¡ROMPAMOS EL SILENCIO!
#Mi Primer Acoso
- MISCELÁNEO
- mayo 2021
- Karla Aparicio
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Te invito a cerrar los ojos y pensar cuándo fue la primera vez que viviste un episodio de acoso sexual… ¿Cómo te sentiste en ese momento? ¿Cuántos años tenías? ¿Dónde estabas? Ahora te hago otra pregunta: ¿Fuiste tú quien vivió el acoso? ¿O fuiste quien perpetuó el acoso?
Mi primer acoso
Creo que tendría ocho o nueve años cuando experimenté mi primer acoso sexual. Me asusté muchísimo. No sabía qué nombre poner a esa agresión, porque a esa edad, pensé que lo merecía, porque me había escapado de casa.
Tras un regaño de mi madre, le anuncié formalmente que había decidido irme de casa, y como ella no me detuvo, no me quedó otra que seguir con el plan a pesar de estar ya arrepentida. Así que me preparé para la travesía hasta la casa de mi abuela. Eran muchas las calles que debía caminar, pero el orgullo le ganó al miedo, así que “inicié ruta”.
Apenas iba a medio camino, cuando pasé por una cuadra desolada y había un hombre solo que me provocó mucho miedo, pero no quedaba más que seguir caminando, aumentando la velocidad y al momento que nos tompamos, se me acercó tanto, que pudo meter la mano bajo mi falda, tocando mis partes íntimas y al mismo tiempo dijo unas palabras muy desagradables. Recuerdo muy bien su barba en mi cara. Todo ocurrió muy rápido, más la marca que dejó, es imborrable. En cuanto pude, corrí a casa de mi abuela lo más veloz que pude, iba tendida en un llanto. Nunca se lo conté a nadie…
Me gustaría decir que soy un caso aislado. Que me sucedió solo a mí. Pero no es así, le sucede a la mayoría de las niñas en mi país y de muchos otros.
#MiPrimerAcoso
En 2016, se pubicó este hastag #miprimeracoso, y de ahí se generaron más de setenta y ocho mil tuits. El 93% de estos tuits eran de mujeres que contaban cómo fueron sus acosos. El 98% de los casos fue a muy temprana edad ¡Entre los 6 y los 11 años! Ni siquiera habían llegado a la adolescencia; más cabe destacar que la edad más común es a los ocho, tal como lo yo lo viví.
En la mayoría de las publicaciones, se encontraron cuatro patrones en común que en verdad sorprenden:
1.- La Culpa
La mayoría de las mujeres, al igual que yo, sienten o sentían culpa porque pensaban que algo habían hecho para merecerlo. La culpa, viene de un sistema que ha enseñado a los hombres que tienen derecho sobre nuestros cuerpos, y los hombres se aprovechan de este sistema. No importa lo largo o corto de la falda o del escote, un acoso NUNCA es nuestra culpa.
2.- Primer círculo
El 98% de los casos fueron perpetuados en el primer círculo, es decir, los acosadores fueron amigos de la familia, primos, tíos, hermanos, padrastros y hasta padres.
3.- Espacios cotidianos
Muchas de las mujeres sufrieron el acoso en la escuela o en su propia casa. En el lugar donde deberían sentirse seguras.
4.- El silencio
Muchas se habían quedado en silencio durante años, solo para poder ponerle nombre al acoso sexual y poder hablar de él. Para muchas de esas mujeres, esa era la primera vez que podían contarlo.
¿Qué está sucediendo? ¿Por qué los hombres están tocando a las niñas? ¿Tal vez es cuestión de edad? Me gustaría decir que sí… Que despúes de esa edad desaparecen los acosos, pero lamentablemente no es así. Despúes del primer acoso, sigue el segundo a los 10, continúa(n) a los 12, a los 14 años, y no terminan. Es entonces que aprendemos a crear mecanismos de defensa, porque no nos sentimos seguras, pero nada de esto funciona, porque el acoso sexual está presente en todos lados y a cualquier edad. Simplemente, ¡No se detiene!
Más del 90% de las mujeres hemos sufrido por lo menos un acoso sexual en nuestras vidas. Y me pregunto, ¿por qué los hombres no hablan de ninguna experiencia similar? Porque en ellos, hablar de “esto”, de la experiencia, es aún más difícil, por temas culturales, sociales, religiosos, educativos, que implica vergüenza, ser señalado con todos los estigmas que se les ocurra. El porcentaje en ellos no es menor, más el no denunciar no ha ayudado a tener un registro completo de lo que ocurre con los varones. También son presas de familiares, de personas de su mismo sexo, de compañeros(as), maestros(as) o jefes(as) que condicionan el ascenso o la permanencia de su trabajo o de pasar el semestre. Al mismo tiempo, tenemos una gran problemática, porque hay cosas que nos lastiman y enfurecen tanto, que muchas veces preferimos hacer como que “no las vemos”, o no las “vivimos”, y optamos por callarlas o negarlas. Pero es labor nuestra solucionar esta terrible situación.
¡Rompamos el silencio!
Nacer mujer, es dar por hecho que tenemos que aprender a salir bien o lo mejor libradas de cualquier acoso, repetirnos y mentirnos a nosotras mismas que nunca existió. Lo acatamos como parte implícita de nuestro pecado original. En silencio. ¿Por qué nuestro testimonio siempre está en tela de juicio? ¿Por qué siempre es cuestionable y dudoso?
Aún seguimos escuchando despúes de una noticia desgarradora sobre un crimen sexual aberrantes palabras como: “Andaba tomada”, “Mira cómo se vestía”, “¡Se lo merecía!”, “¡Es una puta!”, etc. ¡Qué triste! Esto nos debería enojar mucho.
¿Cuánto camino nos falta por recorrer, si la presunción de inocencia arrasa con nuestra verdad? Por lo general, el abuso sexual queda impune y la violación es casi imposible de comprobar, además en muchas ocasiones, nos señalan como responsables de la misma.
Nuestro sistema de justicia es realmente precario en las medidas de protección que existen frente a un agresor, ¡son una burla!
Aparte de todo esto, no somos bien vistas cuando salimos a la calle a gritar que <>. Y en lugar de hacer las autoridades y la sociedad algo por nosotras, mandan acarreadas para provocar violencia y hacernos ver como seres irracionales.
Es ináudito que hoy en día permitamos que haya candidatos a presidir nuestros gobiernos, con acusaciones serias de abusos y violaciones sexuales, y que además se llenan la boca con frases sobre igualdad de género y se declaran inocentes. ¿Qué candidato plantea soluciones estatales para detener los feminicidios? Creo que ninguno, pueden corregirme, porque sería feliz si me equivocara en dicha afirmación.
Es necesario que hablemos de estos temas, aunque nos incomoden. ¿Cómo lo vamos a hacer? Podemos empezar a través de la empatía. Con las historias contactamos con los demás e identificamos. Que nuestra voz, sea canto universal. Porque lo que no decimos se transforma en una herida abierta, no muere… ¡Nos mata!
Mujeres:
Hablemos de nuestras historias. Hagámoslas nuestras. Si no las hablamos, esas historias se quedan enterradas causando enfermedades físicas y psicológicas; fomenta que los victimarios aprovechen el silencio para seguir acosando y violando. Mas si esas historias las convertimos en nuestras, si rompemos el silencio, en vez de ser víctimas, empezaremos realmente a actuar en contra del abuso sexual y sus perpetradores(as).
Nuestros niños:
Hablemos con nuestros hijos e hijas una y otra vez. Que les quede claro que su cuerpo es suyo y de nadie más. Nadie lo debe tocar. Hacerlos conscientes de que no son dueños de ningún otro cuerpo. Y si alguien les llegara a acariciar, inmediatamente mencionen quién es esa persona. Creerles, apoyarles y decirles a esos pequeños que ellos no son culpables. No solo hay que ensañarles a cuidarse para no ser violada o violado, también enseñémosle a no violar. Eduquemos seres libres de estereotipos de género.
Hombres:
Dense cuenta, sus acciones siempre tendrán repercusiones. Y lo que sea que le hagan a otra persona tiene consecuencias más allá del acto en ese momento. Escuchen a sus hermanas, a sus madres y a sus hijas. Detengan el acoso de otros hombres, en donde lo vean. No se queden de brazos cruzados.
Esto es algo que podemos hacer todos y todas:
Hay dos cosas que se rompen si se abordan: el silencio y el acoso sexual.
¡Rompamos el silencio! ¡Rompamos el acoso sexual!
Tengamos presente que todos nacimos de una mujer. Este artículo, está dedicado a todos los que han vivido algún episodio de acoso sexual o violación, ya sea como víctimas o victimarios.
Soy Karla Aparicio y Soy de Jalisco
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