Revista Personae

Enrique Serna
ENRIQUE SERNA

Novelando la infamia

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Ganador del Premio Xavier Villaurrutia 2020, Enrique Serna tiene una amplia carrera literaria, y dos títulos destacan entre sus creaciones El seductor de la Patria (biografía de Antonio López de Santa Anna) y El vendedor de silencio (Editorial Alfaguara), este último, sin duda, uno de los libros más comentados en el último año, el cual narra las andanzas de Carlos Denegri, uno de los periodistas más influyentes del siglo XX, pero con una ética cuestionable.

 

Charlando con el autor, le pregunto cómo decidió escribir sobre estos personajes tan controvertidos: “La investigación de la maldad es una veta literaria muy interesante, porque nos revela aspectos de la condición humana que el melodrama rehúye, es el género más popular en todos los medios de difusión, mismo que nos hace simpatizar con los buenos y fomenta el narcisismo de la conciencia; los estudios de la mente de un periodista corrupto o de un caudillo corrupto nos ponen en guardia contra nuestros propios deseos, voluntad de poder o nuestros impulsos violentos u homicidas, y esto es más interesante desde el punto de vista de literario, por todo eso me han interesado estos personajes”.

 

Se trata de textos donde se novela la vida de personajes reales, por lo que surge la pregunta, ¿hasta dónde se puede jugar con la ficción y cuánto se puede torcer la realidad? El autor responde: “Bueno, mire, en el caso de Santa Anna ya existían varias biografías, entonces lo que hice fue ceñirme a los documentos históricos cuando hablaba de su vida pública, de su actuación política y militar; pero, su vida privada era un campo donde yo podía ejercer la imaginación porque se sabía muy poco de ella. En el caso de Denigri, fue un trabajo similar, pero algo más difícil, porque no existía ningún libro sobre él, entonces, digamos, que yo estaba en un terreno virgen. Igual, en la conducta pública de Denegri, es de todos conocido que estuvo escribiendo durante 30 años en el Excélsior y varios de sus colegas lo desenmascararon muchas veces; de modo que en este terreno me ceñí también a la realidad histórica, y donde tuve un gran terreno para ejercer en la ficción, fue en cuanto a su vida privada y, sobre todo, en ir mostrando cuál es ese proceso de envilecimiento que sufrió: de joven era un periodista con ciertos ideales de justicia social y, al cabo del tiempo, empezó primero a aceptar el dinero fácil y acabó convirtiéndose en un canalla tremendo”.

“Obviamente, los novelistas tenemos la libertad de entrar en el alma de los personajes, mientras que un biógrafo, un historiador o un periodista tiene que limitarse a los hechos y ceñirse a una verdad objetiva, que nunca es del todo objetiva porque cualquier historiador, o cualquier periodista, tiene una línea ideológica y busca llevar agua a su molino; en cambio, los novelistas tenemos una verdad subjetiva que sólo tiene validez dentro de los límites de la ficción. No obstante, creo que ambas cosas se complementan, porque nosotros podemos iluminar los huecos que ellos dejan a oscuras porque se los impide su exigencia de objetividad”, complementa.

 

Enrique Serna

Fotografía: Cortesía Penguin Random House

 

Le comento al escritor que alguien me dijo que cada autor deja algo suyo en los libros, cuestiono ¿qué tanto se descubre usted como persona cuando está escribiendo sobre estos personajes tan oscuros? Reconoce: “Pues mire, la creación de cualquier personaje es parte de la observación del propio carácter, lo cual no significa que uno sea idéntico al personaje que está creando; pero, dentro del propio carácter, digamos, uno ve un germen de despotismo, de misoginia, etcétera, etcétera, que en la vida real pues uno ha tratado de reprimir, con o sin éxito, pero en un personaje puede a veces agrandarlo monstruosamente. Creo que la comprensión de alma opera de esa manera”.

 

Jugando con la ficción, le cuestiono al escritor qué le hubiese gustado preguntar al autor a estos personajes y sin dudar responde: “¿En qué momento mataron a su conciencia? Creo que esa es la clave para definir la evocación de esos personajes”.

 

Carlos Denigri es el exponente máximo de una época donde los sobornos, conocidos en el gremio como chayotes, predominaban, además se sabe que ejercía la extorsión, por lo que me parece necesario preguntar al literato su opinión sobre la evolución del periodismo, refiere: “Ha cambiado mucho para bien, porque a partir del año 97, cuando perdió el PRI el control de la Cámara de Diputados, hubo una gran apertura, incluso en la televisión y la radio ya no hubo esa férrea censura que mantuvo el régimen de partido único durante 70 años. Entonces, Denigri es un personaje que sólo pudo haber surgido en esa época, en donde el régimen quería dar una impresión de unanimidad y necesitaba voceros extraoficiales que adularan descaradamente al poder. Eso cambió, además, están ahora las redes sociales que son muy difíciles de controlar. Se ve actualmente tantas guerras de trolles, que finalmente es un campo de batalla que no se puede manipular tan fácilmente como antes se controlaba la televisión. Entonces, eso ha hecho cambios y creo que afortunadamente han surgido periodistas independientes que tuvieron el mérito, entre otras cosas, de revelar los escándalos de corrupción del sexenio pasado que, finalmente, causaron la ruina del gobierno de Peña Nieto”.

 

Sin embargo, las redes sociales tachan más de chayoteros a los periodistas como nunca antes: “Bueno, hay una fobia, pero creo que tiene que ver con la polarización de la sociedad en bandos antagónicos; entonces, lo que caracteriza a las redes sociales es que la gente solamente quiere leer opiniones de los que piensan como ellos y esto es malo, por supuesto, porque es algo que ha permitido que lleguen al poder personajes como Donald Trump en Estados Unidos. Los usuarios de Facebook sólo tienen amigos que son afines a su ideología, entonces eso impide que conozcan otras opiniones”.

 

Advierte que estas fobias pueden estar alimentadas desde el poder: “Lo que pasa es que muchos jóvenes no conocen la trayectoria de escritores, periodistas, intelectuales, entonces se pueden dejar engañar por este tipo de acusaciones como las que nos acaba de lanzar el presidente a los firmantes de un desplegado (Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia) en donde denunciamos la demencia política, suicida, dentro de su administración, que sigue destinando grandes cantidades de dinero a los megaproyectos y descuida completamente la salud pública. Hay escasez de medicamentos en los hospitales, de equipo para los médicos y las enfermeras; mientras tanto, sigue adelante con su demencial proyecto de la refinería de Dos bocas, por ejemplo. Por decir estas cosas es que ahora nos quieren crucificar, he estado recibiendo constantemente ataques en mi cuenta de Facebook, pero ya no me preocupa mucho que los perros ladren porque sé que es una jauría dirigida desde el gobierno”.

“Es una estrategia pandilleril, de ir a darle pamba al que se atreve a poner en duda la infalibilidad del presidente y me sorprendió mucho que hubiera estos ataques, porque me di cuenta de que los partidarios de López Obrador estaban pretendiendo que la crítica del poder se acabó desde el momento en que él llegó a la presidencia y eso pues es algo que no podemos permitir”, denuncia.

 

Enrique Serna

 

Sin embargo, Enrique Serna sabía que habría reacciones cuando firmó el documento: “Mire, yo creo que en la vida de cualquier escritor, hay un momento en que uno tiene que defender ideas impopulares por congruencia y si esto me ha causado perder lectores, ni modo, es un riesgo que tengo que correr porque me parece que hay verdaderamente una gran amenaza para la democracia en México, con el hecho de que el presidente pretenda ser, por ejemplo, guardián de las próximas elecciones y ponga en duda la limpieza del INE que fue el organismo que le permitió llegar al poder, ¿verdad?”.

 

Enrique Serna, también ha sido argumentista de telenovelas, es decir, armaba las historias, por ejemplo, en colaboración con Carlos Olmos, hizo Cuna de lobos, melodrama donde, curiosamente, surgió uno de los villanos emblemáticos de la televisión mexicana, Catalina Creel. “Hay secretos del oficio que pueden aplicarse a la telenovela, el manejo del suspenso, cómo crear una trama, un vuelco dramático, etcétera, son cosas que pueden servir para ambos géneros, porque yo como novelista nunca le doy la espalda al entretenimiento” glosa.

“Creo que la literatura primero debe entretener y luego puede aportarle algo enriquecedor a los lectores. Además, no es conveniente que los escritores con ambiciones artísticas se refugien solamente en una minoría, como pasa actualmente con la poesía, donde los poetas escriben para otros poetas. Es necesario crear obras que tengan distintos niveles de significación y que puedan ser disfrutadas tanto por un lector común como por uno especializado”, comenta.

Para concluir se describe: “Yo he sido un poco tímido, antisocial y he buscado en la literatura vencer las barreras que me separan de los demás”.

CULTURA

Núm. 300 – Noviembre 2024