LAS ALAS DE LA SEXUALIDAD MÁGICA
- SEXUALIDAD
- marzo 2021
- Jaquelin Machado G.
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Sensaciones nuevas surgen en tu vida cuando tu vida sexual se transforma desde lo más profundo de tu ser, porque se manifiesta un nuevo vínculo con el amor y la sexualidad. Se manifiesta en ti una apertura hacia el Espíritu y te muestras en calma durante el encuentro de la danza de los amantes, una danza cargada de pasión, deseo, orgasmos y caricias mutuas que te meten en las cumbres y valles de las montañas terrenales de tu cuerpo y el de tu pareja, pasando por el misterioso mar de las emociones y sentimientos que se despiertan durante las caricias, los besos, las miradas, los alientos, continuando por los vientos galopantes del encuentro amoroso al intercambiar los alientos, los ritmos de las respiraciones, a veces agitadas, a veces más suaves, hasta que el fuego de la pasión encendido por el calor generado por ambos danzantes del amor, activa y enciende el brillo de la consciencia que los conduce hacia la elevación de la energía sexual, abriendo ambos las alas de la sexualidad mágica.
Andar por este sendero implica una consciencia despierta para que puedas abrir tus alas y volar los altos cielos de la sexualidad
Para ello, haz de trabajar sobre tus resistencias al placer, a las caricias, a la desnudez de tu cuerpo; lo mismo afrontar la zona oscura de tu sexo cargada de traumas, conflictos, prejuicios y juicios, creencias de limitación y herencias de tu linaje familiar; no menos importante es el trabajar con tus apegos al pasado, a tus parejas anteriores, a tu obsesión por el placer, a la pornografía y a tus fantasías. Se trata de ir disolviendo los aspectos de lo conocido y familiar para acceder a lo misterioso y desconocido de la sexualidad mágica en la cual has de encontrarte totalmente presente y experimentar sensaciones, sentimientos frescos, nuevos e incognoscibles hasta ese momento para ti.
Abrir tus alas hacia la sexualidad mágica requiere de tu valor para entregarte plena y completamente a tu amante lo mismo que él a ti.
Se trata así, de un deseo y excitación mutuos, pero de ir más allá del placer genital, del desfogue de un deseo carnal, que es muy rico, pero que solo te obliga a la repetición una y otra vez porque la entrega es tan superficial que se te “olvida lo que sentiste” y necesitas repetir como el adicto a las drogas, y esa repetición se vuelve compulsiva porque tu energía sexual se derrocha en el hombre al eyacular y en la mujer por el exceso emocional.
Abrir tus alas hacia la sexualidad mágica es un salto cuántico porque una vez que logras acceder a la elevación de tu energía sexual y experimentar el éxtasis de la copulación y el brillo de tu consciencia, entonces, se desvanece todo lo viejo que hasta ese momento habitaba en ti y un mundo nuevo de altos vuelos se abre ante ti, por lo tanto, tu vida se transforma totalmente.
Has de amar tu propia oscuridad sexual
Así es que cuando lleguen a ti los conflictos y miedos en tus encuentros amorosos has de asumirlos porque no puedes llegar al éxtasis pleno si niegas lo que te atemoriza, lo que te obsesiona del sexo, tus perversiones al igual que tus represiones, tus ansiedades, angustias, traumas y juicios solo por mencionar algunas variables. Por lo tanto, tienes que aceptar tu oscuridad sexual asumiéndola.
Es importante que sepas que al momento de la entrega en la danza de los amantes se establece una comunicación sexual sagrada que mueve las energías sexuales a tres niveles que son: el sexo (genitales), el amor (fusión) y el éxtasis (vínculo al espíritu).
Sin embargo, para lograr elevar la energía sexual en la danza sexual de los amantes y vivir el éxtasis de la fusión amorosa, el sendero sexual va de la unión genital, pasando por las caricias y los besos que encienden el fuego de la pasión y seguir el ascenso a la unión de corazones hasta llegar a la corona del éxtasis pero, ambos amantes han de tener el valor de librar las batallas floridas afrontando el dolor de la etapa oscura de tu sexualidad individual.
A veces el dolor nos abruma, nos llena de impotencia, nos hace llegar a una desesperación que nos empuja más allá del ruido corporal hacia la pura conciencia. Es entonces que nos preguntamos: ¿Qué me ha traído hasta aquí? ¿Cómo he llegado a este estado? ¿Sirve para algo sufrir tanto? O simplemente, el dolor es un enemigo que hay que acallar con sedantes porque eso calma también su causa, es decir, la falta de armonía interna, el desequilibrio de tu vida sexual, los traumas y conflictos de tu sexo, los pactos y juramentos de negación para “no repetir lo mismo” y evitar ser lastimad@, el miedo a la soledad y al vacío del que tanto huimos. Desde niños, todos los hijos del miedo aparecen: la falta de autoestima, el autoritarismo, el rencor acumulado, la culpabilidad, la confusión, la vergüenza, la ausencia de amor, el control educativo del dolor, la aceptación de la norma del borreguismo.
Imagina lo que estos hijos del miedo producen en la vida sexual, más adelante, cuando se trata de los niños y las niñas que son tercos u obstinados y que se niegan a expresar sus emociones y a llorar y que saben apretar los dientes. Que no se atreven a enfrentar a las figuras autoritarias, que a su vez, acumulan una gran carga de rechazo contra ellas y que a lo largo de sus años de madurez las va carcomiendo por dentro creando las bases del infarto, la osteoporosis y el cáncer.
Todo esto se va condensando en las partes más vulnerables de nuestro cuerpo. Y a esto se añaden las decisiones rebeldes de nuestra edad adulta en lucha en contra de lo establecido, en contra de la familia y en contra del entorno o, simplemente por defender nuestra libertad y nuestra sexualidad. O peor aún, cuando tratamos de acallar nuestra culpa, cumpliendo obedientemente y durante largos años con lo que nuestros padres nos piden y con los modelos permitidos y correctos del comportamiento sexual, hasta que todo estalla en mil pedazos y hemos de reconocer nuestro fracaso, que les hemos fallado. Así, poco a poco, el dolor se revela y la enfermedad crónica hace su aparición. Se llame fibromialgia, arterosclerosis, artritis reumatoide o cualquier otra enfermedad degenerativa de los músculos, huesos o hasta del cerebro. De lo que se trata, en realidad, es de una alarma constante que nos dice que es importante limpiar y recapitular las emociones acumuladas desde nuestro pasado infantil.
Un buen día la tensión acumulada se desborda y se nos va de las manos. Sin saber por qué, un día nos encontramos con que tenemos una enfermedad que la medicina dice que no puede curar, porque no puede ser resuelta. Sí recuperamos la memoria, comprenderemos de dónde viene todo y comenzaremos a asumir nuestra responsabilidad sobre los hechos. Poco a poco, entendemos la relación que tienen nuestras emociones con la enfermedad y vamos disfrutando del placer y la maravilla de hallar soluciones para nuestra vida y para nuestra sexualidad y vamos retomando el poder de lo femenino y de lo masculino al integrar nuestra verdadera naturaleza sexual, mientras salimos de nuestros viejos hábitos y desaparecer los antiguos síntomas crónicos.
Para lograrlo, debemos atravesar conscientemente los pozos oscuros donde está atrapada nuestra energía sexual y aprender las leyes del perdón, especialmente de aprender a perdonarnos a nosotros mismos. Luego, el asunto de la muerte de nuestra sexualidad desequilibrada, se transforma en un acto sagrado que siempre podemos trascender.
Sin embargo, es necesario que profundices más allá de tus límites femeninos y/o masculinos, de familia, de tu propia experiencia, de tus deseos, anhelos y fantasías que limitan tu percepción del dolor como mujer y como hombre. Y algo que te puede ayudar es conocer y vivir algunos de los secretos ancestrales de la sexualidad.
Psic. Jaquelin Machado Garduño
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