Revista Personae

SEPTIEMBRE ¿MES DE SISMOS?

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Septiembre es el mes de la Patria, también el mes de la Protección Civil. Pero cada que llega este mes, nos preocupa que ocurra un sismo importante, como ya pasó en 1985 y también en el 2017. El fantasma del 19 de septiembre nos persigue, pero más bien debería de ser un aliciente para que reforcemos las medidas preventivas para sismos, usando los datos que genera y que son de acceso público, el Servicio Sismológico Nacional (SSN), que depende del Instituto de Geofísica de la UNAM, nos indica que hay 86 sismos de magnitud mayor o igual a 7, desde el año de 1900 a la fecha, en el territorio nacional o muy cerca de él (Guatemala).

Una simple división de 122 años entre 86 sismos nos arroja un promedio de un sismo de M7 o mayor, cada año y cinco meses. Claro este es un promedio simple, pero lo que sugiere es que México es un país sísmico y que frecuentemente tenemos sismos mayores a M7, capaces de producir daños, si no estamos preparados.

Revisando estos datos, de los 86 grandes sismos, observamos que el mes en que más eventos sísmicos hay, es diciembre, con 12 sismos, seguido por septiembre con 11, y abril y junio con 10. El mes con menos sismos es mayo con 3 sismos. Si seguimos con las estadísticas, y tomamos ahora una muestra de todos los sismos registrados por el SSN desde 1990 hasta septiembre del año pasado, observamos que el día con más actividad sísmica en esos 22 años, es el 17 de febrero con 815 sismos y en donde ocurren solo 438 sismos, es el 21 de mayo, claro excluyendo los días 29 de febrero, que ocurren en años bisiestos.

 

Septiembre ¿mes de sismos?

 

Por supuesto los datos son pocos, aún considerando desde 1900, necesitaríamos unos 2,000 años de datos sísmicos para tener mejores estadísticas y eso no se puede. Nos podemos remontar hasta el año 1455 en donde de un trabajo excelente, “Los Sismos en la Historia de México”, de Virginia García Acosta y Gerardo Suárez Reynoso, narran que el Códice Telleriano Remensis indica: “En el 1455: […] hubo también terremoto y la tierra se agrietó y las chinampas se derrumbaron; y la gente se alquilaba a otra causa del hambre”. Así que podemos concluir que en México ha temblado desde que tenemos registros y que esto ha ocurrido de forma frecuente y aleatoria, y que por tanto este fenómeno, de origen natural, se seguirá presentando, cualquier día, cualquier mes y a indistinta hora. Los datos del mes, día y hora de ocurrencia de un sismo importante tienen relevancia en la prevención y en la atención de una posible emergencia. Por ejemplo, en el sismo del 19 de septiembre de 2017, el evento ocurre en las condiciones más complicadas, esto es, en un día hábil y en horas de trabajo (13:14 h), en las que hay mayor número de población en la zona centro de la CdMX, haciéndola más vulnerable por su mayor amplificación sísmica, a diferencia de que el sismo hubiera ocurrido en fin de semana, con menos gente laborando en la zona. El mismo caso, si un sismo importante ocurre en la costa de Guerrero, cerca de Acapulco, en la época de Semana Santa o de vacaciones de fin de año, cuando esta ciudad es visitada por más de un millón de turistas, el impacto puede ser mucho mayor que en otros meses de menor afluencia turística.

 

Septiembre ¿mes de sismos?

 

Recientemente, el 12 de agosto alrededor de las 03:18 sonó la Alerta Sísmica, aunque es música para vivir, si altera y da miedo y más a esa hora. Mi familia y yo, rápidamente nos dirigimos a la entrada del departamento en el piso 16, a esperar el arribo de las ondas sísmicas, el tiempo pasó y sólo se movía levemente una lampara que colgaba del techo. Podíamos escuchar gente afuera del edificio y en otros pisos. Ya no cuestionamos la Alerta Sísmica, la atendemos y procedemos, teníamos listas las lámparas de mano, junto con un silbato, que cuelgan de los picaportes de varias puertas, llaves, mochila de emergencia, pero no fue necesario, el sismo, cerca de Cd. Altamirano en Guerrero y de M5.1 estaba en el límite de disparo de la Alerta y no provocaría más que inquietud o susto en la CDMX. No faltaron en las redes sociales los comentarios de “ya viene septiembre”. Tener un simulacro de cuando en cuando, es algo muy útil. Hoy es un buen día para hacerlo. Hablemos con la familia, definamos el sitio de seguridad dentro y fuera de nuestro inmueble, el nuestro es a la entrada del departamento, en donde hay mucha estructuración por los elevadores y por las escaleras. Asignemos tareas si hay mayores o pequeños en la familia, definir quien los acompaña y a donde. Revisemos la mochila de emergencia, de la que hablamos en esta revista en el número de abril del presente año.

 

Septiembre ¿mes de sismos?

 

La instrumentación sísmica del país muestra un buen avance, tenemos una Alerta Sísmica que funciona y que es envidia de muchos países, pero toca continuar con la parte preventiva, que se refiere al estado estructural que guardan nuestras construcciones y a la capacidad de reacción que tenemos como personas ante los sismos. Estas dos tareas, nos competen a nosotros como ciudadanos. La parte estructural depende de en qué Zona Sísmica se encuentre nuestra edificación y para esto existe el Atlas Nacional de Riesgo, de acceso libre, que nos muestra la información. El año de construcción, el mantenimiento de la estructura, que no sólo es pintura, el reforzamiento de algunas partes críticas, son importantes y hay que verificarlas. ¿Tenemos seguro contra sismo para nuestra vivienda?  En el caso del comportamiento ante sismos, debemos realizar simulacros, con nuestra familia y en nuestros trabajos, además de los propuestos por las autoridades. Un recorrido de la ruta de evacuación nos permitirá ver si las lámparas cuentan con respaldo de baterías, en caso de que se vaya la luz, si no hay obstáculos en el camino de salida, como botes de basura (que los hay en los entrepisos de nuestras escaleras), que no haya puertas con candados o que contemos con las llaves apropiadas a la mano para abrirlos.

Recordaran que el 15 de enero de 2009, el piloto “Sully” de US Airways, después de perder ambas turbinas por impacto de aves, acuatizó el avión en el río Hudson en Nueva York, en lugar de tratar de llegar a los aeropuertos La Guardia o de Teterboro, salvando así a los 155 pasajeros. La gran hazaña se debió a que Sully tomó la decisión correcta en el tiempo adecuado, gracias a su experiencia y entrenamiento.  Sigamos el efecto “Sully”, y a medida que repitamos los simulacros, tendremos más confianza y capacidad de actuar correctamente y a tiempo en un sismo.

POLÍTICA

Núm. 293 – Abril 2024