Revista Personae

MARÍA CALLAS LA VOZ HECHA PASIÓN

Lo dejo todo por amor

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Yo era una adolescente cuando escuché en un disco de acetato -que hoy son un recuerdo-, el aria “Un bel dì vedremo” de Madame Butterfly, pregunté quien la interpretaba y me dijeron María Callas, debo confesar que fue un momento sublime, uno de los grandes descubrimientos en mi vida, porque su voz, su manera de interpretar me atrapó y cautivo, se dio esa conexión que llega al alma.

 

Su verdadero nombre era María Anna Sofia Cecilia Kalogeropoulos, nació en Nueva York, en 1923, hija de inmigrantes griegos, su padre abrió un negocio familiar en un barrio de Manhattan, decidió cambiar su apellido por el de Callas. Tiempo después sus padres se divorcian y ella regresa con su madre a Grecia. Sus biógrafos han dicho que su progenitora siempre la hizo sentir como una adolescente con sobrepeso, miope y poco agraciada.

 

María Callas la voz hecha pasión, lo dejo todo por amor

 

María Callas descubrió que tenía un don, poseía una voz privilegiada para el bel canto, comprendió desde temprana edad que no bastaba con poseer ese don, necesitaba educar su voz, adquirir técnicas y prepararse. Con disciplina y tenacidad, acude al Conservatorio Nacional de Atenas, falseando su fecha de nacimiento, dado que era menor de 16 años, edad requerida por la institución.

 

Allí conoce a la famosa soprano española Elvira Hidalgo, quien será su mentora, y la ayuda a capitalizar sus dotes para el bel canto.  A los quince años, sobresale por su interpretación en el papel de María en Tiefland, la ópera de Eugen d’Albert e inicia un largo periodo de viajes actuando para las tropas. Su debut definitivo tiene lugar en 1941 en el papel de Tosca de Giacomo Puccini, en la Opera de Atenas. En esas fechas es descubierta por el director de orquesta Tullio Serafín quien la apoya para continuar con su carrera, trabaja con ella para lograr la perfección de sus técnicas vocales, teatrales y la memorización de las diferentes óperas.

 

En1949 conoce en Verona a Giovanni Battista Meneghini, un acaudalado industrial, treinta años mayor que ella con el que contrae matrimonio. Su esposo decide convertirla en una estrella, toma las riendas de su carrera y se convierte en su representante.   

 

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María Callas logró una prestigiada carrera, dio voz a 47 personajes, y su repertorio escénico abarcó las obras de todos los grandes compositores.  Muchas de sus interpretaciones han llegado a nuestros días gracias a que ella firmó un contrato de grabación con Walter Legge, productor musical de EMI. Luchino Visconti realizaba el proyecto del montaje de la ópera “La Traviata”, propone a María Callas para representar el personaje de Violetta, enferma de tuberculosis y que muere en escena.  Ella tenía sobrepeso para representar el papel, se esforzó en bajar más de 36 kilos.

 

El año de 1959 es decisivo en su vida, porque conoce al magnate naviero Aristóteles Onassis, él se convierte en el amor de su vida, deja a su esposo Giovanni Meneghini, después de 10 años de matrimonio y decide renunciar a su prestigiada carrera operística que había construido a lo largo de tantos años; tenía 41, cuando decidió dar un concierto de despedida en el Covent Garden cantando Tosca, para dedicarse en cuerpo y alma al magnate.  

 

Sus biógrafos han dicho que ella lo complacía en todo: se cortó el pelo porque él se lo pidió, se quitó las gafas porque él lo quiso, incluso se cuenta que, como Onassis era algo más bajo, María Callas aceptó utilizar zapatos planos. Ellos tuvieron un hijo que nació y murió a las pocas horas. En 1968 Callas tuvo que soportar, no solo que Onassis la dejara, sino que lo hiciera para casarse con Jacqueline Kennedy, ícono del glamur y la elegancia, viuda del presidente estadounidense, John Fitzgerald Kennedy.

 

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María Callas expresó: “(Onassis) No me amaba a mí, sino a lo que yo representaba”.

El 16 de septiembre de 1977 “La Divina” -como la llamaban-, fue encontrada muerta en su apartamento de París, había tomado barbitúricosTenía 53 años, su cadáver fue llevado inmediatamente al crematorio para evitar especulaciones. 

María Callas fue sinónimo de trabajo, constancia, disciplina, para alcanzar una carrera prestigiada en el mundo de la ópera, dejó una huella indeleble en su paso por los diferentes escenarios del mundo, traspasó las barreras del tiempo y el espacio. Hoy a través de grabaciones invaluables, podemos seguir disfrutando de su arte.

L.C.C. Margarita Estrada Ávila

Margarita Estrada Ávila

POLÍTICA

Núm. 298 – Septiembre 2024