Revista Personae

YO SOY MI DANZA SEXUAL

COMPARTIR

Facebook
Twitter

La función básica del sexo es solo para tener hijos y desde este punto de vista quienes más rápido y corto el encuentro con la lógica eyaculación lo hacen, logran su cometido puesto que responden mejor al instinto de descendencia.

Sin embargo, si tus inquietudes sexuales son ya más profundas, tus objetivos han de cambiar, y han de incluir una consciencia despierta que de alguna forma te obliga a ser sensato/a con tu energía sexual y vincularte en la danza amorosa: como hombre, a no eyacular en un sexo relajado, y como mujer a no tener exceso emocional para poder entregarse al hombre y disolverse en él por medio del impulso de éste hacia ella para encender el primer fuego del sacro que ascienda por el canal central de la columna vertebral y no se desperdicien las energías sexuales femeninas y masculinas por la eyaculación y por el exceso emocional.

Esto no quiere decir que se tenga que sacrificar el gozar del sexo, lo que se logra con el cauce correcto de la energía sexual es el goce del encuentro sexual sin tener un desgaste. El sexo practicado de este modo, te permite acumular una gran cantidad de energía que te fortalece y genera creatividad, centramiento, sobriedad emocional, claridad en tus ideas y pensamientos con lo que te expandes y no vas a la neurosis ni a la obsesión ni a la preocupación.

 

YO SOY MI DANZA SEXUAL

 

El arte de la sexualidad requiere, por tanto, de tu capacidad para reír, de tu capacidad para entregarte, fundirte y disolverte en él/la otro/a, por eso es muy importante que te sientas realmente conectado/a con la persona con quien estas y te guste mucho pues al momento en que el orgasmo real y verdadero se manifieste sentirás la pequeña muerte y eso asusta a muchísimas personas. El verdadero orgasmo es una muerte en el que la mujer ha de desaparecer en el hombre y disolverse en él y en la que el hombre se expande tanto y se agranda, que ha de desaparecer en la mujer

El arte  sexual en su manifestación de vida conduce a los amantes de tal forma que el hombre es quien impulsa a la mujer por medio de caricias que inician con besos en la boca y en los pechos, con suaves caricias con las manos en los pechos femeninos para que se active la bioenergía en la mujer y ella pueda encender el fuego de la pasión, que a su vez enciende de vuelta el fuego del hombre formando un primer circuito en la danza de los amantes y con ello las energías femeninas y masculinas alcanzan altos niveles de vibración que permiten el acceso a otros planos de consciencia que permiten direccionar la energía sexual con un intento más profundo como el de sanar de un padecimiento, el logro de proyectos, el ensueño, la creatividad, etc…

Lo anterior no lo puedes lograr si desperdicias tu energía sexual por medio de los excesos en tus fantasías, en la masturbación, ya sea por tus obsesiones, neurosis y preocupaciones. Sin embargo, en los casos en que una persona tenga una gran carga de estrés, este tan obsesionada y enferma por la pornografía, entre muchas variables, que el exceso de energía la llevaría a la autodestrucción o a la destrucción ajena, la masturbación le ayuda.

Si por el contrario, quieres vivir tu sexualidad desde el sendero del amor y la consciencia has de saber que la masturbación no es el camino adecuado pues te conduce a la pérdida de tu consciencia. La semilla masculina es la energía más elevada que podemos generar en el cuerpo humano (Miyo) por lo que las personas interesadas en el arte sexual han de elevar su energía sexual.

Durante el encuentro de intimidad sexual los amantes recorren los valles y las cumbres del relajamiento y la excitación tocando los picos del orgasmo que no solo es con fines placenteros, en el verdadero orgasmo el propósito es el de desaparecer uno en el otro y fundirse en un solo ser que a su vez desaparece al integrarse al todo en la energía de vida manifestada por la danza amorosa.

Lo importante es la libertad que tienes para decidir cómo quieres vivir tu sexualidad; sin embargo, las personas que están obsesionadas con el sexo difícilmente saben hacer el amor porque no puede haber relajación de su ser, aceptación total del/a otro/a por la misma obsesión y necesidades, y de este modo hay poca realización y satisfacción, porque solo se va hacia el placer genital.

Vivir la sexualidad desde el arte y su manifestación de vida no excluye a las personas de diferente preferencia sexual a la heterosexual, por tanto, los homosexuales, bisexuales, transexuales, transgénero, etc., están incluidos, de lo que se trata es que hay que elevar la energía sexual para vivir la energía del amor.

Momentos fuertes en la expansión de tu conciencia y oportunidad para hacer un proceso de limpieza y depuración emocional, sexual, mental y física fuertísimo…

Aprovecha este momento para refrenar un poco tu vida y analizar y profundizar en aquellos aspectos que te alteran y te generan ansiedad y miedo para que puedas disolver y que el miedo no te paralice…

Si no hay coherencia y congruencia en aquello que quieres superar y liberar entonces tu cuerpo, tú emoción, tu mente y tu sexo se abruman de tal forma que esto produce en ti cansancio, estados depresivos y ansiosos…

Es momento de revisar viejos hábitos de comportamiento pensamiento y acción para modificar lo que ya no está vibrando con tu frecuencia sexual… Para ello has de tener compromiso, constancia y disciplina… Revisa, analiza, libera, concreta

 

 

La sexualidad como un arte de lo sagrado y consciente envuelve la danza de los amantes y en esa danza dos seres ordinarios como hombre y mujer, mujer y mujer o en todo caso hombre y hombre, se fusionan en un acto consciente durante la intimidad y se transforman en la unidad cuya fuerza les entrega la expansión del éxtasis transformándolos en dos fuerzas que contiene la energía universal y cósmica…

Ambos se enriquecen: uno le entrega al otro lo que le falta mutuamente y no hay autismo ni egoísmo, por lo tanto, no hay divergencia en el acto amoroso.

 

Psic. Jaquelin Machado Garduño

Tel: (222) 6171475

WhatsApp App: +52 1 222 6171475

F.B: Sexualidad Sagrada

SALUD

Núm. 300 – Noviembre 2024