ADULTOS MAYORES Y DESASTRES
- VERSO CONVERSO
- julio 2024
- Ing. Carlos Miguel Valdes Gonzalez
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Los desastres por fenómenos de origen natural como sismos, volcanes o huracanes son eventos democráticos, no se fijan en color, sabor, partido, género, preferencia electoral o religiosa, actúan contra aquellos seres que no han recurrido a la prevención ante dichos eventos. La tabla con nombres, que se publicó en el número anterior de Personae y que presentamos de nuevo, marcaba el primer nombre (de 21 listados) para el ciclón tropical en la región del Océano Atlántico, como Alberto. Al tiempo de preparar este artículo, Alberto se encuentra en medio del Golfo de México y se dirige hacia Tamaulipas y Veracruz, los pronósticos lo consideran como una tormenta tropical, que, debido a su baja velocidad de desplazamiento, descargará una gran cantidad de agua en la región de esos estados. Agua que es bienvenida y necesaria, pero que en las cantidades en las que llegará, podrá presentar problemas serios. La zona Norte del país es semidesértica, por lo que los cauces de ríos y de arroyos que se encuentran aquí, generalmente están secos, pero con la aproximación de Alberto, estos lugares se llenan rápidamente de agua, en ocasiones de manera súbita, volviéndolos muy peligrosos. Es importante recordar que una corriente de agua que cruce una calle o un camino y que tenga, tan solo, 10 cm de altura pero fluyendo a una velocidad de 10 metros por segundo, podría arrastrar un vehículo y por supuesto a personas. ¿Cómo darnos cuenta de esa velocidad del agua? Fijémonos en un objeto arrastrado, una rama, o unas hojas y veamos si en lo que contamos 1 segundo se mueve esos 10 metros. Si vivimos cerca de un arroyo o río, hay que buscar un sitio elevado o un albergue cercano, y proteger en la medida de lo posible muebles o enseres domésticos y documentos importantes, colocándolos en un segundo piso, si existe, o tratar de ponerlos en alto. Los vehículos, cuando el agua sobrepasa el nivel de la puerta y se mete, provocan daños importantes, por lo que en la medida de lo posible hay que llevarlos a lugares elevados.
Aunque dijimos que, los desastres son muy democráticos, sí es importante reconocer que tienden a afectar más a los grupos vulnerables, en este caso adultos mayores y niñas/niños menores de 10 años. ¿Por qué? Porque los adultos mayores no somos tan ágiles o fuertes como las personas más jóvenes y en estos preparativos se requiere en ocasiones la fuerza para mover y cambiar cosas. También porque no medimos las consecuencias del impacto de una lluvia severa y pensamos que estamos a buen resguardo en nuestras casas, sin saber si se encuentran en zonas potencialmente inundables. No nos damos cuenta, que, aunque tengamos Internet en casa y celulares, estos se volverán probablemente inservibles en caso de desastres. De las y los niños, mientras más pequeños, más vulnerables y requieren de mas cuidados y apoyos durante los desastres. Cuando vemos las listas de insumos de apoyo a poblaciones afectadas en desastres, pocas veces vemos y/o entendemos que se requieren pañales de diversos tamaños y toallitas húmedas, ya que siempre cooperamos con agua, comida enlatada y artículos de limpieza, pero no pensamos en adultos y menores.
Usando el Atlas Nacional de Riesgos (www.atlasnacionalderiesgos.gob.mx), y considerando la potencial zona de impacto, del Ciclón Tropical Alberto, publicado el martes 18 de junio pasado, las personas y bienes materiales serían: 2.11 millones de personas, que incluyen a 308 mil mayores de 60 años y 418 mil menores de 12 años. Expuestas 806 mil viviendas, 709 establecimientos de salud, 6,840 escuelas, 1,099 supermercados, 7 aeropuertos, 484 bancos y 236 gasolineras. El grado de afectación de estos bienes, es diferente, algunos podrían ser dañados por la inundación, otros por el daño o afectación de los servicios que requieren para funcionar como agua, energía eléctrica, o en las vías de acceso. A pesar de todos estos posibles deterioros, indudablemente el beneficio de esa gran cantidad de agua en una zona que la necesitaba urgentemente, después de 7 años de sequía, es mejor, una vez que las aguas se calmen.
De las cifras mencionadas, podemos ver que los adultos mayores de 60 años representan el 14% de esa población expuesta. Con la edad, la movilidad disminuye, así como la capacidad para responder ante situaciones adversas, requerimos más cuidados, más medicamentos, en ocasiones comida especial, y más comprensión. Simplemente el mojarnos o exponernos a vientos fríos, podría tener consecuencias importantes. ¿Qué hacer? De inicio necesitamos un censo para conocer cuántos, en donde y en qué condiciones de salud vivimos los adultos mayores. ¿Quién debería de hacerse cargo? La respuesta es complicada, familiares o el Estado. Pero en muchas ocasiones ambas instituciones no necesariamente funcionan. ¿Podrían los jóvenes apoyar en esta tarea, es pregunta?
Recientemente un artículo en el periódico Reforma, comentó sobre la situación de personas que fueron y siguen siendo afectadas por el sismo del 19 de septiembre de 2017. Ya han pasado 7 años de ese desastre que dejó aproximadamente 100 mil damnificados, comentó la Dra. Naxhelli Ruiz del Instituto de Geografía. La cifra es una estimación, ya que no se llevó un censo específico, sino que se basó en la ocupación por vivienda. En varios casos las viviendas fueron demolidas y la intención era el construir un nuevo edificio, pero este trámite se ha complicado en muchos casos y los residentes principalmente mayores de edad, tuvieron que emigrar a otros estados en donde la vivienda es menos onerosa.
Me puedo imaginar a las personas mayores de edad, sin documentos oficiales y tratando de realizar un sinfín de trámites engorrosos, algunos aún en papel y otros en forma virtual, debe ser desesperante y frustrante. ¿Cómo ayudar? Apelo de nuevo a los jóvenes universitarios, quienes con sus habilidades aún en crecimiento, pero muy útiles, sobre leyes, administración, contaduría, medicina, ingeniería, expertos en informática, arquitectura y otras más, podrían ayudar mucho a estas personas, para retomar su vida y su vivienda. Necesitamos de estos jóvenes y de fenómenos como Alberto, que nos traerán más beneficios que desastres, siempre y cuando estemos prevenidos. La calidad de un país se mide por el trato a sus adultos mayores.
Carlos Miguel Valdés González