Revista Personae

REMEDIOS VARO

A 60 años de su sueño eterno

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El próximo 8 de octubre se conmemoran sesenta años de la muerte de la pintora Remedios Varo. Sembrar un eucalipto abrazado por una hiedra en su tumba, fue la penúltima muestra de amor de su pareja Walter Gruen. La última, donar al pueblo mexicano su colección particular para preservar su legado artístico.

Aunque no es una costumbre en México como en otras latitudes, preservar la memoria de sus personajes ilustres a monumentos o destinos turísticos, hoy visitamos su última morada. Un lugar en el que descansan los restos de la pintora surrealista junto con su amiga y mecenas, la fotógrafa Eva Sulzer. Una amistad fraguada por la monstruosidad de la guerra e inmortalizada en la literatura que Remedios dejó en forma de sueños, recetas y teatro donde dan rienda suelta a sus travesuras oníricas.

María de los Remedios Alicia Rodriga Varo Uranga, nació en Gerona, España y llegó a México a los 33 años con una formación artística y una memoria visual madura. No adoptó un estilo propio de la escuela mexicana, tampoco incorporó explícitamente elementos folclóricos en su obra, pero encontró, en una calle de La Roma en la Ciudad de México, un microcosmos donde germinó su pintura de una manera orgánica al lado del visionario Walter Gruen.

Un poco más parisina que española por la persecución política de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, externó en varias ocasiones su amor por la patria de acogida y se asumió mexicana por elección. Poco se sabe del tiempo que permaneció privada de su libertad y las penurias de la continua migración obligada en una suerte de destierro. Un dolor que vaciara en el lienzo con personajes-casa que andan solitarios y errantes.  

La fascinación que provoca su obra reside en buena parte por su capacidad de interiorizar filosofías esotéricas como la alquimia en sus dos niveles. En el superficial, la búsqueda de la piedra filosofal para transformar los metales en oro, que no es más que el antecedente de la curiosidad científica, presente en su simbología. En el profundo, una transmutación personal que narra enigmáticamente cada uno de sus tratados pictóricos.

 

Remedios Varo  A 60 años de su sueño eterno

 

Sus imágenes infinitas atizaron este año su nombre en los titulares. En abril, un escándalo de la farándula exhibió el presunto hurto y falsificación de objetos de valor de la actriz Silvia Pinal, entre los que se encontraba «una pintura de Remedios Varo». Aunque nunca se mencionó de qué obra se trataba, es posible que haya sido Apártenlos que voy de paso (1951), una pintura que originalmente perteneció al escritor Miguel Salas, luego a su hijo homónimo mejor conocido como Micki Salas, quien fuera esposo de la actriz Silvia Pasquel y finalmente parte de la colección de la diva del cine de oro mexicano.  

Durante este año con temporada extendida y un record de visitas, la exposición Remedios Varo: Disrupciones de lo real del Museo de Arte Moderno (MAM), poseedor de una buena parte de obras icónicas como Mujer saliendo del psicoanalista (1960), La creación de las aves (1957) y La huida (1961), reunió acervo personal de bocetos, publicaciones, cartas, diarios, fotografías y piezas invitadas.

Al concluir, 50 piezas de este acervo del MAM se trasladaron al Art Institute of Chicago, en Estados Unidos, para unirse a otras piezas de colecciones privadas y cuyos afortunados podrán disfrutar en la exhibición Remedios Varo: Science Fictions hasta el 27 de noviembre. Además del anuncio de una próxima publicación de obras completas de la pintora. 

Las ciencias y el misticismo son los dos extremos de la misma cuerda que el renacimiento cortó por la mitad y esta hechicera -como la llamaron sus amigos- remendó para crear verdaderos textos encriptados de la naturaleza del ser. La última obra que pintó fue Naturaleza muerta resucitando (1963), una mesa que levanta el vuelo del mantel y las frutas se transforman en un sistema planetario que gira alrededor de una vela con plantas e insectos expectantes. De técnicas antiguas y un minucioso detalle emparentado con El Bosco, su universo pictórico se detuvo abruptamente junto con su corazón a sus 55 años. André Breton escribió “El surrealismo reclama toda la obra de una hechicera que se fue demasiado pronto”.

MISCELÁNEO

Núm. 293 – Abril 2024