actividades qué más disfruta el ser humano- puede convertir a la cinta en espectacular y majestuosa, por lo que él o la coreógrafa resulta una pieza clave, y es curioso, con frecuencia, la secuencia más emblemática de un film resulta ser un baile y para sorpresa, este papel no es del todo reconocido por el espectador. En Personae charlamos con Priscila Hernández, quien ha cubierto esta posición en películas internacionales como Spectre (saga del Agente 007) o nacionales como Bardo.

 

Fue bailarina nada menos que de la Compañía Nacional de Danza con la que se presentó en emblemáticos escenarios como el Palacio de Bellas Artes y el Castillo de Chapultepec, pero sabiendo que había elegido una carrera efímera, buscó nuevos horizontes: “Yo tenía una inquietud de qué estaba pasando con estos bailarines tan talentosos que existían y existen en México y que no había nadie haciendo ese link, esa unión, esa sinergia con el mundo del cine…”.

 

“Empecé como manager de artistas porque siempre he tenido esta inquietud y esta necesidad de justicia; o sea, mi papá me decía ‘¿vas ser abogada o qué?’. En mi cabeza pasaba: “voy a empezar a hacer este link entre los bailarines y los proyectos fílmicos, y empecé a meter a bailarines a películas, comerciales, series, con mi agencia que se llama Rêves (sueños en francés), y con ello a entrar al mundo del cine y de ahí a toda la parte de coreografía”.

 

Priscila Hernández

 

007: Spectre le dio proyección internacional, fue la encargada de poner la coreografía del desfile de Día de Muertos que se aprecia en la película y que más tarde sería institucionalizado como evento anual… Esas tehuanas que aparecen como flotando fueron producto de su creatividad, por ejemplo: “Eso estuvo padre porque, al final de cuentas este tipo de películas se ven en todo el mundo, también fue mostrar un poco de nuestra cultura, sobre todo, por la manera para nosotros, para los mexicanos, de ver la muerte. Fue una gran lupa a nivel internacional para que la gente dijera, «¿Cómo festejan la muerte?», «¿Qué está pasando?».”

 

Nos comparte el proceso creativo de una película: “Es el discurso que el director quiera transmitir. Tú, como coreógrafo, como creativo, tienes una idea, entonces llega el director y te dice, «no, más bien quiero por acá». A veces, tienes que tirar todo lo que tú tenías en tu cerebro a la basura y hacerlo de cero. Es muy importante escuchar y tener la sensibilidad de qué es lo que él quiere, y tú, desde tu experiencia, decirle «Ah, Ok. Tú lo que necesitas es trabajar con bailarines clásicos para esta secuencia o con bailarines contemporáneos» o, «Espérame, creo que un bailarín de urbano puede dar más lo esto que tú necesitas», porque al final, el director sabe de cine, en algunos pocos casos sabe de danza, pero no es la danza como la música que hay muchos directores melómanos que saben de música, la danza es más de nicho. Ahí es mi responsabilidad y mi gusto poder transmitir eso al director y decirle «a ver, creo que esto va por acá o le muestro referencias”.

 

“Se trata sobre qué es lo que requiere la obra o el proyecto en el que me están involucrando. Me gusta explotar al máximo todos los recursos. Aunque sea el desfile de Día de Muertos, yo voy a explotarlo al máximo, si me van a dar voluntarios para trabajar, voy pensar que sean felices, que la pasen bien, vamos a hacer algo que deje memoria en la gente, que dejemos una experiencia. A mí lo que más me llama la atención es el impacto visual que podamos dar”.

 

En 2023 estrenará una película donde el baile es el protagonista: “Justamente hice un musical el año pasado que lo van a estrenar en abril del 2023. Es una película musical, el baile es la estrella. La Usurpadora, el musical, es un remake de la novela, fue esta idea del productor Matt Walden, que es una persona a la que yo admiro mucho, y valoro haber trabajado con él, que tuvo esta idea de hacer una novela musical para el mercado latino”.

 

Si bien el concepto sería similar a cintas como Mamma mía, está adaptado: “Esto es de México, muy mexicano, con canciones que son hits, que ya existen y que ya las adaptaron a la película. El director, Santiago Limón, entiende que el baile es protagonista. Es la vez que más he estado filmando más en un proyecto porque me tocaron hacer más de 11 musicales: casi la mitad de la película es musical. Ahí sí estuve muy involucrada. Justo fue terminando “Bardo”, donde también hice muchas secuencias, cuando menos te das cuenta ya tienes como cinco o seis secuencias dentro de una película, porque normalmente mi aparición dentro de los rodajes es de una escena, por ejemplo, en la serie “Narcos” hice la boda de Selena, pero hay proyectos donde te involucras más”.

 

No obstante, nos comenta que no siempre se le da el peso debido a las coreografías: “A veces, menospreciamos al gremio de la danza, pensamos que la gente no sabe de ella o no le dan la importancia en los proyectos, ‘no pues nada más báilenle’. Sí es importante entregar, aunque sea un pequeño baile, pero de calidad, imagínate si Uma Thurman hubiera echado flojera (inmediatamente me llega a la mente ese emblemático baile con Travolta en Tiempos violentos), puede llegar a ser lo que más le dejó al espectador”.

 

Incluso, nos dice, es poco valorada a la hora de las premiaciones: “Antes daban el (Premio) Oscar al mejor coreógrafo y en el 38° lo dejaron de dar, no entendemos por qué, porque, aparte, después de eso vinieron películas épicas”.

 

Priscila Hernández

 

Aunque Priscila Hernández viene de una formación clásica, no menosprecia a los otros géneros: “Tienen el mismo valor, al final de cuentas, lo que estamos apreciando es el talento, la perseverancia, el trabajo. De eso estamos hablando como artistas, estamos exigiendo una perfección técnica, pero aparte una interpretación. Entonces, para mí, todos los bailarines tienen la misma importancia, el mismo valor y eso también es de lo que yo me he encargado durante los 14 años que tengo con Rêves, que la gente valore a todos”.

 

De hecho, opina que las políticas culturales deberían voltear a ver más a la danza, por ejemplo, aunque hay muchas escuelas de danza sólo hay dos compañías que brindan los ingresos para poder vivir bien: “Es muy importante que la secretaría de Cultura y la gente que está encargada de esos departamentos apoyen más a la danza, porque dentro de todas las artes siento que somos ya el último eslabón, ahí perdido. Al final de cuentas, todas las niñas quieren ser bailarinas y ahora todos los niños también quieren ser breakdancers, quieren bailar hip hop y estamos más cerca de la danza, hasta por el mismo TikTok, hoy todo mundo todo mundo baila. Es necesario acercarlo más todavía, porque hay mucho talento en México”.

 

Ejemplifica: “Fui al Cervantino, y el teatro no estaba completamente lleno, cuando ¡había venido uno de los tres mejores coreógrafos del mundo! La obra que presentó, de verdad, que a cualquiera le puede gustar, no tienes que ser un conocedor de la danza para que te guste, pero dime ¿quién se enteró? Sólo estábamos los del gremio, nada más”.

 

Priscila Hernández estudió en el Centro Nacional de las Artes, donde le dijeron que no servía para la danza; muy tenaz se fue a estudiar a Cuba, a la exigente Escuela Nacional de Arte de La Habana, donde opinaron distinto y se graduó. Tras mucha insistencia entró a la Compañía Nacional de Danza de México.

 

Describe su trabajo: “Soy muy intensa, me interesa que yo esté poniendo el 150 por ciento de mi capacidad en cualquier proyecto, quiero de verdad que sea ¡perfecto! Que visualmente no haya ningún error, que en pantalla se vea lo mejor que pueda verse”.

 

Para concluir se describe como persona: “Soy un ser inquieto, creativo, positivo, intenso, perfeccionista, apasionado, muy mexicana, muy orgullosa en mis raíces. Me han tocado éstos proyectos porque siento que aparte de mi misión en la vida es mostrar lo que es México y el respeto por mi mexicanidad, por mis tradiciones prehispánicas, indígenas y mexicas”.

POLÍTICA

Núm. 300 – Noviembre 2024