Revista Personae

EX LIBRIS

Entre la “Crítica al poder presidencial”, de Enrique Krauze y “La llama inmortal” de Stephen Crane, de Paul Auster, elegí el segundo

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Terminó el año 2021 con lamentables muertes de más de medio centenar de migrantes guatemaltecos y otros centroamericanos en una carretera del kafkiano estado de Chiapas, debido a la rampante corrupción de las autoridades migratorias mexicanas que simplemente ignoran la guerra del “impoluto” mandatario tabasqueño en contra de la CORRUPCIÓN, que, bien a bien, es más virulenta que el COVID19. Para iniciar las EX LIBRIS en Personae, el nuevo año 2022, me había preparado con la lectura de varios libros sobre el gobierno de la 4T y sus personajes, con el presidente Andrés Manuel López Obrador a la cabeza. Gracias a Dios, en el mundo hay muchos otros tópicos más interesantes que el “mesías tropical” y sus paniaguados. Por esa razón, la literatura campeó por sus fueros y con el libro más reciente de Paul Auster —viejo conocido de los lectores de EX LIBRIS desde sus inicios—, La llama inmortal de Stephen Crane, empezamos las 12 entregas (ojalá las vivamos), del 2022 que deseamos más venturoso para todos.

 

“La llama inmortal”

 

Dice Russell Banks, el prolífico octogenario novelista, cuentista y guionista estadounidense, que en las páginas (1033 en la versión traducida al español presentada por la editorial Seix Barral en el mes de septiembre de 2021), “Paul Auster pone su indiscutible habilidad como escritor al servicio de una apasionante biografía que se lee como un western literario, “¡qué historia! Esto es más que una novela, más que una biografía. Es literatura. Y el homenaje más profundo de un escritor a otro que jamás haya leído”.

 

Desde mediados del mes de octubre del año que recién terminó, Paul Auster —escritor  comprometido con la vida política de su país (Estados Unidos de América), por lo que es irreductible adversario del ex presidente Donald Trump y sus maquinaciones ultraderechistas—, concedió una serie de entrevistas en EUA y en México con motivo de la impresión castellana de su libro dedicado a Stephen Crane (1871-1900) volumen completamente distinto a sus trabajos anteriores, mezcla entre el género biográfico, con partes de ficción y no ficción, en la que inserta un esfuerzo documental sin precedentes en poco más de mil páginas, en las que relata existencia y obra de su colega escritor y poeta Stephen Crane, quien murió a los 28 años de edad, pero que pese a tan corta vida pergeñó una amplia creación literaria y desarrolló múltiples vivencias como corresponsal de guerra, osado viajero en Cuba y en México, nuestro país, en donde ambientó algunos de sus textos.

 

Confiesa Auster que lo que más le sorprendió de Crane fue su energía inagotable. “Nunca había encontrado a alguien, en el libro o en la vida, que viviera así, al límite. Creo que sintió que no iba a vivir mucho y eso lo hizo muy atrevido y con ganas de adquirir mucha experiencia. Sintió que eso tenía que hacer y lo hizo. Sé que era un jugador, era un hombre que corrió para cubrir guerras. Se arriesgó al intentar llegar a Cuba cuando estaba prohibido para los estadounidenses. Siempre se metía en problemas y apostaba jugando al póquer y lo que tuviera de dinero lo gastaba. Vivía al límite constantemente, pero se lo pasaba escribiendo y eso me parece notable”.

 

“Era muy joven cuando murió. SÍ, 28 años, Muy joven. Es absolutamente terrible lo joven que era, ni siquiera estaba completamente formado como adulto, se quedó en la transición a la edad adulta. Por eso en inglés le puse el título de Burning boy (Muchacho ardiente), porque de alguna manera siempre fue un niño que nunca se convirtió en un hombre en todo su esplendor”.

 

“Crane fue a México, creo que fue un viaje fascinante. Escribió algunas de sus mejores historias ambientadas en México. Hay dos tipos de narraciones. Las de la ciudad de México, en las que habla principalmente de los transterrados estadounidenses que viven ahí, apostando y bebiendo mucho. Y luego están las otras, una llamada “One Dash-Horses” que creo está basada en un hecho real, en la que con un guía mexicano sale a caballo a un viaje y se meten en problemas, llega una pandilla que quería matarlo, logra escapar en medio de la noche en su caballo y huye. Sin embargo, justo cuando amanecía ya había de nuevo hombres siguiéndolo. En la trama se encuentra con un contingente de rurales. Un relato divertido, pero también aterrador”.

 

“Además, tiene un pequeño ensayo, que nunca publicó sobre la pobreza en México. Es un trabajo increíble. De un chico de 22 años de edad que se queda mirando a un indígena mexicano, que es pobre, tratando de entender por qué eran tan ajenos a él. Y compara la pobreza mexicana con pobreza en el norte, en Estados Unidos”.

 

“México fue uno de los peldaños fundamentales de su vida. Conservó todos sus recuerdos del viaje en la pared de su casa, tenía una manta, una espuela y un revólver”.

 

 

Por otra parte, en conferencia de prensa por Zoom desde Nueva York —donde reside en compañía de su esposa, la también escritora Siri Hustvedt— a la pregunta de cómo decidió escribir una “biografía” de Crane, Paul Auster cuenta que tuvo un impulso. “Después de terminar mi libro 4 3 2 1, esta novela muy larga, estaba muy agotado y tomé un poco de tiempo libre. Leí algunos (de sus) libros que siempre había querido leer y no pude. En algún momento regresé a leer a Stephen Crane y entonces entendí lo maravilloso, original y poderoso que era este autor. Entonces me sumergí en la obra de Crane. Leí todo lo que pude de su vida y decidí escribir un libro que expresara mi aprecio por la grandeza de su obra. Imaginé escribir un librito delgadito, de 200 páginas a lo mucho, pero una cosa llevó a otra y ese librito se convirtió en uno grande y luego en un librote. No fue planeado y no quiero volver a escribir uno de ese tamaño nunca más, es muy difícil”. (Qué lástima, en lo particular, soy partidario de los libros de muchas páginas, en las que se sumerja el lector por horas y horas. La gran mayoría de lectores opinan que los libros muy grandes solo son para especialistas o “locos”, como yo”).

 

En la misma conferencia, se le preguntó al ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, que si “la vida de Crane muestra que el arte es un gran compañero de la existencia humana, ¿por qué no ahondamos más en esa simbiosis?, a lo que contestó: “Sí traemos el arte a nuestras vidas, como el hecho de que todos estamos hablando aquí de un autor que vivió y murió hace más de 120 años, significa que el arte sigue vivo y que el arte importa”.

 

En este punto, Auster, autor de un librito que me fascina, Historia de mi máquina de escribir, hace una digresión y evoca la razón por la que quiso hablar de Crane con tal profundidad: “Sospechoso que en EUA no se le está leyendo mucho. Todos lo conocen por un libro que es La roja insignia del valor, pero hay docenas y docenas de cosas que escribió de gran calidad y se ignoran. Mi propósito era tratar de generar un nuevo interés en su obra, porque es una figura históricamente importante y creo que fue el primer modernista de la literatura estadounidense, el que se adelantó a lo que sucedería en el siglo XX. Además, sus preocupaciones y su método de escribir siguen siendo muy contemporáneos”.

 

Explica Auster que Crane, con su narrativa, es uno de esos autores que le habla directamente a una persona de hoy. “No lo leemos a través del lente de un libro por lo viejo, sino que está muy viva su obra y exige ser leída”. Agrega por qué cree que se dejó de estudiar a Crane, por qué perdió lectores. “La roja insignia del valor ya no se lee, pero esto sucede con los clásicos de la literatura estadounidense. En las preparatorias nadie lee La letra escarlata (The Scarlet Letter) que es la primera gran novela de Estados Unidos publicada en 1851”.

 

En este sentido, Auster explica que los maestros contemporáneos dudan que los estudiantes se interesen en la literatura. “Entonces —dice—, buscan libros que apelan más directamente a las personas, cosas que tienen que ver con la vida del momento. Lo entiendo, creo que está mal, pero lo entiendo, y mientras tanto muchos de nuestros grandes autores no son leídos hasta que la gente es mayor. Son los que cursan la universidad. Antes todos leían a los grandes autores, ahora solo los universitarios”.

 

Entonces, ¿podría ser Crane un autor marginal? Dice Auster: “No lo creo. De hecho, en vida fue muy famoso y su novela “La roja insignia del valor”, se publicó cuando tenía 24 años y lo convirtió en una celebridad nacional. Es algo sustancial, porque en la historia de la literatura de Estados Unidos de América, los únicos dos autores que capturaron al país de forma abrasadora cuando publicaron sus primeros libros, fueron Scott Fitzgerald con “En este lado del paraíso” y Crane”.

 

Entonces, agrega, “no fue una figura marginal, pero ha sido un poco abandonado. Lo que quiero hacer es regresarlo al centro del escenario, al lado de los grandes autores de EUA y merece estar con Melville, Henry James, Mark Twain…”.

 

Escribe Paul Auster: “No era nadie. Y luego fue alguien. Muchos lo adoraban, muchos los despreciaban, y luego desapareció. Lo olvidaron. Volvieron a recordarlo. De nuevo lo olvidaron. Otra voz lo recordaron, y ahora, (mientras escribo esto) en los primeros días de 2020, sus obras se han vuelto a olvidar. Es una época oscura para Estados Unidos, sombría en todas partes, y como ocurren tantas cosas que erosionan nuestras certezas sobre quiénes somos y a dónde nos dirigimos, tal vez haya llegado el momento de sacar de su tumba al muchacho fogoso y empezar a recodarlo de nuevo. La prosa aún restalla, la mirada sigue traspasando, la obra todavía escuece. ¿Nos importa eso aún? En caso afirmativo, y solo cabe esperar que sí, debe prestarse atención.

 

Crane, afirma Auster, miraba como fotógrafo, como científico y como periodista de investigación para describir qué está pasando antes de ponerlo en juicio. Eso fue revolucionario, dice Paul, porque cuando escribió su primera novela “Maggi, una joven de las calles, que narra la vida en los barrios pobres y abandonados y una protagonista que se convierte en prostituta, no la juzga solo cuenta, únicamente escribió sobre lo esencial. Vale la pena leer las 1033 páginas de este volumen. VALE.

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