Revista Personae

LOS PENDIENTES DE TU CUERPO

Reír

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En la actualidad se habla mucho de lo bueno que es reír porque libera serotonina, la hormona de la felicidad. El problema es cuando las cosas están color de hormiga, como actualmente lo están, pensamos que reír no es cosa buena y ponemos las caras largas para emparejar los ánimos con la situación.

 

Reír

 

Desde que entramos en cuarentena, ¿te has permitido reír a carcajadas? ¿Te dan ganas de reírte? ¿Te enojas porque otras personas se ríen? ¿Eres de las personas que piensa que risa es lo mismo que burla o despreocupación?

 

Ya sé, cuando tenemos problemas no dan ganas de reír, pero… para generar serotonina no es necesario algo chistoso que nos haga reír. Podemos hacer muecas o respiraciones, simular que estamos riendo para incorporar esa información en nuestras células y en nuestra memoria, para darnos un respiro ante las situaciones que nos ofuscan. No se trata de evadirlas, se trata de darnos un respiro para oxigenarnos y tener un poco de claridad ante el panorama.

 

Cuando era jovencilla tenía una frase: “río por no llorar”, si me sentía muy mal solía carcajearme hasta que me doliera el estómago. Ahora lo sé, en esos tiempos me estaba evadiendo de llorar mis dolores del alma, no los conocía, no les permitía asomarse, no los dejaba fluir. En ese tiempo me funcionaba reír, no estaba preparada para soltar los mares que apenas hace unos pocos años he soltado abriéndoles las compuertas de mis autolimitaciones.

 

Recordarás que en el pasado número escribí acerca de llorar y fluir. Ahora te hablo de reír y fluir. Créeme que darte un respiro riendo es un alivio.

 

Hace cinco años me certifiqué como Líder en Yoga de la Risa, lo practico más en mi pero cuando puedo recomiendo hacer algunos ejercicios.

 

No estarás para saberlo y yo sí para contártelo: hace unas semanas me enteré que un muy querido amigo tenía Covid-19, lo busqué para preguntarle qué podía hacer por él. En realidad no mucho salvo que enviarle música relajante y le di algunos tips de ejercicios para reír un poco, a pesar de la adversidad. En mi desesperación por querer ayudarlo se me ocurrió eso. Lo primero que le dije fue: ‘no tienes por qué reírte sin ganas, si no quieres, no estás obligado; sólo haz gesticulaciones como cuando ríes y poco a poco la risa natural vendrá a ti’. No le había acabado de decir cuando me respondió: ya estoy haciendo los ejercicios y ya me dio risa. ¡Uf! No sé a quién le hizo más bien, si a él o a mi que me sentía angustiada por él. Gracias al Universo que con risa o sin ella, mi amigo salió adelante después de esta experiencia.

 

Reír

 

La risa no sólo genera serotonina, también ayuda a liberar otras hormonas que nos dan bienestar como las endorfinas. Se activa la circulación sanguínea de cientos de músculos de la cara al moverse, el diafragma masajea nuestro estómago y el intestino mejorando la digestión; se eliminan toxinas, entra más aire a los pulmones y nos oxigenamos mejor. ¡Te digo! ¡Date un respiro riendo! Además, reír activa tu sistema inmunológico y reduce el estrés.

 

Cuando pienso en el Covid-19, por más duro que parezca, me pregunto cómo quiero vivir mi vida antes, durante y después de que el virus pase por mi cuerpo. Para ser honesta, me lo pregunté cuando la pandemia comenzaba, entré en pánico y finalmente me respondí: Antes, la quiero vivir con sonrisas y carcajadas, durante el encuentro cuerpo a virus no sé, ¡espero que me sea leve!, pero al menos ya habré reído antes. Y después, me quiero reír mucho más. Si no la libro, al menos habré reído mucho en vida. ¡Uf! Sólo de volver a pensarlo se me pone la piel chinita y me da risita de nervios.

 

Y bueno, cambiando un poco de tema, observa cómo la risa de los niños pequeños es súper natural, no es aprendida pues proviene de una antigua área del cerebro encargada del miedo o la alegría. ¿Has visto cómo algunos animales también “se ríen”? Lo hacen cuando se relajan después de un momento de tensión. Los humanos tenemos la capacidad de reír voluntariamente, no sólo después de momentos de tensión.

 

¿Te animas a hacer unos ejercicios de gesticulación y respiración simulando la risa? ¡Anda vamos! Párate con tus piernas ligeramente abiertas, tus brazos relajados, tu cuello y cabeza relajados, tus rodillas relajadas. Cierra tus ojos, respira lento y profundo. Cuando te sientas listo dibuja una gran sonrisa en tu rostro, desdibújala, dibuja otra vez la sonrisa, ahora desdibújala y alterna tantas veces hasta que tu cara te pida parar. Con este ejercicio puedes gesticular al grado de apretar también tus ojos. Observa y siente cada parte de tu cara.

 

Parado, con tu cuerpo relajado, toma lo más que puedas de aire por tu nariz y comienza a pronunciar en volumen muy bajo y tu boca muy abierta: ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Ve subiendo el volumen un poco más y más hasta que estés gritando. En el mejor de los casos te dará risa natural, déjala fluir. Si no te da risa de manera natural ve bajando el volumen de la risa hasta parar. Lo mismo puedes hacer con cada vocal deteniéndote con cada una todo el tiempo que quieras: je, je, je; ji, ji, ji; jo, jo, jo; ju, ju, ju. En cada vocal siente qué partes de tu cuerpo se mueven, siente las que vibran, siente cuáles se tensan y cuáles se relajan.

 

Reír

 

Recostado boca arriba, con tus ojos cerrados, respira lento y profundo y comienza a fingir una risa de alguna caricatura que recuerdes. Cada vez que tomes aire, jálalo hasta lo más profundo de tus pulmones y suelta la risista de caricatura. Observa qué es lo que sientes en tu cuerpo, si alguna emoción viene a ti, qué imágenes se presentan. Si te dan ganas de llorar, está bien llorar. Si quieres mover tu cuerpo, muévelo. Si quieres gritar, ¡grita! Haz lo que el cuerpo pida, déjalo ser, relájate.

 

Y si tienes niños en casa, ¡mucho mejor! Hagan los ejercicios juntos y verás cómo terminarán carcajeando todos. De esta manera, la tensión del encierro disminuirá, las caras dejarán de estar tan largas. Verás la vida y los problemas con otra perspectiva. Y tendrás más claridad en esos temas en los que te sentías confundida.

Si practicas cada día algún ejercicio, te caerá mucho mejor que hacerlo sólo una vez en tu vida.

Anímate y ríe, aunque al principio sea risa fingida, más estoy segura que la natural irá ganando terreno en tu cuerpo, en tu vida y en tu familia. Ríe y cuéntame cómo te sientes.

SALUD

Núm. 300 – Noviembre 2024