¿PRÁCTICAS “PHUBBING”?
¡Los reto a apagar su celular por 24 horas!
- MISCELÁNEO
- junio 2023
- Karla Aparicio
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Una gran amiga llegó a mi casa sin avisar y cubierta de lágrimas. Tiene mi edad, unos cincuenta y tantos. ¡Lloraba y lloraba sin parar! La razón: su novio acababa de terminar con ella luego de una relación de cinco años, ¡por WhatsApp! Sin más ni más. Ni siquiera se tomó el tiempo de escribir la misma cantidad de renglones que de años de relación: Su mensaje tenía solo cuatro líneas. No sabía qué dolía más, si la forma o el terminar en sí.
No acabo de sorprenderme. ¿Cómo puede ser que un adulto termine una relación sentimental por mensaje?
Lo más seguro es que el galán tuviera miedo, por lo que se le hizo mucho más fácil teclear y enviar, así la estocada seria rápida y sin emoción. De este modo, logró liberarse de la responsabilidad de enfrentar cara a cara un problema en la vida real. Estamos hablando de una persona adulta, “leída y estudiada”, madura y seria.
Las estadísticas dicen que ‘uno de cada diez adolescentes, han terminado relaciones por celular’, pero este grave problema está también ya en los adultos, ¡acaba de pasar! y estoy segura, que a más de alguno nos ha sucedido algo similar. Tal vez no de la misma índole, pero sí por otros asuntos, quizás familiares o laborales.
¿Qué está pasando?
Me pongo a pensar que si el ahora ex novio hubiera citado a mi amiga para terminar frente a frente el vínculo amoroso mientras hablaban, también hubieran estado ambos checando sus celulares, también hubieran elegido aislarse el uno del otro. Porque esta es una de las principales cosas que hace el aparato: nos ayuda a evadirnos con nosotros mismos y con los demás.
Todos hemos sentido la seguridad que nos da este dispositivo en la bolsa… Automáticamente, al sacarlo, funciona como un arma letal de fuga. De hecho, este fenómeno tiene un nombre: PHUBBING. Este término viene de “phone”, teléfono, y “snob”, esnobismo. Es el hecho de usar el celular mientras estamos frente a otros seres humanos. Ha sido bautizado así en los EE.UU..
El PHUBBING consiste en el acto de menospreciar a quien nos acompaña al prestar más atención al móvil u otros aparatos electrónicos. Es comparable a, cuando a la hora de sentarte a la mesa comienzas a comer antes que todos, o peor aún, como cuando tomas comida del plato de otros comensales. Es considerada una gran falta de respeto hacia los demás.
El PHUBBING es algo que practicamos todos hoy en día, y la mayoría ni nos damos cuenta. Con frecuencia, cuando estamos en una conversación (incluso en una que puede ser muy profunda) checamos el celular una y otra vez, interrumpiendo sin importar, y perdiendo la atención de la otra persona. Quizá y hasta hemos dicho “te escucho, solo deja ‘checo’ el WhatsApp, tú sigue hablando”. Y repito, esto ya no es solo en los jóvenes, también estamos contagiados los adultos. Y es muy grave. ¿Dónde quedó la importancia de escuchar y ser escuchados? Escuchar y mirar a los ojos mientras lo hacemos es imprescindible para enterarnos de quién es el otro y de lo que tiene que decirnos sobre sí mismo y sobre nosotros. De este modo podemos conocerle y comunicar -sin palabras- qué es importante para nosotros, al menos en ese momento. Es decir, escucharle nos permite reconocerle, darle un lugar.
¿Qué es lo primero que hacemos al despertar? ¿Tomar el celular? ¿Y lo último antes de dormir? ¿Dejar el celular? En algunos casos, aún no saludamos a quien duerme a nuestro lado, pero ya saludamos a todo el mundo a través de las redes sociales: Tenemos un problema grave y no nos damos cuenta.
¿Qué está pasando? El celular es una herramienta maravillosa que cada día nos sorprende con más avances, y es indispensable para la mayoría. Además, son cada vez más bonitos y más caros. No nos podemos separar de él. De hecho, mi amiga a la que terminaron por WhatsApp, ese día que vino a verme olvidó el suyo en su casa, y me decía que se sentía desnuda y muy ansiosa, y casi se devuelve por él. Claro que sí, así es como nos sentimos cuando no traemos nuestro dispositivo: incomunicados y perdidos en otra dimensión.
El celular nos separa de la vida real. Aunque hay pocos estudios sobre el tema aún, a los psicólogos les llueven pacientes jóvenes y no tan jóvenes con problemas de ansiedad, depresión, baja autoestima y soledad, y todos ellos manejan un celular por más de 8 horas al día.
¿Qué es lo que quiere de nosotros el celular?
Las plataformas (Facebook, Google, Instagram etc.) trabajan con algoritmos: estos las ‘ayudan’ a conocernos, para ofrecernos soluciones que nos pueden convenir cuando buscamos algo. Primero saben todos nuestros datos demográficos: quiénes somos, dónde vivimos, nuestra situación sentimental, hijos, estado civil, etc. Pero aparte, saben si mentimos, por ejemplo, en la situación sentimental, saben nuestros intereses, nuestra orientación política, sexual. Además, conocen dónde estamos y hacia dónde vamos. Tienen acceso a nuestro historial de viajes. Con qué y a qué hora nos conectamos. Toda nuestra información se acumula para filtrar la información que nos van a mandar. Aunque nos digan que internet es libre, me temo que no lo es, porque lo que recibimos de información es lo que los algoritmos quieren que veamos, porque según ellos es lo que necesitamos. Basta hacer la prueba, cada uno de nosotros recibe distinta información o anuncios que los demás. El gran problema es que no recibimos toda la información, solo nos llega lo que nos gusta. O lo que los algoritmos creen que nos gusta, sesgando todas las otras opciones. Por eso se dice que internet es “un mundo feliz”: el algoritmo nos encierra en una especie de burbuja, toda la información que recibimos es justo lo que queremos ver y sobre todo y más importante: lo que nos quieren vender.
No es coincidencia. Todo está más que calculado.
El gran objetivo de estas plataformas es que no dejemos de ver la pantalla para consumir más y más publicidad. Por eso todo el tiempo recibimos notificaciones: fulano te envía un mensaje; fulano transmite en vivo, no te pierdas tal o cual, esto se traduce a: “¡No me dejes de ver!”.
Los invito a reflexionar en lo grave de lo que está ocurriendo. ¿Qué podemos hacer ante este fenómeno? ¿Somos adictos a la tecnología? Usamos el celular 8 horas en promedio, creo que podemos y debemos bajarle aunque sea un poco.
Hay algo que se llama autocontrol, y se ejemplifica así: cuando vemos un helado, nos lo queremos comer, pero luego recapacitamos, recordamos la dieta y la salud y nos auto controlamos. Decidimos no comernos el helado, sería bueno hacer lo mismo con el celular.
A menor autocontrol, más probabilidad de adicción a Internet y, por ello, más probabilidad de realizar PHUBBING.
“Con sus constantes pitidos, timbres, vibraciones y silbidos, los teléfonos son como un niño caprichoso que no se portará bien hasta que él o ella consiga lo que quiera. El deseo de nuestros teléfonos es el de estar constantemente atendidos.” Roberts y David (2016)
Tenemos derecho a la desconexión
¿Quién no usa WhatsApp para trabajar? La mayoría de nosotros, y los mismos que lo usamos para el trabajo estamos sobresaturados, muy cansados, por no decir hartos, de esta herramienta. No nos da la vida para tantos asuntos. Además, es domingo y seguimos trabajando. ¿Por qué no podemos trabajar solo 8 horas al día como era antes?
Hay que entender cómo estamos dejando que funcione nuestro reloj. Quién domina a quién.
La tecnología nos domina y nosotros dominamos a la tecnología.
¡Los reto a apagar su celular por 24 horas!
Suena casi imposible, pero sí se puede.
Aunque se oiga burlesco, no tengan miedo, se sentirán desnudos, pero solos por unas horas; después será sorprendente lo que experimentarán. Lo prometo.
Las primeras horas serán una verdadera tortura. No sabremos por ejemplo, dónde estarán nuestros hijos, pero creo que ellos van a estar felices. ¡Se nos irán los cumpleaños del día! y no sabremos que hicieron nuestros amigos. Nos llenaremos de notificaciones.
Al principio se sentirá un poco de angustia, experimentamos literal síndrome de abstinencia, el que se siente cuando se deja de consumir alguna sustancia adictiva, sentirán la necesidad de correr a encenderlo y tenerlo entre sus manos, y casi abrazarlo. Pero al pasar las horas sucederán cosas maravillosas. Les aconsejo ir a un café con su perro, con un amigo, platicar frente a frente con alguien, disfrutar el silencio, comprar un periódico impreso o leer un libro, ¿Se acuerdan de ellos? ¿Recuerdan su olor?
Poco a poco iremos sintiéndonos más felices, libres, ligeros, y diferentes. Porque ya estamos controlando la tecnología y no al revés. Sé que no podemos eliminar el uso del móvil, pero basta con que tomemos conciencia del problema. A través de la tecnología digital estamos evadiendo la realidad en nuestras vidas y perdiéndonos las vivencias personales. Una de las causas que nos lleva a ignorar deliberadamente a la persona con la que estamos es la adicción al teléfono móvil y, tristemente, ya se está convirtiendo en algo normal y aceptable.
MISCELÁNEO
EL DINERO SÍ IMPORTA
El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida…