Revista Personae

PROMETEO AMERICANO, EL TRIUNFO Y LA TRAGEDIA DE J.

ROBERT OPPENHEIMER

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En enero del año en curso, la editorial Debate publicó en España la primera edición de la traducción española de la versión original de American Prometheus. The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer, del escritor, periodista, columnista, biógrafo de políticos, especializado en bombas atómicas, Kai Bird (Oregon, EUA, 1951); y, de Martin J(ay) Sherwin (Nueva York 1937-Washington, D.C., 2021), historiador especializado en armas nucleares. Volumen editado, 18 años antes, por Alfred A. Knopf en 2005, y doce meses después, en 2006, fue galardonado con el Premio Pulitzer. La obra recibió también el National Book Critics Circle Award y el Duff Cooper Prize. En español, la edición de Prometeo Americano consta de 859 páginas. El trabajo de investigación sobre la vida y la obra del científico, “Padre de la Bomba Atómica” —a quien la revista Time le dedicó la portada en el año 1948 y en 1958–, se realizó a lo largo de tres décadas. La filmación de la película Oppenheimer, se empezó a rodar a mediados de 2022 y el estreno oficial se hizo el 20 de julio del 2023. El presupuesto del filme fue de 100 millones de dólares. 

 

Como devorador de biografías voluminosas, y de libros de historia sobre la Segunda Guerra Mundial, puedo asegurar que no es frecuente encontrar un volumen como este, que muchos críticos la han calificado como “la biografía definitiva”, “fascinante”, “apasionante”, que “despedaza todas las obras anteriores sobre el mismo tema”, un libro que es “metafórico y literalmente monumental”.

 

Dada la compleja personalidad de Oppenheimer, los autores lograron un “equilibrio perfecto entre rigor académico y lucidez”. En síntesis, el volumen se convierte en un libro esencial tanto sobre la vida y obra del científico en particular, y, en general, sobre las repercusiones que tiene la factura de la bomba atómica y su estallido en las dos ciudades niponas en el mes de agosto de 1945. No es casualidad, indudablemente, que la versión castellana del libro, y el estreno del filme —con duración de tres horas—, se den precisamente al cumplirse el 78 aniversario del lanzamiento de las dos bombas atómicas que se lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki. El único gobierno que hasta el momento cometió semejante barbaridad, ha sido el de Estados Unidos de América (EUA). Acto militar que ningún otro país ha imitado, pero que más de uno ha pensado hacer. Lo malo del caso es que los tiempos que vivimos no son tranquilizantes. La humanidad ha jugado ya tanto tiempo con fuego, que nadie puede asegurar que el día menos esperado, se queme o se desintegre. La ciencia ya ha desarrollado energías superiores a lo nuclear y a lo atómico. Lo ideal sería que el hongo atómico no sirva nunca más de fondo de fotografías, de vídeos o de películas. Por el bien de todos.

Los treinta años de investigación de Bird y Sherwin se palpan hasta en los dos epígrafes de American Prometheus: “Los Prometeos modernos han vuelto a saquear el monte Olimpo y han dado al hombre los mismísimos rayos de Zeus”. (Scientific Monthly, septiembre de 1945).

 

Y, “Prometeo robó el fuego y se lo entregó a los hombres. Pero cuando Zeus se enteró, ordenó a Hefesto que clavara el cuerpo de Prometeo al monte Cáucaso. Allí pasó muchos años encadenado. Todos los días un águila caía sobre él y le devoraba los lóbulos del hígado, que volvían a crecerle durante la noche”. (APOLODORO, Biblioteca, libro 1, 7, s. II a.C.).

 

Prometeo Americano, el Triunfo y la Tragedia de J. Robert Oppenheimer

 

De tal forma, El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer “explora la personalidad enigmática que se escondía tras esa armadura que lo acompañó desde su infancia, la cual transcurrió en el Upper West Side de Nueva York en los años del cambio de siglo, hasta su muerte en 1967…”.

 

“Se trata de una biografía profundamente personal, documentada y escrita según la creencia de que el comportamiento público de una persona y sus decisiones (y, en el caso de Oppenheimer, quizás incluso su ciencia) se rigen por las experiencias íntimas de toda una vida”.

 

“A finales de la década de 1940 (dos lustros que según el firmante de esta EX LIBRIS encierran profundos significados no solo por el desarrollo de la IIGM, sino porque a mitad del conflicto llegué al mundo con la interrogante del porqué exactamente en ese momento y no en otro; simples reflexiones personales que siempre me han inquietado), a medida que se deterioraban las relaciones entre EUA y la Unión Soviética, Oppenheimer se obstinó en plantear cuestiones problemáticas sobre armas nucleares, lo cual perturbó en gran medida a los dirigentes de seguridad nacional de Washington. El regreso de los republicanos a la Casa Blanca en 1953 colocó en posiciones de poder a los defensores de las represalias nucleares masivas, como Lewis Strauss. Y tanto éste como sus aliados estaban decididos a silenciar al único hombre al que creían capaz de desafiar sus estrategias políticas”.

 

“Al atacar los principios políticos y los juicios profesionales de Oppenheimer —su vida y sus valores, en realidad—, sus críticos revelaron en 1954 muchos aspectos de su carácter: sus ambiciones y sus inseguridades, su genialidad y sin ingenuidad, su determinación y sus temores, su estoicismo y su desconcierto. (No era para menos, pues lo que significó y lo que sigue significando el lanzamiento de los artefactos atómicos sobre las dos ciudades mártires japonesas, es algo que la conciencia humana no ha podido digerir hasta el momento. BGS).

 

“Mucho salió a la luz en las más de mil páginas… de la transcripción de la Junta de Audiencias para la Seguridad del Personal de la Comisión de Energía Atómica, “In the Matter of J. Robert Oppenheimer”; y, sin embargo, esta revela que sus antagonistas pudieron perforar muy poco la armadura emocional que ese complejo hombre había forjado en torno a sí desde tierna edad”.

 

Dicen los autores del libro que la historia de Oppenheimer les recuerda que “nuestra identidad como pueblo sigue conectada íntimamente con la cultura de lo nuclear”. Citan una reflexión del escritor E. L. Doctorow: “No nos hemos quitado la bomba de la cabeza desde 1945. Primero fue el armamento; después la diplomacia. Ahora es la economía. ¿Cómo podemos suponer que algo tan poderoso, tan monstruoso, no va a conformar después de cuarenta años nuestra identidad? El gran gólem que hemos construido contra nuestros enemigos es nuestra cultura; la cultura de la bomba: su lógica, su fe, su visión”. La reflexión de Doctorow la escribió en The Nation el 22 de marzo de 1986. Continúa siendo tan válida como hace 37 años.

 

En espacio tan corto como el de esta EX LIBRIS, no es posible abarcar todos los tópicos de Prometeo Americano. Por lo menos referiremos la anécdota del físico la noche del lunes 16 de julio de 1945, cuando se realizó la única prueba de la “bomba de implosión” que en menos de un mes, más tarde, se lanzaría sobre Japón. La prueba a escala real tuvo lugar “en un páramo situado a casi diez kilómetros al noroeste de Alamogordo. Los españoles habían llamado a la zona la Jornada del Muerto”. El nombre parecía profético. “Trinity” fue el nombre clave de “la primera explosión de la bomba atómica”, quizás Oppenheimer lo tomó del Bhagavad Guitá. El hinduismo tiene su trinidad en Brahma, el creador; Vishnu, el protector, y Sheila, el destructor. Una vez realizada la prueba, el propio científico dijo en un documental de la NBC que había recordado un verso de las escrituras hindúes: “Ahora he devenido muerte, el destructor de mundos”. Nada más, nada menos. VALE.

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Bernardo González Solano
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