Revista Personae

“LOS COMIENZOS” DE ANTONIO MORESCO,
YA FUE TRADUCIDA AL ESPAÑOL

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Dadas las circunstancias, el éxito literario del escritor italiano Antonio Moresco (Mantua, 30 de octubre de 1947), se debe, más allá de su genialidad creativa —que sin duda la tiene—, a su terquedad por hacer realidad sus sueños de novelista sin importarle que ese propósito suponía pagar los costos a quien permitió lograrlo: Dios o el diablo. No es fácil que alguien que presume de dedicarse al noble oficio de escribir, precisamente tenga que hacerlo en forma manuscrita, en hojas cuadriculadas como libro de contabilidad. Peor aún, la novela en ciernes era una trilogía que sumaba 2,700 páginas, que escribía con una caligrafía que a veces ni él mismo podía descifrar. Tres décadas y media le costó su empeño y el rechazo de 60 editoriales.

La trilogía Juegos de la eternidad (Giochi dell’eternité) está formada por Los comienzos —a la que dedicó nada menos que 15 años—, recién se publicó en España, por la editorial Impedimenta, a la que seguramente le seguirán Cantos del caos y Los increados. Contar con relaciones en España tiene sus ventajas, esos contactos me facilitaron el libro, razón por la que aparece esta EX LIBRIS. Estoy en vías de conseguir otros de sus títulos.

“Mi historia editorial —cuenta Moresci en una entrevista—, fue  la siguiente: 15 años de rechazos: lo que escribí con 30 años se publicó cuando tenía 45. Hubo un rechazo absoluto hacia mi naturaleza y mi fisonomía como escritor, hacía mi forma de ver y narrar la vida y el mundo. Existía y sigue existiendo, la idea de que el escritor tiene que limitarse a describir lo que ve en su espejo. Yo necesitaba agrietar el espejo, partirlo, derribarlo y pasar al otro lado”.

 

“Los comienzos” de Antonio Moresco, ya fue traducida al español

 

En Los comienzos, conocemos a un seminarista que se enfrenta sin cuaderno de bitácora a temas medulares como la religión, la revolución y el arte; un artefacto sin referencias previas por más que se le haya comparado con el “pesado” y psicoanalítico francés Marcel  Proust de En busca del tiempo perdido, o el inabordable irlandés, James Joyce, el de Ulises, o con Baruch Spinoza, el filósofo neerlandés de origen sefaradí hispano-portugués, que solo persevera en el propio ser.

 

Un joven seminarista ha dejado de hablar. Está absorto en el mutismo hasta el punto de vivir en una especie de tensión alucinatoria permanente que percibe los sutiles movimientos de violencia reprimida que se suceden entre lo demás compañeros de seminario, por los que no muestra ningún interés. Cuando le practican la circuncisión y convalece en casa de unos familiares, conoce a una joven bizca (nunca pude entender el significado de esta particularidad), pero al regresar al seminario… no logra hablar. Al cabo de unos años reencontramos al “seminarista de los ojos verdes” —recordando un viejo poema, aunque el de Moresco no los tenga—, lidiando con la política, que se ha convertido en activista y viaja por la bota italiana convocando a mítines y tiempo después inmerso en el particular mundo editorial de su país, en el que se enfrenta a un editorial ambiguo que se interesa por su novela para luego desaparecer.

 

Del volumen comentado puede decirse que es “una novela para la posteridad” sin caer en el tópico común. En 1984, el ex seminarista de la realidad comenzó este proyecto literario, tres distintas versiones y reescrituras. En 1998 consiguió dar a conocer Los comienzos. Más tarde llegarían los otros dos libros de la trilogía, Canti del caos y Gli increati. El número tres juega un papel central en la concepción de Los comienzos, y no tanto por el hecho de que da inicio a una trilogía, sino porque es en torno a este número (3) que se estructura la novela, y es en torno a su significado que se articula el sentido de este libro.

 

Otros estudiosos de este trabajo novelesco de Moresco lógicamente —no hay de otra—, lo dividen en tres escenas, la de silencio, la de historia y la de fiesta. La novela gira en torno a la aceptación de tres formas extremas de vida: la religiosa (en el seminario se acepta o no, pero la razón básica de ingresar en un colegio como ese, es religiosa o lo era, por lo menos en mis tiempos de empezar a vestirme con los trajes talares o, lo que es lo mismo, una sotana negra, ahora también se usa blanca), la revolucionaria y la artística.

 

En estas tres escenas, el protagonista, que es siempre el mismo, termina aceptando la vida por la que ha sido llevado. Con un “sí”, cuya rotundidad varía en cada uno de los tres momentos “vitae” (genitivo de Vita —vida—, que si mal no recuerdo se traduce así: “de la vida”. En la última de las escenas, de hecho, nos encontramos al protagonista a punto de pronunciar el “sí”, que quede suspendido dejando así la novela abierta.

 

Mucho deja la lectura de Los comienzos. Entre otras cosas, resulta que Antonio Moresco era el “secreto” mejor guardado de la literatura italiana, europea, para decirlo de la “mejor manera”. Novela que, comparada con la literatura que se escribe en México, antes y después de la 4T, es incomparable (muy, muy incomparable), aunque esto no le cuadre a la “raza de bronce”. ¡Qué le vamos a hacer, así son las cosas!

 

“Los comienzos” de Antonio Moresco, ya fue traducida al español

 

Moresco logró una biografía desaforada, desprovista de lugares comunes y tópicos, como si los carriles frecuentados de la existencia no hubieran sido planteados para tipos como él. Su vida y su literatura siempre han disfrutado de un ancho de vía distinta al resto. Nada de vía angosta, como la que usaban el tren “Huatusquito” —de Córdoba a Huatusco, pasando por Fortín de las Flores, en el estado de Veracruz, o el “Alvaradito”, del Puerto de Veracruz a Alvarado, donde todavía la gente habla claro y directo, sin tapujos como lo hacen en otras partes de México—. Bien decía el epigramista Francisco Liguori, que “había nacido en donde terminaba la franqueza jarocha (Orizaba) y empezaba la hipocresía poblana”. Disculpas a los fabricantes de camotes.

 

Vías de comunicación que han llevado a Moresco a desfilar por los atavismos que anudan las rutinas conventuales, las inflexibilidades de la disciplina anarquista, que de alguna manera es otra clase de monacato, y las rutinas autoimpuestas que reclama la escritura, otra militancia con aristas anacoretas.

 

Los comienzos, que ahora publica la editorial Impedimenta (apenas fundada en 2007, en Madrid, por Enrique Redel, para imprimir “clásicos modernos”), luce una portada tan original y expresionista, que en ocasiones da la impresión que está más cerca del pintor estadounidense Jackson Pollock que del artístico escritor francés Gustave Flaubert.

 

En otra plática sobre su trayectoria literaria, Moresco cuenta que Los comienzos reúne las vicisitudes de su vida que le han llevado a través de tres dimensiones: la religiosa, la revolucionaria y la artística. Para narrarla, “tuve que revivirla y reinventarla; inventar otra forma de ver y de verbalizar el mundo, las personas y las cosas. El protagonista pasa de la dimensión religiosa a la revolucionaria y de ésta a la artística. Si echo la vista atrás me da la sensación de haber vivido tres vidas distintas y de haber adoptado tres estrategias del espíritu que, si fuese un romántico alemán del siglo XIX, llamaría sacerdote, soldado, artista”.

 

Moresco es un autor diverso, creador de novelas y libros de relatos, pero también de ensayos políticos de alto voltaje y nada le gustaría menos que ser considerado un escritor difícil, porque no lo es, aunque sí es único. Si algún lector es un autocomplaciente consigo mismo y cree saber todas las narrativas está equivocado. Lo sabrá al leer el libro de Moresco. Y no quiero reseñar como mérito el tiempo empleado porque no creo en la literatura penitencial escrita con cilicio, como en un antiquísimo convento. Me complace decir que muchas cosas comienzan y acaban con esta novela (¿o biografía literaria?), con eso es más que suficiente.

 

Lo mejor. Pocas veces, el acto de leer (la bendita lectura, que tanto aborrecen muchos insensatos), se nos había presentado tan creador. Lo peor. Requiere un cuaderno o una libreta como solemos decir donde anotar las impresiones y abordar una necesaria reelectura para disfrutar todo con más profundidad.

 

La ficha bibliográfica dice: Moresco, Antonio, Los comienzos. Editorial Impedimenta, Madrid, España, 2023. Idioma original, Italiano. Traductor Miguel Ros. 32,95 euros. En México tendrá un precio de $800.00. VALE.

CULTURA

Núm. 300 – Noviembre 2024