Revista Personae

ANASTACIO AGÚNDEZ VILLALOBOS

“Una voz en California” Descubriendo una voz.

Carne de mi carne poemas

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Es un reto para quien no nació sud californiano gozar plenamente la lírica del poeta Anastacio Agúndez Villalobos, ya que las referencias específicas salpican cosmogonía.

Pescador y poeta, sus letras transportan a un tiempo de calma, de trabajo físico, de encuentro con el sol, de pies tostados y las manos espinadas, de recostarse bajo el palmar y reposar las discadas, los tronchos de sierra, la machaca de venado, la tortilla de harina, el café de telega, su poesía sabe a dulce recién salido del trapiche y otras veces, al aluvión que corre por las venas y se convierte en grito de justicia y libertad.

 

Anastacio Agúndez Villalobos

 

El poeta se bebe los versos… es irreverente pero sensato al rescatar la última ola de ensueño que revienta en el viejo Todos Santos a causa de la lóbrega especulación de la tierra.

Hoy se asienten corrientes golondrinos, /innumerables galerías de copistas y, /tunantes con figura de señores sin fiscales su proyecto ecologista… (Puerto Algodones)

 

Abrir el arca de su poesía implica tener la llave del lenguaje sud californiano hacer uso del diccionario de Gilberto Ibarra Rivera, reírse de los apodos de la palomilla y crear glosarios para nombrar lugares, momentos, sensaciones, únicos, que emergen de las entrañas de esta península. Su corazón embrujado invita a descubrir los rincones desérticos y leer cautelosamente las Obras Californianas del padre Miguel Venegas con prólogo del padre Ángel María Garibay, pasearse por los viajes del “Otro México”, que narró Fernando Jordán y entrar en el archivo histórico de La Paz para conocer el contenido de la Revista Proa donde maestros y alumnos de la Normal Rural de maestros publicaban cuentos, cantos, crónicas y poemas conociendo a talentos y rebeldes como la poesía icónica del profesor Castro o las transgresiones de Valente Salgado periodista poeta a quien casi no se menciona porque en su columna “El Tendedero” comprometía la integridad de uno que otro político de la época.

 

El poemario “Una voz en california” resucita miles de voces, sucesos y lugares como las loberas y aquella sensación etérea al descansar en las olas y fundir el cuerpo con el atardecer y con añoranza desentierra la época de oro de los trapiches Todossanteños:

Todos se fueron, dejando fama y familia/el agua faltó al surco/extraños cercan el huerto/el trapiche se acabó.

…es mágico su encanto, /a los mangos madrugar/ con la brisa del bajío/ y los suspiros del mar.

Son recuerdos /los chirridos de carretas, tintineos de cadenas/ tío Chon curveando melcochas y/ Chelino golpeando tablones. (El progreso)

 

Estas claves despiertan el interés por recuperar la historia oral que día a día se deslava con la vorágine del reguetón y la invasión extranjera.

 

Anastacio Agúndez Villalobos

 

Egresado de la primera escuela normal Melitón Albánez de la Baja California Sur, el poeta surge con esa estirpe de estudiantes-maestros que crecieron con un profundo amor por el trabajo, la enseñanza y a la lectura comprometida con las causas justas del pueblo.

 

Anastacio Agúndez Villalobos

 

Brincamos de un libro a otro para hincar interés en la palabra caneria, atesorada como una lógica explicación a la extinta empacadora de pescado:

Testimonio fiel de nuestra historia/ ese muelle derruido e irreverente, /albergue permanente de las aves/y ataviados pescadores de cantil, eras fiel receptor de caneria, embarque de productos procesados, /cosecha tropical del fiel solar (Puerto viejo)

 

El canto del ave evoca siglos de dicha y abundancia, de huertos entre cardones y carpinteros, las panelas, los ates y las zorrilladas y aquellos comilitones donde no se habla de poesía, pero todo es magia porque el cielo canta y el amable arriero invita a charlar con tabaco y licor, reflejando en su mirada el infinito. Alud de recuerdos de infancia en el Rinconcito, los juegos infantiles: las cuatro esquinas, el béisbol, las canicas, los aros y el changais, cazar palomas con flecha y arco de carrizo y cortar las pitayas con su abuela y descubrir con terror la mazmorra bajo la tutela de su padre, de los primeros policías en Todos Santos; formas poéticas que rescatan la imaginería y encarnan la memoria.

 

Sus versos nos pasean por la arcada del callejón del manguito donde caballos salvajes se aparecen, las alas de las auras se agitan, los ojos de las piedras te siguen de noche y los cuerpos de agua reflejan a la Ahorcadita cada mañana bajo la neblina perfumada. Y continua la declamación del misterio, el aroma a huele de noche, los aparecidos con antorcha en el cerro de la Candelaria, guerrilleros y pescadores, los oficios perdidos, el origen de los cerros y la historia de los ejidos; sus versos invitan a saborear la ciruelita de monte para quedar atrapado en la exuberancia de Todos Santos.

 

La cadencia del poeta exalta los rincones del universo, la variedad de insectos florecientes bajo la luna llena entre el lomerío de El pescadero y Los Cerritos, de las Flores y San Juan y lejos, pero en el corazón de la memoria, el sonido de una guitarra desafinada de un ranchero entonando melodías de antes de la revolución, los piratas y sus embarcaderos en Las Playitas y los palmares encendidos evocando el secuestro de un presentimiento…

Pululen vientos, levantan polvos fieles testigos de aquel amor…canta Anastacio, entintando su pluma en una ensenadita, dibujando aquellos oasis que emergen de punta a punta sobre los caminos de caña y algodón.

te anida el tecolote entre sus manglares y sus piedras medallón…

Amor a la tierra, a sorprenderse con el silencio convirtiendo el ocio en metáfora y la sabia redención al tener la certeza que nacemos desnudos e igual nos vamos, solo queda el canto del poeta flotando en la laguna que fertiliza la sangre de quien sabe contemplar.

 

Anastacio Agúndez Villalobos

 

De sus libros de poesía hemos leído “La Flaca y otros romances” publicado por Cuadernos de la serpiente, cuidado editorial del maestro Raúl Cota Álvarez, en su taller literario donde el poeta fue domando sus pasos de gigante sobre la llanura de los ranchos y la palabra como el barro sujeta los pensamientos como pescador, juglar, cronista y andariego. El poeta en su plenitud nos invita a conocer el Golfo y sus bahías escondidas bajo la calma del ojo del huracán donde danzan centauros, sirenas, serpientes marinas y criaturas de la noche entre huertos, umbrales, sombras, suspiros, espigas, trapiches, ruinas, carretas jaladas por sueños, y, al amanecer, lanzar la caña para pescar letras y crear nuevos poemarios, nuevas amistades de sabores abismales y agridulces polinizando el eros y el tanatos con su frágil y portentosa imaginación.

 

Marcela Magdaleno Deschamps

Todos Santos BCS.15 de Septiembre 2021

POLÍTICA

Núm. 304 – Marzo 2025