Revista Personae

IMPERIO CIBERNÉTICO

Devora producción alimentaria mundial

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Cuando los lobos se visten de corderos para comerse al rebaño y de paso a los pastores…, la historia termina en hecatombe, y los predadores, más temprano que tarde, también sucumbirán. Esto, que pudiera ser una parábola arrancada del fabulario de Esopo, hoy se materializa en la producción global de alimentos, en tanto que el mundo vive una crisis sanitaria provocada por la pandemia de coronavirus, catalogada como la más oscura que se haya registrado en la historia.

El caso es que las multinacionales –dueñas de las tecnologías digitales y de la inteligencia artificial–, impulsoras de la llamada cuarta revolución industrial, que bien pudiera ser la fase superior del capitalismo, se adueñan de la producción y distribución de los alimentos a nivel global con los sofisticados mecanismos, han creado desde su imperio cibernético.

 

Imperio cibernético devora producción alimentaria mundial

 

Los gigantes de la tecnología digital, liderados por Microsoft (propiedad de Bill Gates, cuyos activos superan los 286 mil millones de dólares) y Amazon (cuyo dueño Jeff Bezos, es dueño de una fortuna superior a los 200 mil millones de dólares) van por el mercado global alimentario, que tiene un valor superior a 1.6 billones de dólares anuales (un millón de millones seiscientos mil millones de dólares, para que no exista confusión en la cifra), y del que dependen 2,500 millones de productores que en la actualidad se dedican a la agricultura en mayor o menor escala. Sólo en la producción de cereales, que es la base de la alimentación mundial, la FAO publicó en 2020, la cosecha fue de 2,744 millones de toneladas, y en el caso de frutas y hortalizas, la cifra es de 2,000 millones de toneladas.

 

En cuanto a cómo se producen los alimentos, baste decir que, de los 2,500 millones de productores a nivel mundial, 1,500 millones pertenecen al sector de pequeños agricultores y de estos, 500 millones levantan cosechas para autoconsumo con muy limitados excedentes que comercializan en los mercados locales. El restante, mil millones, son productores que pueden colocar sus cosechas en el mercado nacional e internacional. El grupo mayoritario se integra por explotaciones rudimentarias, carecen de las tecnologías y mecanización de la agricultura industrial, con rendimientos y productividad muy limitada por hectárea. Los otros, son los grandes consumidores de insumos, maquinaría y agroquímicos que les permiten obtener de sus tierras una producción que es 20 o más veces superior a éstos, lo que les permite abastecer el mercado internacional de alimentos.

 

Ahí es donde, de entrada, han enfocado sus baterías los gigantes de la tecnología digital. En el informe de enero 2021 de GRAIN, que es una organización internacional sin fines de lucro que trabaja apoyando a campesinos y agricultores en pequeña escala y a movimientos sociales en sus luchas por lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados comunitariamente, se explica:

 

“Las empresas de tecnología y las plataformas de distribución más grandes del mundo, como Microsoft y Amazon, comenzaron a entrar al sector alimentario. Esto conduce a una integración fuerte y poderosa entre las compañías que proveen de productos a los agricultores (pesticidas, tractores, drones, semillas), y aquellas que controlan el flujo de datos y tienen acceso a los consumidores”.

“Por el lado de los insumos, los agronegocios se unen a esta tendencia logrando que los agricultores usen sus aplicaciones para teléfonos móviles y les proporcionen datos, con base en los cuales pueden entregar “recomendaciones” a los agricultores. En la producción, vemos que las grandes corporaciones de comercio electrónico compran empresas en el sector y toman el control de la distribución de alimentos. En conjunto, se favorece el uso de insumos químicos y de costosa maquinaria, así como la producción de materias primas para grandes empresas y no alimentos para los mercados locales. Promueven la centralización, la concentración y la uniformidad, son propensas al abuso y a la monopolización”.

 

En lo que se ha dado por llamar la cuarta revolución industrial, que básicamente es la era de la tecnología digital y la inteligencia artificial en los procesos productivos y las relaciones sociales de producción, el poder se basa en mecanizarlos, digitalizarlos y la capacidad de recolectar y procesar cantidades masivas de datos (Big data), que son utilizados para hacer negocio y obtener grandes ganancias.

 

En este sentido, el informe de GRAIN señala que “Microsoft, por ejemplo, desarrolla una plataforma de agricultura digital llamada Azure FarmBeats que opera a través de Azure, un inmenso sistema tecnológico que funciona en la “nube” de la compañía”. Dicha plataforma, explica, está diseñada para proporcionar a los agricultores datos y análisis en tiempo real sobre las condiciones de sus suelos y agua, el crecimiento de sus cultivos, la situación con las plagas y las enfermedades y el pronóstico del tiempo y los cambios del clima que podrían enfrentar. El valor de esta información y de la asesoría depende del volumen y calidad de los datos que Microsoft puede recolectar y analizar con sus algoritmos, razón por la cual se asoció con compañías líderes en el desarrollo de drones agrícolas y dispositivos con sensores, y también con compañías que desarrollan tecnologías que pueden recibir y trabajar con la información que recopila FarmBeats: tractores de alta tecnología, drones aplicadores de plaguicidas y otros dispositivos y máquinas conectadas a la “nube” de Azure.

 

Las compañías de agronegocios que venden semillas, plaguicidas y fertilizantes tienen aplicaciones mediante las cuales logran que los agricultores le proporcionen datos a cambio de asesorías y descuentos en la utilización de sus productos. Bayer, la compañía de pesticidas y semillas más grande del mundo, ha dado a conocer que su aplicación se usa en propiedades que cubren más de 24 millones de hectáreas en Estados Unidos, Canadá, Brasil, Europa y Argentina. Pero, de la misma forma que otras compañías de agronegocios, arrenda la infraestructura digital que necesita para operar su aplicación a Amazon Web Services (AWS), que es la plataforma más grande del mundo de servicios en la “nube”, por delante de Microsoft, Google y Alibaba.

 

Imperio cibernético devora producción alimentaria mundial

 

“Amazon, al igual que Microsoft, desarrolla su propia plataforma de agricultura digital, puede, potencialmente, utilizar los datos recolectados por Bayer y otras numerosas compañías que usan sus servicios en la “nube”. Por lo tanto, tiene una enorme ventaja sobre las otras compañías, no solamente en términos de cantidad de datos a los cuales tiene acceso, sino también en términos de su capacidad para analizar estos datos y, finalmente, obtener ganancias de esto. La lógica, entonces, que ya estamos empezando a ver cómo funciona, se dirige hacia una integración entre las compañías que proveen productos a los agricultores (pesticidas, tractores, drones, etc.) y aquellas que controlan el flujo de datos”, precisa el informe de GRAIN y cita otras empresas.

 

Apple en alianza con Agworld desarrolla una aplicación para usar en la agricultura de precisión que centraliza la administración del campo entregando información agronómica y la historia de los cultivos; información al día de las finanzas de la finca; notificaciones con recomendaciones de los agrónomos de la finca e información de cuándo el campo está listo para ser cosechado. Esta “herramienta” está disponible en EUA, Australia, Nueva Zelandia, Sudáfrica y Chile. La compañía también liberó la aplicación Resolution, un programa para administrar campos con base en la “nube”, que contiene un mapa del campo para registrar y guardar eventos diarios o tareas de la finca.

 

Facebook Invirtió 5 mil 700 millones en Reliance Jio, el operador de red móvil más grande de India. Lanzó, en 2020, una aplicación móvil centrada en los agricultores, Jio Krishi. Ofrece a los pequeños propietarios recomendaciones sobre técnicas de agricultura de precisión y los asiste en la toma de decisiones basadas en datos en cosas como plantar, riego y control de plagas. Google desarrolló Earth Map junto con la plataforma geoespacial de la FAO, Hand-in-Hand, para usarla como una herramienta de recolección masiva de datos sobre clima, medioambiente y agricultura. Alibaba encabeza las fusiones de comercios minoristas de alimentos, presencial y por internet, con una inversión de 12,700 millones de dólares en tiendas físicas y, además, en el proceso de adquirir la cadena comercial minorista francesa, Auchan, por otros 3 mil 600 millones. Adquirió 57% de las acciones de Milk New Zealand Dairy para asegurar más de 9 mil 500 millones de litros de leche para venta por internet para China.

 

Syngenta compró Cropio en 2019, una empresa de plataforma digital para avanzar en su trabajo hacia la agricultura digital. En conjunto, más de 40 millones de hectáreas serán administradas en todo el mundo usando la herramienta digital de Syngenta, y tiene planes de duplicar esto en 2020.

Pero esto deja fuera a los 500 millones de campesinas y campesinos que pertenecen al sector más pobre del campo, por la simple razón de que no son “rentables” para las grandes compañías proveedoras de insumos y maquinaria sofisticada.

 

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Sobre el tema el Banco Mundial ha planteado

“Si bien las tecnologías digitales encierran un potencial importante, también conllevan varios riesgos, como la concentración excesiva de los prestadores de servicios, la falta de privacidad de los datos, la exclusión y la posible pérdida de empleos en algunas actividades, y las fallas en la seguridad informática”. Sin embargo, la ruta está trazada y la estrategia es clara: los llamados gigantes de las tecnologías digitales trabajan para monopolizar la producción y distribución de alimentos, y eso les dará un poder global infinito debido a que podrán determinar cuáles y cuándo se producirán los alimentos, y establecer los precios a los que se deberán comercializar, todo ello con un costo social que se reflejará en una mayor pobreza extrema en el medio rural y un constante encarecimiento del mercado.

POLÍTICA

Núm. 292 – Marzo 2024