Revista Personae

A LOS SUPERHÉROES DE CAPA INVISIBLE

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A los superhéroes de capa invisible

 

Las actividades que tenemos cada día hacen que nuestra vida social, tristemente, se limite a mensajes por WhatsApp o saludos en las redes sociales. Entre tanta saturación, llegan los momentos en los que nos damos cuenta de que nos está faltando un respiro, una charla, un apapacho. Como seres humanos, necesitamos un contacto directo y personal, necesitamos mirar a los ojos a quienes amamos. Y ahí es cuando, por lo general, visitamos a nuestros padres, si es que aún los tenemos y están cerca, ya que esto nos recarga la pila del corazón, nos llena de alegría, nos reinicia.

Nuestros padres, si ya son adultos mayores, nos necesitan a su lado. Ellos son de una generación que da un gran valor a los encuentros físicos y a vernos cara a cara, más ahora luego de meses de cuarentena. Todos envejecemos, aunque no nos damos cuenta cuando somos jóvenes. Nuestros padres cuidaron de nosotros desde antes de nacer, sacrificaron su tiempo, su dinero y sus energías por nosotros. Lo hicieron porque así lo decidieron. Así es que hoy nos toca estar a su lado para ofrecerles nuestro tiempo y amor incondicional.

Hace unos días, mi hija menor y yo les propusimos a mis padres salir de paseo, y para pronto dijeron que sí, aunque aún no teníamos ningún plan en mente, pero confiaron en que algo bueno haríamos.

Así que pasamos por ellos en el carro, con una dotación helada de sus bebidas favoritas (cervecitas para él y vino blanco para la dama). Estaban muy entusiasmados, nada raro; y es que de ellos he aprendido muchas cosas valiosas, pero sobre todo a que la vida es una fiesta y hay que celebrarla siempre.

Solo pensaba, ¿cuántas fueron las veces que ellos me llevaron de paseo? ¿cuántas veces dieron todo para verme feliz?

Al subirse a la nave turística, me llegó el rayo de luz inspirador y recordé que alguien me había dicho que el espacio de alrededor del MUSA (Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara) se había transformado en el escenario de piezas de gran formato del escultor Jorge Marín, quien se ha convertido en el representante de la escultura figurativa internacional. Es el autor de las icónicas “Alas de México”. Mis padres, que son amantes del arte, asintieron al plan, así que sin dudarlo nos dirigimos para allá.

Nos estacionamos frente a la entrada principal y desde el carro pudimos observar: el paisaje lucía extraordinario. Era tal su emoción que para pronto querían bajarse y acercarse a la bella colección artística. Salieron del carro casi sin ayuda, tan emocionados que recuperaron la agilidad como magia, parecían adolescentes, estaban felices, ¡se veía en el brillo de sus ojos! ¡Apreciaban las esculturas y todo el entorno como si fuera el último día de sus vidas! Subimos y bajamos, posamos, tomamos fotos, caminamos, nos reímos y asoleamos; la magia del asombro no se esfumaba.

El amor que vi en la escena en verdad rompió mi estructura y su sonrisa me desarmó. Experimenté una gran dicha, de esa que pone la piel chinita. Me sentí tan bendecida por ese instante que aún me sigue llenando de alegría.

El recorrido turístico, después de ir a buscar la calle donde mi padre nació, terminó en una rica comida en un restaurante en el centro de la ciudad que tenía como escenario el bellísimo templo Del Carmen. Todo fue como de cuento.

 

 

A los superhéroes de capa invisible

 

LOS PADRES QUE AMAN, ENSEÑAN A AMAR LA VIDA

Lo más probable es que ellos nunca me hayan contado ni la mitad de todas las luchas que pasaron para sacarme adelante, entre momentos de mucha felicidad y otros no tanto, seguramente lloraron a mis espaldas para que yo no me preocupara, más nunca se rindieron.

¡Ellos fueron mis héroes de pequeña…! y hoy lo siguen siendo. Ahora con un poco de dificultad para andar, aún llevan consigo esas capas invisibles de superhéroes que los hacen las mejores personas del mundo.

Por todo esto es importante entender que nos necesitan más que nunca. A nadie se le prepara para envejecer. Por eso se sienten vulnerables, y eso no les gusta y se enfadan de vez en cuando, más su sabiduría no tiene límites, y hay que nutrirse de ella.

Mis amigos me dicen que soy muy afortunada al tener aún a mis papás conmigo, me dicen que los abrace mucho, que los entienda, que los escuche, que les diga que los quiero, porque va a llegar un momento en que ya no estarán a mi lado y en el que los extrañaré mucho; sé que miles de personas darían lo que fuera por estar en mi lugar, aunque fueran cinco minutos.

En verdad se los digo a todos, atesoro sus consejos, es un mayúsculo regalo, aún estoy a tiempo de llevarlos a pasear y ¡tomarles muchas, muchas fotos!

Estoy a tiempo de anotar sus recetas, y preguntarles de todo, de su pasado, de sus sueños, y hasta de sus amores.

Compartir tiempo con nuestros padres es maravilloso.

Tal vez nos hemos vuelto “adultos”, y el placer del goce y la belleza es diferente, ahora se nos eleva el alma… Ha llegado el momento de devolverles en vida lo mucho que hicieron por mí. Es hora de mimarlos. Ellos ya no hacen planes a largo plazo, los reemplazaron por hacer lo más importante: vivir el presente.

 

A los superhéroes de capa invisible

 

Sé que aún estoy a tiempo, así que me atreveré a preguntarles qué piensan de mí, les contaré mis cosas y escucharé sus opiniones. Además, les regalaré la dicha de que vean que su opinión me importa. Les dedicaré una canción y les pediré que ellos me dediquen una, para que ambas se conviertan en nuestros himnos. Les diré todo el tiempo cuánto los amo, sin juzgarlos y les agradeceré en todo momento que aún estén en mi vida. Haré todo esto con amor y con calma, y será en cuanto antes.

No dejaré que se me pase el tiempo. Todas estas cosas se convertirán en mi tesoro y en la herencia más preciada que pueda tener de ellos.

Gracias a todos los que me han hecho la invitación de disfrutar en vida de mis padres, se convirtieron en personas mágicas, lo prometo, me evitaron pagar un precio alto por no darme a tiempo la oportunidad, y perderme este agasajo.

A los que no tienen a sus papás en este plano, los honro y les dedico este artículo y a los que sí los tienen aún, les invito a aprovechen cada minuto de su existencia, como lo haré yo.

MISCELÁNEO

Núm. 300 – Noviembre 2024