Revista Personae

Luego no vengan con que el poder es el poder

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Valga citar, a fiel texto, “México ha navegado muy bien en el desafiante entorno económico global. La política monetaria respondió decisivamente a la alta inflación. Combinado con los efectos de la caída de los precios de las materias primas y la apreciación del tipo de cambio, la inflación está volviendo gradualmente a su objetivo. La política monetaria debe seguir siendo restrictiva para garantizar que continúe la tendencia a la baja”.

 

Precisión expuesta por el Secretario General de la OCDE, Mathias Cormann, en la presentación del Estudio Económico de México 2024, elaborado por este organismo, y la hizo acompañado por el subsecretario de Hacienda y Crédito Público de México, Gabriel Yorio González, en tiempos plenos de la locura electoral del país, en la que los aspirantes candidateados por los partidos se doctoran en demagogia y promesas esperanzadoras con la finalidad ganar el voto de los electores, y aunque para ello enlodan, en su discurso, a rivales, pasado, presente y futuro de esta rica y bella nación.

 

Luego no vengan con que el poder es el poder

 

Pero, como suele suceder, en la apreciación de Cormann hay un pero que se dice en un “(…) sin embargo, para aprovechar plenamente el potencial de crecimiento futuro de México son necesarias reformas estructurales que aborden desafíos preexistentes, para impulsar la productividad y reducir la desigualdad de oportunidades.

 

“Impulsar la inversión en educación de calidad, continuar los esfuerzos para impulsar la participación laboral femenina y, en general, mejorar la inclusión del mercado laboral, al tiempo que se impulsa la conectividad digital en todo el país, así como los esfuerzos anticorrupción y la inversión en energías renovables, ayudarán a México a aprovechar las oportunidades de crecimiento relacionadas con el nearshoring. Mejorar los resultados educativos, ayudando a los mexicanos a adquirir las habilidades necesarias para participar y beneficiarse de un mercado laboral en evolución, y reducir la informalidad también son claves para reforzar el potencial de crecimiento”.

Luego no vengan con que el poder es el poder

 

Es como recibir una palmadita de aprobación en la espalda, sin que ello signifique que las cosas se hacen bien a bien, tanto como decir “vas bien en terreno plano, pero te falta subir la montaña” y, entonces, pues todo es lo mismo, porque ese discurso de la OCDE ya lo escucharon los gobiernos mexicanos del neoliberalismo, en el que se incluye al actual, y nada ha cambiado en México: pobreza, corrupción, impunidad, simulación, demagogia y clientelismo electoral cabalgan en praderas incólumes con garantía de perpetuidad.

 

Y lo mismo sucede con los muñidores electoreros, enarbolan banderas desgastadas y desgarradas por la falsa promesa, por la mentira oportunista, imposibilitados intelectualmente para hacer planteamientos creíbles por innovadores y confiables. Son rutinarios, anquilosados en los esquemas de la palabra fácil, impensada que sólo repite, pero no aporta.

 

Las campañas electorales transmutan de la ciencia política que debe ser, en la que los aspirantes muestren elocuencia del saber y conocer la realidad de la masa que habrá de elegirlos, para precisar soluciones viables en tiempo y forma, a estercoleros de la práctica política.

 

Y todo esto hace que el voto razonado sea nada sencillo llevarlo a la práctica. La oferta comicial además de precaria es insalvable. Ante ello, emitir el voto en blanco, tampoco representa una alternativa que permita una transformación o medida que abone a la democracia, pues es tanto como darle un cheque al portador a los candidatos oficiales protegidos e impulsados por el Gobierno.

 

El abstencionismo, por su carácter cargado de escepticismo y apatía sociopolítica, se traduce en chueque en blanco para el desgobierno, dado que sólo una pequeña parte del electorado que lo eligió es que está en condición de reclamarle el incumplimiento de los compromisos de campaña, en caso de que así sucediera.

 

Luego no vengan con que el poder es el poder

 

Queda para el elector pensante la no sencilla tarea de racionalizar su voto entre los candidatos de los diferentes partidos a los niveles de gobierno y puestos de representación popular, de tal suerte que se pueda lograr, cuando menos, un equilibrio de poderes entre los tres niveles de Ejecutivo, el Senado y la Cámara de Diputados, con la finalidad de acotar las decisiones totalitarias unilaterales.

 

Pero el proceso electoral avanza y todo indica que aun cuando ya se percibe una imposición, no todo está escrito al respecto. La violencia en la que está inmerso, con asesinatos, amedrentamiento, amenazas, hostigamiento y clara impunidad y simulación, no son determinantes para que quien llegué al poder presidencial se convierta en ciego servidor de su progenitor político. Finalmente, el poder es el poder, y éste, es un hecho histórico en todas las culturas, no se comparte.

POLÍTICA

Núm. 293 – Abril 2024