Revista Personae

EL COSTO DE NO DECIDIR PARA EVITAR DESASTRES

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Alguna vez se han preguntado ¿cuántos aviones se encuentran volando en el mundo en un día? Recientemente, el día 6 de julio, una aplicación que me gusta y que uso frecuentemente “Flight Radar 24”, mostró que había 134,286 aviones en el aire. Esta aplicación que es de uso libre (yo tengo la versión plata, por la que pago como $80.00 Pesos al año), y permite a uno seguir un vuelo en tiempo real en cualquier lugar del mundo y nos muestra cuál es el tipo de aeronave, fecha de construcción, la trayectoria que lleva, el tiempo restante para llegar al destino y si va a tiempo o no. Yo la uso para, de alguna manera, acompañar a mis familiares en sus vuelos. Por supuesto, también puede uno ver los vuelos hacia y del nuevo aeropuerto Felipe Ángeles, que usa las siglas de NLU, supongo Nueva Santa Lucía. Si esta cifra de vuelos por día, la dividiéramos entre los segundos de un día, nos resultaría 1.5 vuelos por segundo, pensando que cada avión despegó en ese tiempo.

 

Se escucha fácil ese número, pero el que un avión esté volando, requiere de mucha tecnología y de una cantidad importante de personas para que esto suceda. Si se presenta una falla en un avión en pleno vuelo, las consecuencias pueden ser catastróficas, a diferencia de un automóvil o autobús, que solo tendría que orillarse y esperar a ser arreglado o remolcado, la condición de una aeronave es muy diferente, no puede orillarse en cualquier lugar y no necesariamente puede aterrizar en cualquier aeropuerto. Por ejemplo, los grandes aviones que provienen de Europa cada tarde a la CdMX, a los que se les dice cariñosamente “heavies (pesados)”, como los Jumbo, Boeing A380 de dos pisos, o el Boeing 787 Dreamliner (como el que ‘vendimos’), no pueden aterrizar en cualquier aeropuerto de México, de manera que, si tienen una emergencia, deben contar con suficiente combustible para llegar a Cancún, Guadalajara o Monterrey, algunos de los pocos aeropuertos que los pueden recibir.

 

La aplicación Flight Radar 24, detectó el día 6 de julio, 134,386 vuelos en el mundo. Es el día en que más vuelos ha registrado esa aplicación.

 

Ahora, si consideramos que de acuerdo con la SEMOVI en la CdMX hay 29,128 vehículos de transporte público (62% microbuses, 22% autobuses y 16% combis), y con base al Reporte Trimestral de Hechos de Tránsito del 1er trimestre de 2020, en donde se reporta que hay 14.2% de accidentes en ese lapso, tendremos un promedio de 6.8 accidentes al día en la CdMX, en donde está involucrado el transporte público. En el caso de las aeronaves, la tasa de accidentes en el mundo es de 1.94 por millón de vuelos, que resulta entonces en cerca de 0.25 accidentes aéreos o un accidente aéreo cada 4 días a nivel mundial. Datos del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos indican que con un poco menos de 70 millones de vuelos al año, la posibilidad de morir en un accidente aéreo es de 1 en 205,552 y la de morir en un accidente vehicular es de 1 en 102. Es claro, que si esa fuera la tasa de accidentes en el ramo de la aviación nadie volaría. ¿Por qué es diferente, si ambos son medios de transporte? Primero, los aviones son muchísimo más costosos que un autobús o microbús, debido a la cantidad de tecnología e ingeniería usada en su diseño para tener estándares muy altos de seguridad. Segundo, cada avión es revisado y checado cada que aterriza y su mantenimiento requiere de cambios completos de piezas cada determinado número de horas de vuelo. Tercero, hay muchas personas involucradas en la logística de vuelo de cada aeronave, ya sea en tierra o en el espacio aéreo. Cuarto y último, el costo de un pasaje aéreo es caro. Estas cuatro características, no necesariamente se aplican en el transporte público.

 

De manera, que si es posible mitigar la posibilidad de accidentes, incluso desastres, pero requiere de conocimiento, de monitoreo, sistemas de aviso y de capacidad de reacción. Aun así, es complicado cubrir todos los aspectos, por ejemplo, en el caso de la aviación, la actividad de volcanes, que es incierta, ¿qué tanto efecto puede tener en los aviones en vuelo? Existe una institución VAAC (Volcano Ash Advisory Center. Centro de Avisos de Emisión de Ceniza Volcánica), que depende de la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica) en Estados Unidos, el Centro VAAC de Washington, es el que vigila el cuadrante en dónde se encuentran los volcanes de México, Centroamérica, Colombia y Ecuador, vigilándolos con satélites que detectan la presencia de emisión de ceniza, su altura y dirección, para así notificar a aeropuertos, para que avisen a las aeronaves en la región y que eviten entrar a nubes de ceniza volcánica, que podrían dañar el fuselaje y motores.

 

La reputación de la actividad volcánica ha cambiado recientemente. Recordarán la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apei que el 15 de enero de 2022, produjo una inmensa nube de ceniza y un tsunami importante. La evaluación del material emitido por el volcán alcanzó más de 20 Km de altura. Ya que la explosión fue submarina, la ceniza y vapor de agua, ambas partículas de unas cuantas micras de tamaño (menores que el diámetro de un cabello), se quedaron flotando en la estratósfera y provocaron cambios químicos y disminuyeron la cantidad de luz solar que recibimos, incrementando la temperatura de la superficie del Planeta, lo que provocó las olas de calor actuales a nivel global. Además de que también se ha investigado que agua salada, viajando a través del campo magnético de la Tierra, lo puede alterar, al inducir corrientes eléctricas y campos electromagnéticos secundarios.

 

La erupción submarina del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai del 15 de enero de 2022 Envió 55 millones de toneladas de vapor de agua a la atmósfera y estratósfera.

 

Cuando pensamos que entendemos los efectos de estos fenómenos naturales, como volcanes, sismos, tsunamis y huracanes, nos damos cuenta de que aún hay cosas que descubrir e investigar. Ahora contamos con mucha información de una gran cantidad de instrumentos que utilizan inmensas computadoras con modelos sofisticados con muchos datos para estudiar a nuestro Planeta, pero la misma ciencia nos indica que aún sabemos poco del impacto que tienen los fenómenos, en conjunto con la actividad del ser humano sobre la Tierra.

 

¿Qué necesitamos hacer? ¿Más información? Sí sería útil, pero creo que involucrar a las personas es necesario y prioritario. La incertidumbre sobre qué va a pasar, sobre si va a temblar, o entrar en erupción un volcán, o si vendrá un gran ciclón tropical o huracán, generan dos posibles reacciones: que tomemos decisiones sobre qué hacer, o no hacer nada y esperar a que no pasen esos eventos. Generalmente optamos por la última, ya que tomar decisiones requiere de información (que cuesta), disminuye la incertidumbre y también el riesgo. Optar por decidir “no decidir”, curiosamente es la opción más cara. Un paso a la vez. Aunque ya esté lloviendo, deberíamos usar menos agua en nuestras tareas diarias, usar menos energía eléctrica, revisar los puntos vulnerables ante sismos en nuestra casa, si cae ceniza volcánica, recogerla al igual que la basura en banquetas y calles, que tapan el drenaje. Hay que hacer algo ¡Ya!

 

Prevenir es decidir.

Carlos Miguel Valdés González

POLÍTICA

Núm. 293 – Abril 2024