CAMBIEMOS EL CONCEPTO DE PRINCESA
- MISCELÁNEO
- enero 2022
- Zuleyka Franco
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Hablemos de la idea que toda mujer, o por lo menos, la mayoría en nuestro país trae consigo, cuando hablamos de una princesa. Nuestra cultura y educación desgraciadamente por muchísimos años ha traído una ola de violencia hacia la mujer, que al pasar del tiempo se ha hecho más evidente con el surgimiento de las redes sociales, con los movimientos de las mujeres que han levantado la voz y han querido hacer valer sus derechos en términos de equidad y género.
Y la verdad es que esto ha sido una maravilla, ya que muchas de las que se sentían reprimidas, doblegadas, maltratadas y demás, han podido comenzar a ejercer el derecho a muchísimas cosas que antes no tenían.
El machismo que sin querer nuestra cultura, educación y familia ha heredado generación tras generación, está empezando a cambiar, aunque como consecuencia, muchas mujeres han muerto y muchas de ellas desgraciadamente, no han tenido la suerte de salir de un círculo vicioso de violencia, de abuso o de imposiciones a las que han sido sometidas muchas de ellas, en su propio hogar.
La princesa rosa que conocemos en los cuentos de hadas cuando somos niñas (casi siempre hasta los 7 años), el príncipe azul que llega a rescatarla, el palacio, el príncipe encantado, el carruaje, la zapatilla, la manzana y el beso, y todo lo demás que aprendemos y nos queda en el inconsciente, es la peor pesadilla que podemos leer a nuestras hijas cada noche antes de ir a dormir, ya que al hacerlo, no nos damos cuenta el enorme daño que causamos (sin querer por supuesto) a nuestras niñas por ser el primer ideal después de la figura paterna.
Si de por sí muchas de las mujeres adultas hoy en día no tienen resuelto su Complejo de Electra con la figura paterna, añadir un ideal que no existe siempre tendrá consecuencias bastante desilusionantes para la mujer, y si aparte de estas dos agregamos las heridas de infancia que todos tenemos por naturaleza y que en la mujer suelen ser las de abandono, rechazo o traición, imaginen cómo será la vida o relaciones sentimentales de alguien que no tiene resueltos estos temas.
Empecemos con la adolescente que se enamora por primera vez (por lo menos en nuestro país), está esperando a ese príncipe que llegará a rescatarla tal vez de las situaciones que vive día a día en casa, por la “incomprensión” aparente de los padres, hermanos y de todo el mundo (típico sentir de un adolescente), y en donde la personalidad que ella espera al conocer a un hombre es errónea, ya que será una figura idealizada y con el que seguramente (o la mayoría de las veces) esperará vivir su “Cuento de Hadas”.
Sin embargo lo primero que encontrará es que después de esa etapa de enamoramiento que ya todos conocemos (o la mayoría de los adultos), en donde todo es miel y dulzura, en donde los dos sacan la mejor máscara que tienen para convencer al otro de que es la o el indicado, viene la fase del verdadero yo, en donde casi siempre el hombre –desde años milenarios fue el cazador, el proveedor de la casa, el típico cavernícola por herencia, cultura y tradición-, se quitará la máscara con la que logró conquistar ese trofeo y logró cazar a esa presa… Ésa a quien decidió convertir en su esposa (en algunos casos) y en la madre de sus hijos. La mujer, que por tener las heridas antes mencionadas, serán capaces de aguantar maltratos, violencia, agresiones, infidelidades, mentiras y todo lo que un abusador puede ofrecer, por el simple hecho de que su inconsciente le dirá que si no soporta todas estas actitudes volverá a sufrir esa herida de rechazo, abandono o traición. Así que, ésta mujer estará dispuesta a soportarlo todo, antes de aceptar la idea de que la abandonen, la rechacen o la traicionen (así funcionan las heridas de infancia).
Es ahí cuando la princesa sufre la mayor de sus decepciones, cuando se da cuenta que el hombre que idealizó, su príncipe azul, el que la rescataría y con el que viviría un cuento rosa, pasará a ser en muchas ocasiones su más temible verdugo. Un hombre que juzga, violenta, agrede, de muchas maneras sin importar edad, clase social, estudios, profesiones, sentimientos o emociones.
La Violencia de Género no sólo son golpes, hay muchas maneras de violentar a una mujer, Violencia Económica, Violencia Verbal, Violencia Patrimonial, Violencia Psicológica. Violencia que muchas mujeres no se atreven a denunciar, aún cuando nuestros tiempos han cambiado y sabemos que podemos alzar la voz, pero entonces…. Qué aburrido ser una princesa rosa ¿no creen?
Si volviera a tener una hija le contaría los mismos cuentos pero modificados, donde la princesa se pudiera vestir del color que más le guste y las zapatillas pudieran ser tenis, botas o con lo que más cómoda se sintiera, donde el príncipe no fuera el que la rescate sino el que la acompañe, apoye e impulse en su cuento y en su camino de vida, sería una princesa autosuficiente económicamente, una princesa arriesgada que va por sus sueños, que lucha por ellos hasta hacerlos realidad y tal vez no sea un castillo, pero si un lugar donde pueda sentirse segura y llena de amor. Donde ella sea una princesa porque así se sienta no porque lleve un vestido, zapatillas y corona. Le contaría un cuento donde su inconsciente grabe muy profundamente el valor que tiene como mujer, como ser humano, como hija, hermana, amiga, profesionista y como todo lo que ella desee llegar a ser. Porque, qué aburrido sería que lograra ser una princesa rosa con castillo, príncipe azul, tierras, riqueza, joyas, sirvientes, pero sin alegría, sueños, metas, libertad, independencia y amor propio y de la persona con quien decida vivir día a día.
Claro que hay muchos hombres que han tenido la suerte de ser educados de manera diferente y muchos que lo son por decisión propia y que hoy en día son ejemplo de respeto, gentileza, apoyo y amor hacia su pareja. A todos ellos les aplaudo con todo el corazón, porque éste tipo de hombres es el que merecemos cada una de las mujeres que conformamos este planeta… Necesitamos que nos alienten a seguir adelante con nuestros sueños e ideales, que nos recuerden lo valiosas que somos como madres, hijas, hermanas, amigas y en cada una de nuestras facetas. Gracias a todos los que sueñan y buscan darles un ejemplo de hombre a sus hijas, para que el día de mañana recuerden las características que debe tener el hombre que orgullosamente estará a su lado.
Así que te invito, a que si tienes una hija, le cuentes un cuento donde la princesa rosa no sea la típica niña abnegada, sino una princesa fuera de serie, que brille con luz propia, con empatía por las personas a su alrededor, con humildad, agradecimiento, pero con el amor y ego suficiente para no dejar que alguien más le quite el poder de ser ella misma. Cambiemos el concepto de Princesa.