Revista Personae

CONCURSO DE SUEÑOS MEXICANOS

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El escritor Fernando Salas nos invita a degustar deliciosas viandas antropológicas con sus breves cuentos, a través de la editorial La Tinta del Silencio. Es un libro fraguado a fuego lento, producto de un viaje por varias ciudades, mundos, galaxias, hasta llegar a su centro. “Concurso de sueños mexicanos” nos invita a las sorpresas, y con la transfiguración de su pluma manifiesta una realidad subjetiva, nutrida de observaciones y estudios psicológicos. Así, paulatinamente el autor le devuelve la fantasía, bondad y la libertad al corazón. Desde su primer cuento involucra al lector, convierte lo cotidiano en un momento extraordinario, incluso devela el milagro con sus personajes, quienes adelantados a su época se les permite vislumbrar el futuro y darles intensión a los minutos que lentamente se van convirtiendo en agua, fuego, mariposas. Concurso de sueños mexicanos nos invita a leer catorce cuentos independientes pero interrelacionados: esqueletos que hablan clamores y jadean resplandores, un susurro en la oscuridad, repentinas convalecencias de un perro lobo mutante visto en el Facebook market, la mujer venado con ojos hechizantes que enamora, pero al mirarse, rompe el espejo y se deja tragar por otra realidad, un migrante y una niña delirante gozando su viaje astral. Sus personajes parecen seres que conocemos, pero el escritor se detiene, escanea su aura y, a través de su análisis, crea una nueva historia.

 

Conocí a Fernando Sales en un taller de lectura en Todos Santos, Baja California Sur, en la Casa de Cultura Néstor Agúndes, recinto de la primera escuela Normal Rural de Maestros de B.C.S, escuela de claros tintes Cardenistas, pero con intereses realmente comunitarios. Testimonio de ello, son los murales del lugar que cuentan la historia del pueblo, y en ese recinto el grupo literario se reunía para la alquimia, lanzando ideas, descubriendo talentos, ayudándonos a escucharnos, como un laboratorio experimental de la psique. Fernando Salas tiene el hábito de escribir mientras camina, se sienta en el parque en silencio y analiza las actitudes, el lenguaje, sintetiza los días, sus pasos son letras, aves, efímeras visiones que permanecen tatuadas en su ADN, y posteriormente son trenzadas en su proceso creativo. El proceso cognitivo es superior, incluso lo eleva niveles espirituales, se funde con “los otros” puede pensar, sentir, incluso recordar el contenido de sus semejantes. Y cuando realmente se pone en sus zapatos sucede el milagro, se mimetiza y comienza a hilar sus textos con ideas lúcidas resultado de charlas amistosas con gente que podría parecer común para un sistema como el que vivimos, pero resultan ser piedra angular de nuestro mundo: maestras, carpinteros, pescadores, ejidatarios, empresarios, madres solteras, una tía solitaria, un abuelo abandonado. Humaniza a la humanidad con escenarios bastante complicados, mejor dicho, una cadencia multicolor. La descripción de los personajes refleja su alma, el alma de su circunstancia y sus tierras. La realidad es un punto de partida, ya que después de un punto o una coma, surgen pinceladas abriendo percepciones, y la imaginación se dispara como Pegaso a un cosmos atemporal en busca de respuestas.

 

Sus letras revelan y develan la descomposición del tejido social, los golpes de las atmósferas íntimas estallan, convirtiendo los profundos dolores y heridas en su materia prima, transformando magistralmente el sufrimiento con un sutil humor negro. Su narrativa va en cámara lenta y gradualmente describe a familias atormentadas, a solitarios y aventureros en lugares como el metro, un puente del periférico, un camión de polleros, un departamento en medio del viaducto de la ciudad de México, estos lugares también se convierten en personajes dando voz y alma a las arquitecturas demolidas, las esquinas, las paradas de camión, banquetas y muros grafiteados que ya nadie mira porque se han convertido en parte del paisaje, como los mismos personajes anónimos, al final, conjunto de seres y espacios que van creando sus mundos.

 

Concurso de sueños mexicanos

 

En medio de la lectura uno desea involucrarse con aquellas personas siniestras, amorfos, zoomorfas, dialogar con ellos, ayudarlos, y es cuando emerge la compasión, y se lanza una reflexión silenciosa: “todos estamos íntimamente conectados”. Así vemos a Reyna, mujer golpeada por su “Darling” que desaparece de la Tierra, como tantas otras. Igualmente, el escritor nos lleva al mundo de los androides vivientes. Es en este instante cuando las redes sociales se convierten en un monstro de doce cabezas que no solo controla sino succiona las mentes de la humanidad, desde el clochard hasta el empresario. Es a través del celular donde la historia se desarrolla dando un giro crudo y aciago. Así a través del celular los amantes se espían, se jaquean, viven enchufados para continuar su drama con fotos, con posts, y es cuando una simple tecla que da el like, los convierte en héroes o en candidatos para el suicidio. En los cuentos se manifiesta cómo el mundo virtual es más poderoso que el palpitar del corazón, el Facebook, el TikTok, el OnlyFans, y todos aquellos términos se estacionan en el acoso sexual, el bullying o cualquier actitud cibernética, que sin percibirlo se vuelven un arma letal, este tema se aporta un plus literario que nos lleva a un mundo cruel pero absolutamente real. El mundo donde vivimos a través de sueños y fantasías, y de alguna forma la construcción de sus praxis nos transporta creando una realidad virtual con una crítica histórica, y sin juicios lo libera y el autor sigue caminando en un archipiélago de multiversos. El escritor sublima sus estudios y obsesiones, sin embargo, la esencia se manifiesta: humanos que han perdido su humanidad, quizá por respirar tanto DDT o bañarse con mercurio todos los días sin saberlo, humanos mutantes.

 

Es un privilegio poder estar en su postura como observador silencioso y entrar en el mundo de los otros observando el escenario en un colectivo, analizando el movimiento del chofer, el tono de voz de la colegiala, el atuendo del obrero y transformar con su pluma vidas. La palabra le da el poder de escapar en su proceso creativo al jardín del Edén y extraer del árbol de la vida las almas que lo acompañan en este viaje literario. Ángeles suda sangre raptada y bajo el efecto de la psilocibina. El escándalo del cuarto piso con Héctor y Perlita Domínguez y las notas musicales disipándose por la ventana como sueños en un Apocalipsis parcial.

 

Concurso de sueños mexicanos

 

Fernando Salas entra y sale por mundos paralelos quizá algunos inspirados en la prensa amarillista y otros, como dije antes, extraídos de una atmósfera transparente completamente real que ya no se distingue porque se pierde con el poste, la maceta o el puesto de periódicos por donde transitamos cotidianamente sin ser conscientes de ello. El autor no tiene miedo de tocar el dolor porque es donde se realiza el sacrificio de un observador que llega al éxtasis, acentuando la tragedia que lentamente convierte en historia de amor. Celebramos un arcón de ideas, vivencias, imágenes impregnadas en la piel, tras bambalinas y la interpretación vendrá cuando ustedes abran el libro y se queden en la intimidad con el autor. Los invito a que me digan si él los analizó o ustedes analizaron no solo sus letras sino también su corazón.

POLÍTICA

Núm. 293 – Abril 2024