Revista Personae

BERNARDO BARRANCO

La iglesia está viviendo una crisis

*Es de tal magnitud que recuerda a la ruptura del año mil entre oriente y occidente

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La Iglesia Católica ha representado uno de los grandes poderes en la historia de México. Sin embargo, su influencia se está viendo mermada desde hace dos décadas, ya que los casos de pederastia siguen surgiendo, de ello charlamos con Bernardo Barranco conductor de Lo sacro y lo profano en Canal Once, especialista en temas religiosos.

Destaca: “Es una crisis histórica en la vida de la Iglesia… La pederastia es una es una especie de ‘cáncer’ que ha lacerado no solamente la imagen de la Iglesia, sino su autoridad moral y en estos veinte años –desde que empezaron las denuncias de feligreses, ahora adultos–, no han dejado de aparecer en ámbitos judiciales y en ambientes políticos. Estamos hablando de cientos de miles de casos, lo cual nos indica que el tema de los abusos sexuales y de abusos psicológicos forman parte de una forma de ser, de una estructura eclesiástica milenaria, ese es el gran problema”.

“En América Latina, vista en su conjunto, los movimientos cristianos no católicos han crecido en un veinticinco por ciento, mientras que la Iglesia Católica ha descendido a menos del 70 por ciento”, glosa.

Sobre la pérdida de influencia especifica: “¡Claro que le ha afectado! Para empezar ya no tiene la autoridad moral que tenían, es una iglesia imperfecta. En las elecciones de Brasil se vio cómo los grupos evangélicos tuvieron un papel mucho más protagónico y la Iglesia católica no se animó como en procesos anteriores donde tenía mayor peso en la en la población a la hora de decidir el voto. Ahora ya no se siente con la autoridad o con la confianza suficiente de poder esgrimir y poder incidir. Eso ha pasado en muchos lados”.

 

Bernardo Barranco

 

Al pasar al terreno nacional, ejemplifica: “También en México la Iglesia Católica se ha debilitado, ¿usted recuerda alguna foto del presidente con algún clero? ¿o con el arzobispo de México? ¡Ninguna! Antes se ufanaban los obispos, hoy ya no es plausible, ya no. Yo no recuerdo una sola foto de Carlos Aguiar Retes, el actual arzobispo con el presidente”.

Le comento que Norberto Rivera salía prácticamente a diario en las noticias y hoy nos cuesta trabajo recordar quien fue el sucesor, a lo que añade: “Claro, están de muy bajo perfil y no sólo en México, sino en toda América Latina”.

Al cuestionarlo si el fenómeno es mundial sin dudarlo expone: “Por supuesto que sí, sobre todo en ciertas regiones donde el tema ha sido mucho más agudo y le ha pegado a la Iglesia de manera de manera frontal y (la misma) está consciente de eso. Está muy entrampado o sea tendría que hacer una limpia estructural donde quedarían unos pocos santos, porque gran parte de la iglesia está salpicada de todas estas turbulencias que ha tenido abusos de poder, abusos de personas, manipulaciones, acoso psicológico. La Iglesia en este momento está viviendo una crisis de tal magnitud que recuerda a la ruptura del año mil entre oriente y occidente o la reforma protestante que también le pegó de manera muy dura, es una crisis civilizatoria que está viviendo”.

Cuestiono si el papa polaco era más poderoso que el actual argentino, matiza: “Tienen diferentes características, diferentes tiempos, el papa polaco es un papa de la época de la Guerra Fría, habría que analizarlo en su momento donde tuvo un papel destacado, recordemos a Stalin, él decía que donde están las divisiones y los tanques de la Iglesia esta es poderosa por su cercanía a los fieles. Esto ya no es así, ha cambiado, estamos viviendo una época multilateral, ya no de una sola potencia sino varias y el papa juega mucho a la cuestión del sur, pues tiene mucho peso porque está muy por la cuestión de los pobres, está muy por la cuestión de defender a los excluidos, los ancianos, los niños, los discapacitados. Es decir, son como poderes distintos, huellas diferentes porque los tiempos son muy diferentes”.

 

Bernardo Barranco

 

Ya en el terreno histórico nos habla sobre las diferencias sobre cómo han abordado los tres últimos papas el problema:Juan Pablo II tuvo una actitud de tomar las denuncias como parte de un complot que querían dañar la vida de la Iglesia. Siendo Karol Wojtyla en Polonia, tuvo esa percepción porque ahí el Estado socialista buscaba cualquier pretexto para dañar la imagen de la Iglesia que era opositora al sistema socialista; entonces el papa Juan Pablo II era reacio y estaba más en la perspectiva de que había un complot”.

Prosigue:Benedicto XVI ya no, él antes de ser papa estuvo en la Sagrada Congregación de la Fe, que era el ex Santo Oficio, entonces muchos de estos casos pasaron por sus manos y él empezó a sufrir el tema, pero no tenía «los

cómos», pedía perdones, hizo algunos cambios, intentó reactivar la actitud de la Iglesia, pero no lo logró. Hizo cambios al derecho canónico, estableció protocolos para poder subsanar a las víctimas, pero no tuvo el eco del conjunto de la iglesia y ahí, la Iglesia, frente al tema de la pederastia se fractura. Cuando el papa va a Portugal, Benedicto XVI dice que el enemigo de la iglesia no está fuera de la iglesia, está dentro, habla de que hay mucha suciedad, mucha podredumbre y se lamenta. Muchos dijeron que su renuncia se debió a la incapacidad de manejar el tema por la veje. En una de las autobiografías, la que escribió con Peter Seewald, establece que lo más difícil de su pontificado fue abordar el tema de la pederastia”.

Después viene Francisco que al principio no le dio mucha importancia, hasta que fue a Chile poco antes de la pandemia, en donde ya le habían comentado sobre el caso de del padre Karadima, una especie de Marcial Maciel chileno, párroco de una parroquia de muy ricos y que había abusado de muchos niños durante varias decenas de años y nadie les creyó, entonces contó con la complicidad de todo lo episcopado. Cuando el papa va allá, la gente le reclama y el papa responde: «Son puras palabrerías», «son puros chismes», y que él no tiene noticia, es más, ya había hablado con los obispos y la respuesta era “no”. Incluso, se enoja frente a una entrevista banquetera en un aeropuerto, diciendo que eran puras habladurías. Fue un desastre, una visita realmente muy desairada, entonces el papa manda a hacer una investigación con uno de sus prefectos, (Charles Jude) Scicluna, y al cabo de un año el prefecto le dice ‘Señor, tienen razón, todo esto que le han reclamado es verdad’. Entonces él se enoja y manda llamar a todo el episcopado chileno y le pide un día de silencio frente al tema; entonces entran los obispos en las salas del Vaticano y la conclusión es que todos los obispos le renuncien al papa. Renuncian a sus cargos, ponen a disposición del papa que haga lo que él crea conveniente y efectivamente a cinco obispos que habían sido cómplices o encubridores de los abusadores y otros que eran discípulos de Karadima que también tenían acusaciones de violación, los destituye. Llama una cumbre de la Iglesia en febrero 2019 para tratar el tema con todos los presidentes de las conferencias episcopales, hay una gran reunión, pero no invita a todas las víctimas, digamos es como una versión o soluciones muy clericalizadas y muchas víctimas se sienten muy agraviadas porque el tema ya no es sólo la iglesia, sino es el perseguir penal y judicialmente a los abusadores… Llega la pandemia y pareciera ser que se queda adormecido todo ese impulso que dio el papa. Ahora con nuevos escándalos, pues a ver qué hace porque la problemática sigue”, complementa el autor de Depredadores sagrados.

“En Francia el año pasado se hizo una comisión de la verdad compuesta por autoridades civiles y algunas eclesiásticas; encontraron que ha habido, de los años 50 para acá, más de 350,000 personas afectadas, violadas. El tema es muy complejo y muy vigente, o sea, ha venido desarrollándose cada vez más en la medida en que las autoridades civiles han empezado a intervenir”, ejemplifica

Sobre la pena que impone la institución, expone: “La Iglesia lo que hace es excluir o reducir la condición laical a aquellos que hacen que tienen penas graves; es decir están fuera de la iglesia, como usted, como yo, y por lo tanto esa es la máxima pena que tiene la iglesia. Los grupos de víctimas plantean que eso es insuficiente; más bien la iglesia debería ser el vehículo para la judicialización y la penalización por parte de las autoridades civiles, el denunciarlos o canalizarlos cuando son hallados culpables por la propia Iglesia; pero esta dice ‘ahí es cuestión de las víctimas, yo por motu propio no voy a inducir que la autoridad civil encarcele a uno de estos personajes, eso les corresponde a las víctimas. El problema es como en México, hay leyes deficientes, y se sigue considerando como un personaje especial con fuero al sacerdote, se le da trato preferencial, ahí está atorado en este momento; pero la iglesia como tal, sí puede establecer reglas mucho más estrictas”.

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Núm. 300 – Noviembre 2024