Revista Personae

JORGE BRAVO

Presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI)

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La Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI), fundada y presidida por destacados comunicólogos y activistas, ha sido una voz crítica sobre el tema durante todo el siglo XXI, y hoy charlamos con su presidente, Jorge Bravo.

 

El también columnista y académico de la UNAM explica: “El derecho a la información aglutina otros derechos como la libertad de expresión, los derechos de las audiencias, el derecho de acceso a la información, el derecho de réplica; es decir, es el gran paraguas y es lo que tendríamos que estar defendiendo en la regulación con las autoridades, con los reguladores”.

 

Jorge Bravo

 

“En términos generales, podríamos decir que el diagnóstico sobre el derecho a la información en México no es nada halagador, hay muchos desafíos, tú lo sabes mejor que nadie, a la libertad de expresión de quienes ejercen este derecho que son principalmente los periodistas, los comunicadores, los defensores de Derechos Humanos porque están siendo atacados, agredidos por varios entes del poder, poderes fácticos, el crimen organizado. Otros componentes del derecho a la información, como el derecho de acceso a la información pública gubernamental, también tienen un panorama sombrío porque actualmente hemos podido constatar mucha opacidad, poca transparencia. Tampoco estamos tan avanzados como otros países de la región porque no tenemos un suficiente acceso a las tecnologías, a la conectividad, a Internet y, por lo tanto, este derecho, que además es transversal, pues no nos permite ejercer todos los demás derechos que tenemos como mexicanos”, diagnóstica.

 

Añade: “Ya se había avanzado mucho en una cultura de la transparencia, de acceso a la información. Hay que decir que los gobiernos siempre tienen una vocación por ocultar la información, pero en la actualidad, sí hemos visto situaciones en donde la autoridad, sobre todo federal, no le importa y claramente oculta la información. La estrategia es darle responsabilidades al Ejército que es, por mucho, una de las instituciones más opacas, que no les gusta la transparencia por las mismas actividades que desempeña de seguridad pública o de seguridad nacional; pero cuando llevas esa cultura de opacidad a la infraestructura, a los aeropuertos y a otras actividades que no le corresponden, pues, están realmente expandiendo haciendo crecer la sombra de la opacidad”.

 

“Hay otra forma que son con decretos presidenciales donde se dice que ciertas actividades, como la infraestructura, se van a aprobar de forma rápida y expedita; sin que haya procesos de licitación, sin que se revise esa información y sin que tengamos acceso a ella antes de que pueda no ocurrir prácticas, sobre todo, de corrupción”, complementa.

 

Lo elástico que resulta el concepto de seguridad nacional (que exime jurídicamente del acceso la información) también es un factor de opacidad, comenta: “No sólo es el gran riesgo, sino que es una estrategia, vamos a darle su mérito inteligente de parte del poder para ocultar la información, para que no haya transparencia, para que no ejerzamos el derecho a la información. Esa es una modalidad que no tenían los gobiernos anteriores, con un subterfugio como es la seguridad nacional, se oculta la información cuando la infraestructura o el turismo son catalogados como temas de seguridad nacional. De ahí que el riesgo de la militarización no es solo la presencia de las fuerzas armadas en otras actividades, sino la presencia de su cultura de opacidad en actividades que claramente no le corresponden”.

 

Los adeptos al gobierno sostienen que las conferencias diarias del presidente conocidas como mañaneras son para garantizar el derecho a la información, el también politólogo difiere: “Hay solo una voz que es la del presidente, el derecho de réplica es parte del derecho a la información y no existe en este ejercicio, en una estrategia de comunicación política. Claramente no coincido con que sea un ejercicio de libertad de expresión o de derecho a la información cuando solo hay un actor y usufructúa ese derecho y está excluida el resto de la sociedad. Es una estrategia para imponer la agenda y para confrontarse con los actores que considera oportunos, para posicionarse como un actor político relevante, que sin duda lo es el presidente”.

 

Con frecuencia los derechos y las libertades se contraponen, por ejemplo, si se difunden mentiras, la libertad de expresión afecta el derecho a la información, el especialista explica: “Ningún derecho y ninguna libertad son absolutos, hay restricciones y los límites siempre son los derechos de los demás, además el límite es la verdad, la objetividad de la propia información, por lo tanto si hay desinformación, si hay noticias falsas, aun cuando ocurran en espacios de comunicación, en las redes sociales, aun cuando tengas libertad de expresión, esta no está abonando al derecho a la información, porque el objetivo, el fondo del derecho a la información, es el derecho a la verdad, es el derecho a saber y no pueden ser las noticias falsas un derecho a saber y a la verdad”.

 

“Los medios de comunicación pueden tener una función de informar, de educar, de cohesionar las identidades; pero también los medios tienen disfunciones, los medios pueden polarizar, maleducar, desinformar y lo hacen todo el tiempo, por lo tanto, es parte de la propia dinámica de estas estructuras e instituciones”, glosa.

 

Ahí es donde entran los derechos a las audiencias por los que AMEDI ha trabajado constantemente: “Precisamente el derecho de las audiencias, es el derecho que tiene el usuario de la radio y de la televisión electrónica, que reciben una concesión, de plantear sus quejas, sus sugerencias ante contenidos que afectan sus propios derechos, por eso debe de haber defensores de las audiencias y códigos de ética, porque los medios de comunicación tienen intereses económicos y hay un choque entre un interés privado económico con un interés público como son los derechos de las audiencias. Por eso hay que seguirlos defendiendo y por eso la industria de la radio y la televisión no quieren, hasta el día de hoy, que existan”.

 

Jorge Bravo

 

Entramos al terreno de la regulación donde los medios masivos proponen una autorregulación, Jorge Bravo opina: “Bueno, los medios siempre van a pedir, en cualquier ámbito, la autorregulación, no solo en derecho a la información o en libertad de expresión, también en materia electoral quieren autorregulación, en derecho de las audiencias, en publicidad, en contenidos de los niños, siempre, porque a ningún medio le gusta la presencia de la autoridad; sin embargo, como son concesiones, como reciben una autorización para utilizar el espectro radioeléctrico, se requiere una regulación y es una regulación que ya tiene muchos años, que ya se ha estudiado pero que todavía se resisten. La regulación tampoco debe ser ni aplastante ni autoritaria, es decir, debe ser de tal manera que se logre un interés público, no un interés político o un interés comercial y bueno la búsqueda de ese interés público es precisamente el gran debate que se puede organizar y donde AMEDI participa”.

 

Solicito su diagnóstico del marco legal y expone: “Como el derecho a la información es muy amplio, yo sí te podría decir que tenemos un marco jurídico bastante apropiado, pero que es constantemente desafiado por los cambios tecnológicos, por la realidad y por situaciones inesperadas. Las leyes siempre deben revisarse, pero ahora todo está ocurriendo en el ecosistema digital donde casi no hay regulación. No estoy diciendo que se regule, pero hay nuevos desafíos y hay cosas que se deben fortalecer como la protección a los periodistas todavía muchísimo más. La ley de comunicación social, que recientemente se aprobó, sigue propiciando la propaganda y la promoción de las actividades públicas; es decir, no se avanzó, sigue la discrecionalidad en el otorgamiento de presupuestos y recursos públicos a medios de comunicación favorecidos, en telecomunicaciones y radiodifusión. Ya hay un nuevo entorno que requeriría actualizar la legislación”.

 

Por último, nos habla del efecto de las campañas adelantadas donde desde hace años hay varios políticos: “El presidente López Obrador no es el primero, el primero fue Vicente Fox que estaba en campaña permanente, se le olvidó que dejó de ser candidato para ser gobernante, él parecía un candidato permanente. Muchos de los cambios que ocurrieron en el modelo de comunicación política, fue precisamente porque Fox estaba en una campaña permanente y eso ha sido imitado por muchos otros actores que también quieren proyectarse. Además, hay algo muy importante que ocurre en Internet y en las redes sociales, quitas al intermediario que es el medio de comunicación, como podrías ser tú, de tal manera que el gobernante o el político ahora tiene una relación directa con los riesgos que ello implica con el doble filo de las redes sociales, pero finalmente directa entre el gobernante y la ciudadanía. Eso resulta muy atractivo porque el filtro de los medios prácticamente desaparece y al desaparecerlo también se puede usar como una estrategia de polarización política. Entonces, muchos actores han visto que esa es una forma de acercarse a la población, a la sociedad, al ciudadano”.

POLÍTICA

Núm. 293 – Abril 2024