Revista Personae

EL ESPEJO MENTAL COMO REFLEJO DE LAS EMOCIONES

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LA PINTORA

Era una noche fría de noviembre, el olor a café y del pan recién horneado llegaba hasta el estudio, mientras las hojas de los árboles caían lentamente. La luna y las estrellas con su magia brillaban con intensidad, y los trazos envolvían el cálido ambiente, que poco a poco, daban vida a un espectacular paisaje. Se podía sentir cómo el pincel se deslizaba y la pintora se conectaba a sus mejores recuerdos que la transportaban a su casa de campo familiar.

 

Siempre decía: “La vida es bella. Solo basta conectarse con los mejores recuerdos de la infancia por medio de un pincel”. Era como robarle al tiempo un poco de su historia…Un pequeño caballete y las enseñanzas de su abuela materna que también era pintora, de quien heredó su talento y el gusto por el arte.

 

EN SU PAISAJE

El espejo mental como reflejo de las emociones

El sol se mostraba imponente y majestuoso. Las aves volaban en libertad sin que nadie detuviera su camino, y una cascada de agua cristalina generaba los sentimientos más puros y nobles. Los árboles daban la impresión, de que guardaban los más bellos momentos. Todo era tan real y perfecto. Cada figura simbolizaba, la paz y fortaleza interior de su creadora.

 

Su obra fue seleccionada y pronto la presentaría en una de las más importantes galerías de la Ciudad de México. El día esperado llegó. Su paisaje se encontraba en medio de dos obras maestras y su corazón palpitaba de emoción. Se acercó una mujer que en su mirada reflejaba profunda tristeza ocasionada por un estado de depresión. Sus ojos solo proyectaban un paisaje gris, árido y desolado, rodeado de laberintos mentales. Estaba atormentada por su pasado, estacionado en el presente. Transformó el más bello paisaje, en rostros que reflejaban sufrimiento y de inmediato se conectó con esas imágenes: una de ellas arrastraba cadenas y un profundo dolor que atravesó su corazón. Experimentó, cómo un remolino de pensamientos negativos la sujetaban como demonios enfurecidos que se llevan todo a su paso. 

 

En la galería había muchas personas deseosas de admirar las obras, todos miraban el paisaje con la ilusión óptica de sus emociones. Para algunos les producía una profunda paz interior, mientras a otros, les hacía recordar su lugar de origen. La alegría tocaba el corazón de los que saben disfrutar la vida, y la tristeza, de los muertos vivientes.

 

Se acercó un joven que sonreía al fantasear que él era parte del paisaje, se imaginaba correr por la alfombra de pasto hasta llegar a la cascada. La obra simbolizaba los sueños convertidos en una formidable realidad, y eso le recordó, que pronto se graduaría como Ingeniero. Su novia que tomaba su mano, quedó perpleja al admirar la pintura. Sentía como si estuviera en la tierra que la vio nacer, y cerró los ojos mientras le llegaban momentos de su vida. El chocolate caliente que le preparaba su madre, el gallo de su vecino que todas las mañanas la despertaba, el sonido del viento que en ocasiones la inquietaba, pero que le hacían añorar su vida antes de llegar a estudiar, a la Gran Ciudad. Los jóvenes continuaron su recorrido por la galería y el paisaje quedó inmortalizado en sus mentes, cómo un momento especial que recordarían por siempre. 

 

 

ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO

El espejo mental como reflejo de las emociones

Solo basta mirar el cielo para que la magia envuelva todo lo que posee… Son como los pensamientos positivos que son las afirmaciones que se quieren para la vida: hay quienes hacen de su cielo, un infierno. Cuando la mente enferma transforma lo sublime en algo aterrador. Nadie escapa de los verdugos mentales cuando se vive del pasado y se deja pasar la oportunidad que se llama presente.

El decidir levantarse todos los días con fe, amor, creación, proyectos, valorando la vida que les fue regalada y hacer de este gran evento, la mejor fiesta, o quedarse en el desierto interior, donde nada crece y todo muere.

 

 

El REY QUE CUIDA SU CASTILLO

El espejo mental como reflejo de las emociones 

No hay nada más impresionante que un castillo, para ello se necesita de un gran rey que cuide lo que tiene, y ponerse la armadura emocional correcta para enfrentar las batallas que se presenten. Dar las órdenes adecuadas a sus pensamientos, para que las emociones positivas lo lleven a cuidar su imperio. Cada decisión puede conducirlo a conquistar sus metas, y, aunque enfrente derrotas, jamás se dará por vencido, porque no desea convertir su castillo en ruinas.

 

Ama quien es y tiene un profundo respeto por los demás. Esa es la filosofía de vida que ha empleado desde siempre. El agradecimiento uno de sus grandes valores y el alma guerrera su escudo protector. No hay nada más valioso que cuidar, proteger y preservar su castillo. Cada mañana al salir el sol, el rey mira al cielo con amabilidad y humildad, porque sabe que cada día, es una nueva oportunidad. 

El espejo mental como reflejo de las emociones

Por último, quiero señalar que en las presentes narraciones, el espejo mental es el reflejo de las emociones que se proyectan al exterior. Hay quienes deciden que sus pensamientos sean su gran tirano y otros, hacen una obra de arte de su vida; construyen su propio castillo interior, y miran al cielo para poder encontrar, algo significativo y trascendental.

 

Psicoterapeuta Raquel Estrada

Logoterapia y Tanatologia🦋

psiconatura@raquelestrada.com

55-55035476

SALUD

Núm. 300 – Noviembre 2024