JESÚS LEMUS
Desnuda al sistema judicial mexicano
- PERIODISTA
- septiembre 2024
- Patricio Cortés
- Fotografía: Cortesía de Jesús Lemus
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Charlamos Jesús Lemus con el pretexto de su más reciente libro El cártel judicial. Radiografía de un poder fallido, donde revela gran parte de la corrupción de nuestro sistema de justicia, no sólo de sus actuaciones, sino incluso en la asignación de cargos que van desde nepotismo hasta exámenes de oposición truqueados.
En el preámbulo de la Reforma Judicial pudiese pensarse que el libro surge como una forma de apoyo al proyecto presidencial, mas el autor marca su distancia. Le comento que el titulo suena fuerte y responde: “El cartel judicial es un libro muy fuerte, porque a final de cuentas es una radiografía interna de qué es el poder judicial para exponer qué tanto está arraigada la corrupción dentro del poder judicial de la federación. Es una exposición de porqué sí debe haber una reforma al poder judicial; pero también de por qué no debe ser como la quiere el presidente López Obrador. Entonces es un trabajo periodístico que se mete para explicar la corrupción de estos personajes que son los jueces”.
Expone: “No puede ser como la quiere el presidente porque le quiere infectar el tufo político al decidir que cualquiera puede ser juez. Por supuesto que no, tiene que haber una especialidad, el juez no puede venir de los partidos políticos, no puede ser el más popular. O sea, sí debe ser tocada por una votación, pero el candidato que aspire a ser juez tiene que salir de una escuela judicial, de un colegio de abogados, de la academia, no de los partidos políticos como lo quiere López Obrador”.
“Propone que haya jueces sin rostro y sin nombre, como lo propusieron Calderón y García Luna en algún tiempo, y eso hace más oscuro al poder judicial. Se supone que esta reforma se propone para que haya más claridad, más transparencia desde adentro del poder judicial y un juez sin rostro, sin hombre, pues, es difícil que te dé una explicación. No tiene que ser precisamente con el tufo político, porque justamente lo que ha destruido al poder judicial es la participación de los políticos en la designación de ministros por cuota de poder de los presidentes, eso es lo que ha tenido jodido al poder judicial. Creo que sí se debe hacer una reforma porque se requiere. Yo en este libro digo que el 80% de los jueces tienen algún tipo de conexión corrupta con poderes fácticos, como con el estado, concretamente el Ejército, las empresas, el narcotráfico, grupos delictivos, grupos empresariales; hay, también, un 20% que deben ser rescatados que son jueces que trabajan honestamente, que son limpios, honestos y que no se prestan a corruptelas”.
Las afirmaciones contenidas en el libro podrían generar resentimientos entre jueces, lo cual es riesgoso si se llega a caer en un juzgado, el periodista reconoce: “Sí, pero también está mi responsabilidad como periodista en el libre ejercicio periodístico; o sea, no puedo tampoco callar lo que ya conocí en ejercicio periodístico, lo que ya investigué; porque si me lo callo sería tan corrupto como ellos. Sé el riesgo que significa meterse con un letrado de estos, sí; pero también te voy a decir una cosa, no hay una sola línea que no tenga un sustento, tan no han podido encontrar un solo hueco en mi libro que no tengo ninguna queja, al contrario, me han hablado ministros, magistrados, jueces para decirme ‘Oye qué buen trabajo hiciste’, ‘te felicito, pero te quedaste corto’. Tengo, por supuesto, el riesgo, pero primero, espero no estar nunca involucrado en un caso con un juez, no tener que verme en un juzgado. Por supuesto que siempre estará antepuesto el derecho a la información de la gente y el derecho a mi trabajo para poder denunciar este tipo de corruptelas, es un poder muy, muy poderoso, el poder judicial: sin embargo, creo que vale más la pena todo ese riesgo que quedárselo callado y que la gente no lo sepa”.
Jesús Lemus ha sufrido de primera mano los vicios del sistema judicial, ya que fue culpado de narcotráfico mientras hacia una investigación periodística sobre el tema, lo que lo llevó a la cárcel, de donde surge su libro Los malditos, reconoce: “A lo mejor por eso mismo lo hago, porque yo ya estuve con un juez todopoderoso, semidios, que por sus huevos me encarceló porque no había una sola prueba para que me encarcelara y, por sus huevos, me dio una sentencia condenatoria en la primera instancia. Eso me motivó mucho, pesó para mí mucho el poder decir: «bueno, tengo que decir todo esto porque yo lo viví», y créeme que he platicado con cientos de personas que han estado con problemas similares al mío, donde un juez, nomás porque pudo, los encerró sin tener ninguna posibilidad de nada y como si fueran totalmente dioses estos cabrones.
Por eso, dije ‘tengo que publicarlo’ y no en una especie de venganza en una especie, si quieres, hasta catártica para la sociedad, para que la población sienta que también podemos alzar la voz, porque tenemos la palabra. Mientras tengamos la palabra no hay nadie que esté por encima de nosotros, de la sociedad, me refiero, de la gente. Por eso, hice este libro, para que vieran que, también, de aquí para allá se puede señalar y ahora tenemos que señalar fuerte, porque la afrenta que le han hecho a la gente estos jueces es mucha y la tienen que pagar”.
Diagnostica: “Tenemos un Estado de Derecho totalmente roto, desde un presidente de la República con evidentes muestras de simpatía con el narcotráfico, que se terminó convirtiendo en lo que juró que iba a luchar contra las mafias del poder, contra la corrupción, contra el nepotismo, contra la impunidad; o sea, se convirtió en eso, en un pequeño dictadorcillo ridículo que prácticamente no vino a hacer nada, solo a traicionar al pueblo de México, no hubo cambio. Desde ahí, comenzamos mal, si el poder ejecutivo está mal, está también roto, así como el legislativo y el judicial ¿qué nos queda? Por eso, la importancia de que los medios de comunicación nos convertimos en contrapeso, porque fuimos el único reducto en el que no llegó a permear esa corrupción que se tragó al poder judicial, al poder ejecutivo y al poder legislativo. Somos los que, de alguna forma, luchamos por mantener algo de democracia y por tratar de restablecer el Estado mexicano”.
Pasamos al tema del Mayo Zambada, opina: “Se va a cumplir un mes de que lo capturaron y tenemos un fiscal soberbio, soberbio, su piel blanca le parece que le impide tener rose con el pueblo prieto al que le pertenece, al que le está sirviendo, se niega dar una explicación a la gente. Vamos a cumplir un mes y no sabemos si fue entrega, si fue una invasión de Estados Unidos, si fue una operación secreta de la CIA, si fue un secuestro que sucedió en suelo mexicano o si el gobierno mexicano participó; es más, no sabemos si los muertos y los desaparecidos que se dieron en ese hecho estuvieron en el lugar de los hechos, no sabemos si el gobernador tiene o no tiene relación. No sabemos nada, lo único que evidencia el caso del Mayo es la falta de transparencia de la autoridad ministerial en México, de la fiscalía corrupta de Alejandro Gertz Manero y de que el fiscal ni siquiera ha sido capaz de darle un informe al presidente de la República. Si no fuera por la justicia norteamericana -aplicada, si quieres tú, en forma ilegal o como tú gustes-, no tendríamos preso al Chapo, a García Luna, al Chapito, a Ovidio; o sea, no tendríamos pesos a ninguno porque en México no se les persigue”.
Comenta que le hubiese gustado incluir este suceso en su libro: “El caso del Mayo tiene una connotación judicial tremenda, comenzando de la inadmisión de la Fiscalía General de la República, desde ahí partimos. Por supuesto que hubiera entrado un capítulo que reflejaría la necesidad de que la reforma al poder judicial también incluyera una reforma a las fiscalías de los estados y de la general de la República”.
Para concluir nos recuerda que el tema va más allá de los jueces: “Acuérdate que la justicia en México se aplica en dos momentos, primero es cuando se persigue el delito y ese corresponde a las fiscalías que son de los ejecutivos y el segundo momento, es la sanción del delito que corresponde a los jueces, que es el poder judicial. El presidente de la República, mañosamente, se fija en que nomás está fallando el poder judicial en las sentencias, pero no se fija que él mismo, el ejecutivo, está fallando en la persecución del delito. El presidente se queja de las libertades que otorgan los jueces, pero no se fija que esas libertades están fincadas en la deficiencia o en la mala intención de los ministerios públicos para que salgan los delincuentes en la primera que le toque a un juez revisar. Es fundamental, necesaria, básica, la revisión de las fiscalías para poder establecer un principio de legalidad en el país”.
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