Revista Personae

EUGENIA FERREIRO

Entre la realidad y la fantasía

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Cada artista tiene su historia y cada artista le imprime su sello y el de Eugenia Ferreiro es realmente particular, conjuga la técnica con imágenes que nos remontan a nuestra infancia, al puerto seguro para muchos, al lugar, al tiempo o la circunstancia donde en su momento nos sentíamos protegidos de toda esta vida adulta.

 

Eugenia Ferreiro

 

Podemos ver caras, bicicletas, alas, animales, colores vivos, colores como ella comparte, «colores que abrazan», y sí, esta es la sensación que proyecta cada obra de Eugenia Ferreiro. Ella proviene de familia de artistas: Sara Ferreiro -su madre, q.e.p.d.- y Manuel Ferreiro, su tío, ambos pintaban y éste último también se dejó seducir por la escultura, a esta actividad con los lienzos y pinceles se sumaban algunos tíos y algunos primos, “era como un obligado… Los sábados, posterior a la comida familiar nos repartían los cuples y todos dibujábamos, todos pintábamos. Obviamente los chiquitos hacíamos puras porquerías (risas), mientras los grandes sí hacían cosas padres, y no faltaba el amigo artista que caía a la hora del café…”, y con esta escena retomamos parte de su infancia, recordó que ella de pequeña tenía un diario en el cual escribía y escribía, actividad que realmente disfrutaba y que más adelante explica el papel que jugó…

 

En plena adolescencia, consciente de que toda la familia disfrutaba del arte, “como que todos nacimos artistas, no te daban mucha opción. Obviamente asegurabaYo no iba a ser artista…, pero ¿qué otra cosa podría hacer? Decido estudiar para traductora, cursé la carrera de Idiomas”. Se ríe al recordar que aquello que no era su prioridad, aquello en lo que ella aseguraba que “no se convertiría”, aquello que era un supuesto “hobby”, “¡Se volvió mi carrera! ¡Mi trabajo! ¡Mi todo!”.

 

Recuerda cómo se peleaba con sus propios demonios y como los acabó abrazando, no le cabía en la cabeza imaginar en repetir el mismo patrón de dibujar con toda la familia en fin de semana y que la casa iba a estar llena de artistas y visualizaba a sus hijos y nietos poniéndolos a pintar. A todo ello se resistía.

 

Eugenia Ferreiro

 

Menciona que ya ha experimentado la escultura, pero no fue algo que le llame mucho la atención, ya que a ella le gustan las cosas más inmediatas, entonces, por eso su gusto mayor es por la pintura: “Finalmente es un trabajo solo tuyo, en el que no dependes del horno, de los moldes, del bronce… Cuando mi hobby se volvió rentable, y en un acto de honestidad conmigo, me dije: «Para qué le doy más vueltas al asunto, si esto es lo que me gusta», y así empecé a meterme de lleno”.

 

Habla de su casa, el tono de la conversación delata cuán orgullosa se siente y de la complicidad que tiene con la misma, la inspiración que le provoca cada espacio que ha acondicionado: En el comedor tengo un pequeño estudio, en mi recámara, en un tercer piso he adaptado otro, “mis hijos viven en un taller eterno”.

 

Hace un momento mencionaste esta idea de ir a contracorriente con la familia, pero ¿en qué momento hiciste click con el arte…?

Creo que desde chiquita, yo tenía un diario y todo el tiempo escribía «Querido diario» y ahí apuntaba muchas cosas de lo que me pasaba en el día, entonces, al final creo que mis obras son así como un paralelo a Mi querido diario… Mis pinturas expresan mucho sobre quien soy. Me encanta pintar: alas, libélulas, pinto mujeres, soy como muy feminista, es algo por lo que me identifican, la gente dice que es muy característico de mí. Mis obras son muy coloridas, soy muy alegre.

 

Eugenia Ferreiro

 

Hablando de diarios… ¿Te das cuenta? Desde temprana edad desafiaste la hoja en blanco y ahora desafías al lienzo en blanco… No muchos se atreven a perder el miedo, y tú lo hiciste de manera doble (entrecierra los ojos en señal de satisfacción). “El otro día le preguntaba una amiga que también pinta, si cuando tiene su lienzo en blanco lo soba primero. Es algo así como darle cariño, no es un ritual ni nada, es algo que me nace, es como cuando ves a un cachorrito y lo quieres acariciar, y para mí, los lienzos en blanco son así. ¡Qué emoción! ¡Me fascina!

 

¿Y los colores? ¿Son por temporadas o elegiste alguno de forma permanente?

Con una gran sonrisa contesta: “Sí. Sí, totalmente. O sea, ahorita estoy casi a punto de salir de mi temporada roja, aunque todos los tonos en rojo me encantan. Justo ahorita estoy como queriendo entrar a azules, llevo dos cuadros en azules y me está gustando, entonces creo que voy a descansar el rojo un poquito, aunque sí observas toda mi obra, el color que más se repite en mis obras favoritas es el rojo, y hasta las obras que compro de otros artistas, también son rojas (risas).

 

Hablando de otros artistas, la tarde anterior asistió a la inauguración de un amigo en común, y también de Revista Personae, alguien que es entrañable, el maestro Alejandro Dorantes, quien ha sido una pieza fundamental en la carrera de Eugenia Ferreiro, quien emocionada añade: “¡Es lo máximo! ¡Yo lo quiero un chorro!”. Alejandro me apoya muchísimo, porque llego y le comento «Tengo ganas de darle un efecto así de desgastado y siempre me ayuda a concretar». Trabajo mucho con óleo, muchas veces me ayuda para dar un efecto más viejo o me comparte sus secretos para que quede cada trabajo como lo he ideado.

 

Eugenia Ferreiro

 

Regresemos a los rojos, ¿Qué implica este color?

Cuando veo terminadas mis obras en rojo, siento que dan esa sensación de calidez que “inunda” el lugar, se vuelve cálido, es como si el rojo abrazara cada espacio, y esto no pasa con el azul, por ejemplo. El azul enfría tus espacios, pero de que es muy bonito, es muy bonito. En definitivo, el rojo me hace sentir como abrazada.

 

“Soy muy alegre, me encanta inventar cosas y hago bromas. Muchas veces mis pinturas reflejan eso; son pocas las veces que hago realismo, me gusta más crear fantasías. Por ejemplo, aquí estoy viendo un gallo y de inmediato puedo verlo que trae unas botas vaqueras increíbles, o sea, esa parte son las que plasmo y no te esperas, por lo tanto, te sacan de balance, pintar esto me permite pensar que hay una ilusión en el mundo. Esta obra se llama “¿De veras prefieres el mundo real?” Pienso en ese gallo con botas, para mí, ese mundo irreal me fascina. Hay un tigre que tiene muchos colores que está pensando en unas papas de McDonald’s, es llevar al espectador a pensar «No existe, pero ¿es real esa fantasía?». A mí me encanta, ojalá el mundo fuera así de desenfadado y no el mundo tan complicado que tenemos que vivir”.

 

Eugenia, con este cuadro con las papas me lleva a cuestionar, ¿en qué momento la sociedad perdió la inocencia? Exacto… es tan cierto eso, ojalá el mundo fuera así de sencillo, qué maravilla pensar en eso y no pensar en violencia. Es parte de mi rebeldía, de mi rebeldía sana. ¿Por qué no podemos tener un mundo así, sin tantas complicaciones?

 

Justo sobre la inocencia, en algún momento mencionaste que así te ven tus seres queridos y antes de ser una crítica, insisto, «ser inocente», hoy por hoy, yo lo percibo más como una virtud… No es algo que yo haya procurado conservar. Ha sido una parte permanente en mi vida. Creo que es un lado cómodo para no acabar con el adulto… Aligera muchísimo el camino de la vida adulta.

 

Eugenia Ferreiro

 

¿Cómo es tu conversación con el lienzo en blanco?

Es un regalo que te da la vida y así lo veo, tienes todo libre, blanco y tengo un mundo de posibilidades al 100; a veces no es el tono que buscaba, en otras tampoco el color, a veces buscas modificarlo y en otras se convierte en esos accidentes raros que te acaban por gustar.

Ahí es donde compruebo más que de los peores accidentes hablando de la pintura salen las mejores obras. Cuando lo tienes así en blanco dices, o sea, tengo el mundo en mis manos y puedo hacer lo que yo quiera. Es mucha felicidad, pero también es mucha responsabilidad. Vas tomando decisiones, vas respirando, vas viendo… ¡lo vas viviendo!

 

Y la inspiración ¿en qué momento llega?

A veces lo tengo definido, en otras empiezo a jugar con colores y de ahí brota algo. A veces Alex (Dorantes) me ayuda aterrizar mis ideas, es como mí psiquiatra (risas), digamos que traduce mis pensamientos.

 

Todos los creativos se confrontan con su realidad… ¡Sí! En cierta ocasión me invitaron a una exposición e hice a una mujer con un rosa de fondo. Iba a ser una mujer mexicana, con su blusa mexicana y con sus trenzas… Fueron de esos trabajos que no salían, ya fuera por el color, la mirada salía rarísima (risas) al final la saqué adelante.

 

Eugenia Ferreiro

 

Hablas de la mujer, en qué momento las volteas a ver, a reconocer, a honrarlas mujeres y decir ¡vamos! La admiración siempre la he tenido, pero mi hija transformó todo. Primero, yo provengo de un doble matriarcado –por mi mamá y mi abuela–, conjuntado en una época donde las mujeres éramos vistas como ‘poquita cosa’ y solo los hombres podían ser los picudos, pero vi muchas cosas que hicieron ellas y fueron igual de picudas… En cierta ocasión escuché que le dijeran a mi mamá, “hasta pareces hombre” por el esfuerzo que hacía y yo me sentía muy orgullosa que le dijeran así a mi mamá, ahorita me hubiera ofendido. Entonces, yo creo que siempre lo tuve ahí medio dormido hasta que mi hija empezó a hacerse adolescente y me confrontó con tantas ideas arraigadas y si su generación está haciendo el cambio, nos toca apoyarlas, y creer en su lucha y sus razones.

 

¿A qué te topas cuando te asumes como feminista?

A muchas injusticias, a muchas cosas que de verdad me molestan, el que las propias mujeres se asuman como tontas, cuando es claro que no lo somos. Finalmente, en cuanto a capacidad sí somos iguales, aunque obvio somos completamente diferentes, no mejores, no peores, simplemente diferentes. Tan capaces unos como otros. En el arte, los grandes artistas de la historia son hombres, por el mismo sistema, por cada mujer artista hay 10 hombres.

 

Después de externar la admiración por su hija, nos comparte que otros temas ha abordado en sus lienzos, “comprende el de la Libertad, un tema tan importante para mí”. Añade sus propias experiencias como mujer, el reiniciar una y otra vez y comparte su frase: “Mí Primavera empieza otra vez”.

 

Eugenia Ferreiro

 

¿Cómo fue tu pintura antes y después éste?

Mis mujeres están más llenas de colores, y te recuerdo, yo no pinto realismo, son mujeres con un ojo más grande que otro, unas pestañitas así, raras, no sé. Pero además de esos colores, de esa alegría, las texturas las experimento sin miedo, salir de la zona de confort, ver qué tal si le metemos un poquito de verde o azul. Pero ¿cómo verde? Arriesgarme a ver qué pasa, y si no, pues lo borramos. Digo, si pude reinventar mi vida hace 10 años, ¡¿Qué no pueda cambiar el color?!

 

De sus exposiciones menciona que ha tenido la oportunidad de exponer en Francia, Italia, Canadá, Estados Unidos y México. Recientemente, la exposición de “Fridas” de artistas latinoamericanas, primero en Chicago y después en Nueva York. En la actualidad también expone en Altavista 147 y en Vía Santa Fe. Eugenia es parte del colectivo Puerta 31, y miembro de los artistas del Jardín del Arte de la Ciudad de México”. Confiesa que le cuesta mucho trabajo ponerle nombre a sus cuadros más no así realizarles una historia.

 

Para concluir nos comparte: “En comentarios entre artistas nos hemos planteado que si fuéramos millonarios ¿pintaríamos igual? ¡Yo sí! Y seguiría igual de agradecida con Alejandro Dorantes, que ha sido un gran maestro, un gran mentor, que me ha enseñado cosas más allá, y por ayudarme a mover en este complejo mundo del arte. Gracias también a mí, a mi genética y a mi herencia que hizo que tuviera yo este amor por el arte… Los 4 aspectos que conforman mi vida, que me hacen sentir viva, son mis hijos, mis perros, la música y la pintura”.

CULTURA

Núm. 293 – Abril 2024