POR UN MUNDO EN DONDE GANEMOS TODOS
- MISCELÁNEO
- Karla Aparicio
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¿Qué va a pasar ahora con las personas que fueron apoyadas durante años por políticas de inclusión?
¿Qué sucederá con las mujeres, la comunidad LGBTQ+, las minorías raciales o las personas con discapacidades que antes veían cómo empresas y gobiernos abrían las puertas en nombre de la diversidad?
Durante mucho tiempo, muchas empresas participaron en estas iniciativas porque les traían beneficios. La inclusión no solo era un acto moral, sino una estrategia de negocios reconocida y premiada por gobiernos, consumidores y la sociedad en general. Quizás algunas lo hacían más por conveniencia que por conciencia, pero eso no importa. Al fin y al cabo, aunque sea a pasos lentos, se avanzaba.
Sin embargo, en tiempos recientes, algunos sectores han declarado una guerra abierta contra la inclusión. Se han eliminado programas, reducido presupuestos y aprobado leyes que limitan derechos básicos. El retroceso es real y, lo más doloroso, afecta a personas reales.
Tomemos el caso de una mujer trans que logró ascender en su empresa gracias a políticas de inclusión. Antes, ni siquiera era tomada en cuenta para entrevistas de trabajo. Hoy, se pregunta si sus oportunidades se esfumarán con los recortes y retrocesos. Este no es solo un debate político, es una realidad que define vidas.
Algunos líderes y movimientos han adoptado una estrategia clara: golpear hacia abajo. Se ensañan con quienes tienen menos voz y menos poder. En lugar de tender la mano, atacan a quienes ya están en desventaja o luchando por ser reconocidos. Un verdadero caballero nunca golpea a los vulnerables, y mucho menos cuando ya están en el suelo. Pero hay quienes encuentran satisfacción en el abuso del poder y disfrutan mantener la balanza a su favor, sin importar el costo humano.
Muchas empresas han reaccionado a estas presiones políticas. Google, Meta, Walmart y Amazon, por nombrar algunas de las más reconocidas o con más empleados mundialmente, han reducido o eliminado programas de diversidad, equidad e inclusión, argumentando cambios legales o presión. Además, en algunos países, se han aprobado leyes que limitan la educación sobre diversidad y los derechos de la comunidad LGBTQ+.
Pero la equidad, la inclusión y la diversidad no son modas ni lujos. La equidad busca nivelar el terreno de juego, reconociendo que no todos partimos del mismo lugar. La inclusión abre puertas para que todos puedan participar plenamente en la sociedad. Y la diversidad celebra nuestras diferencias como fuente de fortaleza, no de división.
Algunos temen que, si otros avanzan, ellos perderán su lugar. Pero las oportunidades no son finitas, y si las compartimos, todos podemos avanzar. Estas políticas inclusivas no solo ayudan a quienes han sido marginados, sino que benefician a toda la sociedad. Diversos estudios han demostrado que la diversidad en los lugares de trabajo fomenta la innovación, mejora la toma de decisiones y hace a las empresas más resilientes. Las escuelas inclusivas preparan a los estudiantes para vivir en un mundo globalizado.
Dijo una vez Anthony Hopkins: “El poder no cambia a las personas, solo les quita la necesidad de fingir. El justo protege, el ambicioso abusa, el inseguro se vuelve tirano. No es el poder el que corrompe, es el verdadero rostro de cada uno el que emerge cuando ya no hay miedo a las consecuencias.”
Si no podemos cambiar de golpe las decisiones de las grandes empresas o gobiernos, sí podemos cambiar nuestras actitudes diarias. Podemos ser aliados. Podemos educarnos. Podemos apoyar negocios inclusivos, escuchar más y juzgar menos. Las grandes revoluciones empiezan con pequeños actos cotidianos de empatía.
¿Qué podemos hacer como individuos?
La inclusión no es solo responsabilidad de gobiernos y empresas. Cada uno de nosotros puede dar pequeños pasos que construyen empatía y un mundo más justo. Aquí algunos tips:
- Contrata y apoya a personas diversas: Si tienes un negocio o participas en procesos de selección, da oportunidades a personas con diferentes historias y experiencias. La diversidad enriquece a cualquier equipo.
- Apoya negocios inclusivos: Compra en empresas que promuevan la inclusión. Si ves que un negocio es liderado por una persona trans, una mujer o una persona con discapacidad, apóyalo conscientemente.
- Escucha y aprende: La empatía empieza por escuchar sin juzgar. Escuchar historias reales de personas que enfrentan discriminación puede abrir tu mente y cambiar tu perspectiva.
- Rompe estereotipos: Cuestiona tus prejuicios. ¿Asumes algo sobre alguien solo por su apariencia o identidad? Haz un esfuerzo por ver más allá y comprender a la persona.
- Habla y defiende: Si presencias comentarios discriminatorios o acciones injustas, alza la voz. No es necesario confrontar con agresividad, pero un comentario empático puede marcar la diferencia.
- Educa a las nuevas generaciones: Enseñar a los niños desde pequeños a valorar la diversidad crea futuros adultos más empáticos y respetuosos.
- Sé consciente de tus palabras: Las palabras tienen poder. Usar un lenguaje inclusivo y respetuoso es un acto simple que puede hacer que otros se sientan vistos y valorados.
- Involúcrate en causas sociales: Apoya campañas que defienden la equidad y la inclusión. No necesitas grandes gestos, con solo compartir información en redes sociales puede ser un paso importante.
La historia nos enseña que los pasos hacia adelante, aunque a veces retroceden, no se borran. La semilla de la inclusión ya está plantada, y no dejará de crecer. Depende de nosotros seguir regándola.
No permitamos que el miedo o el poder dividan a la sociedad. La verdadera fuerza reside en la empatía, el respeto mutuo y abrir espacios para todos. Porque un mundo sin equidad ni inclusión es un mundo donde nadie gana.
Con KAriño:
KARLA APARICIO
MISCELÁNEO

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