LOS COLORES DE LA VIDA
…la ceiba se colgó del tiempo
De sus ramas salieron raíces
Durmió cien años sin soñar
Mientras la muralla se hizo polvo
El conde enterró su oro.
Olga Freda C.G
- PERSONAJES
- diciembre 2024
- Marcela Magdaleno
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Hace un par de días se celebró el XVII Encuentro de la Asociación de Escritores Sudcalifornianos (ESAC), este evento dedicado a la maestra Olga Freda Cota Gándara.
El Instituto Sudcaliforniano de Cultura y el Instituto Estatal de Radio y Televisión de BCS. como siempre impulsaron esta iniciativa cultural. La maestra además de ser una escritora que ha dedicado su vida a humanizar a la humanidad, es escritora, bióloga, educadora, articulista, amiga de la naturaleza, del silencio, de las gárgolas transparentes y del alarido del alma.
A través de su universo literario, dibuja las formas del alma, su pluma teje metáforas y sueños, entrega al lector la llave que conecta con paisajes y personajes ficcionales, interpretando la realidad con una línea conductora, audaz, templando de ternura anécdotas, ampliando la narrativa con aventuras fieles a la historia de la humanidad. Su pluma es audaz.
Entre sus libros, la novela El color que no puedes ver, la pinta una multiculturalidad que inicia en Cuba y termina en La Paz, B.C.S, atrapándonos desde el primer párrafo, con lenguaje sencillo, estructura vertiginosa, narrada sin escrúpulos lingüísticos, sus voces detonan la debilidad del tiempo donde la mujer escapa del prototipo frágil y obediente, y el hombre, a veces es luz y otras, profunda oscuridad, pero sin juicios, crea estampas que se quedan pegadas a los parpados y su maestría en dar vueltas de tuerca, sobre todo en aventuras, suscita asombro; el lenguaje y acento fiel de los personajes y los cambios repentinos de atmósfera, mantienen al lector atrapado, en su forma de contar; los cañaverales, San Juan de Ulúa, bosques salvajes, largos viajes por mar, donde las olas hablan y los silencios conmueven y describen sin celo las palabras prohibidas. Otra novela como Largos silencios, desde las primeras letras atrapan al lector con párrafos cortos, desplegando diálogos que aterrizan en el tiempo y espacio:
¡Mi hermana está muerta! su alma escapó durante la madrugada y entonces sí, quedé sola en la casa y en el mundo.
En la novela Desayuno con tres huevos, nos sumerge en un mundo sobrenatural, para citadinos, pero común, en poblaciones rurales, con personajes que tienen nombres y actitudes, casi ya, en vías de extinción:
—Abuela, perdóneme por desobedecerla. Yo también quiero aprender todos los secretos de las plantas pa’ poder ser curandero. Quiero que toda la gente del pueblo me respete.
Como articulista la maestra explora, cuestiona, analiza, y con cierto humor negro recoge la voz de una mujer en la guerra:
Al principio de la guerra, una joven iraquí, sentada junto a las ruinas de lo que alguna vez fue su escuela, fue su ciudad, fue su país, exclamó: “Esta libertad sabe a ceniza”; yo agregaría: sabe a destrucción, sabe a hurto, sabe a engaño, sabe a sangre, sabe a muerte.
Personajes: En sus nichos cuentísticos aprendemos a amar piratas, ladrones de libros, cocodrilos y conejos, gemelas mágicas, rebeldes, niños y niñas traviesas que lejos de estar enchufados en su Tablet, exploran mundos y habilidades. Sus poemas infantiles están hilados con una acústica lúdica y con cierta fábula. Su pluma dibuja las diferentes fases humanas: crueldad, delincuencia, inadaptación, rebeldía, obsesión, amores prohibidos, la cadencia de sus múltiples y variadas voces. Su literatura siempre nos quita la sed…
La descripción de los paisajes
En las ceibas habitan los espíritus de los muertos y santos, africanos y católicos, en la corteza de la ceiba hembra esta escondida el alma de mi madre
Arte, concentración, amor a la lectura, la maestra entra en el alma de sus amados, que ama y en una vulnerable impotencia, salpica letras, otorga voz a las animas, sopla un prisma de esperanza que trasciende a través de su literatura para eternizar la tristeza, la plenitud, visibilizar la tragedia, para hacer justicia, para sembrar de figuras poéticas los labrantíos de una tierra sin nombre.