YA NO QUIERO SER UNA GUERRERA
Quiero transmutar de la guerra a la paz, porque la vida es fácil para mí
- MISCELÁNEO
- agosto 2021
- Karla Aparicio
- Pinturas: Carlos Larracilla. https://carloslarracilla.art
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En una sesión de coaching, Mayra, una de mis guías a quien le agradezco desde el fondo del alma su acompañamiento, detectó en mí el uso constante, insistente de frases como “¡Qué difícil es…!” y “¡No está fácil…!”. Ella me comentó, – ¡Ay, Karla! La vida debe ser fácil, solo está en cómo lo decretas. Mira, vas a escribir de tu puño y letra la frase “Porque la vida es fácil para mí …”, y de ahí vas a comenzar tu oración, que te va a llevar a la acción. Es decir: “Porque la vida es fácil para mí, hoy vendí lo que nunca en mi vida me imaginé”.
Reflexionando sobre esto, me cayó un “veinte” más, que me ha marcado mucho. Me hizo tanto bien descubrirlo que me urge compartirlo para que ojalá caigan más «veintes», aparte del mío.
Desde siempre, a casi todas las mujeres se nos ha dicho, con el fin de nunca rendirnos, que “somos unas guerreras” y así nos hemos conducido por el mundo. Nos creemos la etiqueta y vamos como arqueras infalibles: con la armadura bien puesta, la espada y el escudo, enfrentando todo tipo guerras, “salvando tormentas, ciclones y dragones, sin exagerar”
“Toda mujer tiene en su alma una guerrera que nunca se rinde, que pelea contra las adversidades, que lucha por sus sueños, que avanza con firmeza, que no se deja vencer por los golpes y que no se doblega ante la dureza de la vida”.
¡Qué frase tan fuerte! y sobre todo ¡qué cansado! Luchar tanto para merecer. Con esta creencia en nuestro cerebro ¿Cómo no va a “ser difícil” llegar a cualquier parte, a donde se tenga qué llegar?
Es así como asocio, lo que detectó Mayra en mis decretos (“¡Qué difícil!”), y el orgullo que me daba ser una mujer guerrera, era obvio, que atraerían a mi vida luchas y más luchas. Debo confesar que por lo general ganaba las batallas, pero ¿Qué necesidad de luchar si por default es un regalo del Universo?, eso cansa y mucho.
Viendo esto, hice mi tarea desde el primer día, la de repetir la frase de Mayra (“Porque la vida es fácil para mi…”) Y aparte, liberé mi armadura, les juro que me siento ligera, ¡Casi que floto! Y con más amor, además las cosas se me están dando, como si me las mereciera: “casi sin querer”.
Aunque confieso que aquella horrorosa frase, que ya casi borro de mis pensamientos, a veces quiere salir de mi boca, pero no se lo permito, me hago consciente y cambio las palabras. Lo que quiero compartir es que no viene de la noche a la mañana esto de la transformación, no es magia. Hay que hacer la tarea.
Qué pasaría si soltamos el decreto de que somos mujeres guerreras, y aprendemos a vivir en la energía de la mujer que ama, la mujer que fluye y va con fuerza y empoderada por todo lo que desea, porque lo merece. El Universo es muy sabio, si decretamos ser guerreras, entonces más y más luchas, más y más guerras llegarán sin tregua: Luchar por tener una pareja, luchar por conseguir un mejor nivel de vida, luchar por mantener el equilibrio con una misma, luchar por salir de una enfermedad, sigamos decretando más y más luchas y tendremos más y más experiencias que nos dejarán con las alas rotas, con el alma cansada y el corazón herido.
Vivamos como mujeres de luz que vibran en amor
El amor todo lo logra en paz, en armonía, en alegría, el amor deja fluir en la bella danza de la vida. La mujer Guerrera carga con un gran peso emocional y aparte de una poderosa armadura, pero ¿Cómo están nuestras espaldas? ¿Hay dolor? ¿Cómo no va a sentirse dolor, dolor de cabeza, de espalda, de rodillas, dolor y más dolor?
La mujer amante, la mujer de luz, recorre su vida con los brazos abiertos dispuesta a vivir experiencias de aprendizaje por medio del amor y va con su melena danzando con el viento, fluyendo, porque se sabe viviendo en la frecuencia del amor.
Seamos mujeres fuertes, mujeres empoderadas, mujeres de luz, mujeres de amor, pero no más mujeres guerreras, por ti, por nuestras hijas e hijos y por todas las mujeres, por nuestro planeta escuela, que necesita transmutar de la guerra a la paz.