Revista Personae

CARLOS CARRERA

Cineasta legendario

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Carlos Carrera

 

Esta vez charlamos con uno de los grandes directores del cine mexicano contemporáneo, Carlos Carrera, quien con “El Héroe”, logró la Palma de Oro en una época donde nuestro cine no era tomado en cuenta por Cannes; filmó la que entonces fue la película más taquillera del cine nacional, “El Crimen del Padre Amaro”, y este próximo 10 de octubre a las 10:30 pm está por estrenar en televisión abierta la serie de misterio “La lotería del crimen”, en Azteca Siete.

No es la primera vez que hace televisión, ya tenía experiencia con series como Yankee (Netflix) y Capadocia (HBO). Habla de su incursión en la pantalla chica: “Son medios distintos y similares. Los tiempos de producción son otra cosa. Yo había hecho series, pero nunca para televisión abierta, son otras condiciones, a pesar de que esta serie en particular tiene bastante libertad, hay ciertas cosas que hay que cumplir: hay que pensar en qué ventana se va exhibir, cosa que no sucede con las películas, pueden ser de lo que sea y ya las clasificará gobernación y sobre todo, se tiene que hacer mucho más rápido”.

“Lo que es lo mismo, son historias humanas, tanto en la televisión como en el cine. De lo que se trata es de contar historias con el mismo lenguaje visual, contar con acciones, con los rostros de los actores. Es otro medio, pero prácticamente es contar historias a través de las imágenes”, complementa.

Nos habla de su acercamiento a La lotería del crimen: “Me gustaron mucho los guiones, eso es muy importante, no es de que dije ¡ah! ¡Ahora hagamos televisión! Me interesó este proyecto. Están muy divertidos, la verdad, tienen un gancho muy interesante para atrapar al público y utiliza una serie de códigos, una fórmula que hemos visto mucho en las series que vienen de Estados Unidos, pero que se ha visto poco en México. No sólo es trasladar el género, sino que está adaptado. A diferencia de muchas series, que son muy solemnes, esta está llena de humor y además está basada en muchos casos célebres de México. Es valernos del lugar común de las series de Estados Unidos para hacer una reutilización, algo más mexicano. Estamos usando la formula, pero divirtiéndonos dándole la vuelta”.

Le comento que algunas series donde han intentado abordar la acción caen en humor involuntario y uno ve metralletas que más bien le recuerdan a los juguetes con los que jugaba, el directos acota: “En este proyecto estamos apostándole a los actores, no hay metralletas, hay un maquillaje especial, hay algunos efectos muy bien cuidados y no hay explosiones, ni choques; la acción está en otro lado, en cómo van sucediendo las cosas y en la intriga de la historia”.

“Lo único es la rapidez con la que se tiene que hacer. En cine, en cuatro semanas, por lo menos, haces hora y media; aquí tienes que hacer una hora cada tres días, pero está escrito así, para que sea posible y para que no quede mal. La cantidad de cosas que pasan en una locación, todo debe estar muy bien planeado”, externa.

Busca la verosimilitud de una serie donde, a diferencia de la realidad mexicana, sí se resuelven los crímenes: “Establecimos las reglas de este mundo (de ficción televisiva) y les estamos siendo fieles, una vez establecidas, hay que jugar con ellas”.

Nos remontamos a sus orígenes, y narra: “Desde que me acuerdo, quería hacer cine… desde que me llevaron a ver Pinocho y dije ‘¿esto cómo se hace?’ y empecé a investigar, cómo se hacían los dibujos animados. Empecé con la animación, haciendo el cine que podía hacer una sola persona, con mi camarita de súper ocho haciendo mis animacioncitas, cada vez hacía cortos más sofisticados. Primero estudié Comunicación y luego, en la escuela de cine ya seguí desarrollando mis proyectos de animación más profesionalmente; mi camarita súper ocho la cambié por una de 16 mm y empecé a hacer películas que empezaron a verse, a viajar y a tener reconocimientos”.

“Tuve la fortuna que acabando la escuela de cine, gané el concurso de ópera prima con “La mujer de Benjamín” (cinta multipremiada internacionalmente, 1981) y ya pensé que iba a ser muy fácil hacer cine y luego vi que no era tan fácil, ya después lo aprendí”, refiere.

 

Carlos Carrera

 

En 1994, su cortometraje animado “El héroe” ganó la Palma de Oro, uno de los premios más prestigiados del cine a nivel internacional. Hacía décadas que no alcanzaba una película nacional dicho honor. Hoy nuestros directores asisten con mayor frecuencia a festivales y premiaciones de alto nivel.

Pregunto al cineasta si nuestro cine ha crecido o lo voltean a ver más, responde: “Las dos cosas. Hubo mejores condiciones para hacer películas que le podía interesar al mundo de los festivales, y porque también se hizo una mejor labor de promoción. O sea, los premios y los reconocimientos no nada más son por la calidad de las películas, también hay que hacer todo un trabajo de venta de difusión de relaciones para que suceda. Hay películas que solitas aparecen y llaman la atención pero… (Con una mueca nos hace entender que son la excepción), ya con el tiempo se ha aprendido que otra parte del quehacer cinematográfico es la promoción, la distribución, o sea, el hacerle ruido a las películas”.

No obstante, señala: “En el cine comercial, y ahora también en muchas plataformas, lo que está destacando son las comedias románticas y ya, es lo malo. Pero, por otro lado, están “Ya no estoy aquí”, “Noche de fuego”, hay ventanas para otro tipo de películas. Hay una gran parte, la mayoría de las películas mexicanas, que son muy interesantes, muy valiosas y desafortunadamente no se ven, no tienen la ventana. Los dueños de las ventanas (cines, streaming, televisoras) no procuran exhibirlas porque para ellos no es negocio, entonces hay que buscarlas en la cineteca, en cineclubes o en plataformas de cine de arte, pero son muy pocas”.

El cuestionamiento es ¿la gente no las ve porque no le interesan o porque no se las ponen?, Carlos Carrera, opina: “Es porque no se las ponen. Desde los 90 empezó una campaña de promoción de un sólo tipo de cine que también ha creado espectadores que únicamente saben ver un sólo tipo de cine; o sea, el cine de Hollywood, porque se le parece, no tienes ofertas, antes había forma de conocer que había cine mudo, en blanco y negro, películas históricas. Todavía siguen viendo las películas mexicanas clásicas en la televisión. Lo bueno de las plataformas, es que el cine es visto por más gente, el problema es que, otra vez, se está haciendo el mismo tipo de cine, nadie quiere experimentar, nadie quiere arriesgarse”.

Pasamos al cine hecho para festivales, diserta: “Lo peor que le puede pasar a una cinematografía nacional es que una corporación o las tendencias de otros lugares definan y exijan un tipo de cine. Es muy triste que el público no decida qué tipo de cine o que los cineastas inmersos en una sociedad no construyan historias a partir de las historias de la misma sociedad. Entonces, tienden a hacer películas que si son raras, si son terribles, si hablan de la tragedia que es este país, a veces exagerada y solo hablas de eso, y van a los festivales. A los festivales les gusta que se hable de un México corrupto, dominado por el narco, sin esperanzas; o sea todas esas historias son muy bien recibidas, si es sórdido, triste, muy bueno, venga”.

Desisto ante la tentación de comentar ante tal diagnóstico, usted tiene una película así, sobre la corrupción de la Iglesia, “El crimen del padre Amaro”, ante lo que responde directamente: “Sí, ya sé. Así es”.

De hecho, El crimen de padre Amaro (2002) se convirtió en un fenómeno de taquilla, lo que regularmente se transforma en una cascada de trabajos consecutivos del director, no fue así en este caso, refiere: “Me dan envidia. Tengo muchos proyectos, de repente no interesan tanto como los proyectos que me encargan; pero sí, después de El padre Amaro que salió en 2002 hasta el 2008 no volví a filmar. Pasó que no había proyectos y los proyectos que yo quería levantar no se lograron, iba a hacer una película en Estados Unidos y también se cayó, pasaron muchas cosas. Hice algunas cositas y luego empecé a hacer series como Capadocia”.

Hace no mucho concluyó una película, “Confesiones”, sólo falta la posproducción, sin embargo, no sabe cuándo se entrenará, los motivos no son presupuestales: “No es por situaciones económicas, es porque están ocupadas todas las salas con las películas de los superhéroes y todo eso. Están comprometidas las proyecciones de salas, no hay espacio para las películas mexicanas. Existe la ley (para exhibir contenido nacional), pero no la cumplen y cuando pasan películas mexicanas las pasan el martes a las diez de la noche”.

 

Carlos Carrera

 

Tras mi insistencia, habla de una constante en sus trabajos: “Esta cosa de la convivencia del absurdo con la realidad, el tipo de personajes solitarios y raros”; entonces le pregunto si él es así y reconoce: “Yo sí soy así”.

Sobre la función social del arte, expone: “No todo el arte tiene una función social, pero sí existe el arte que afecta a las personas que los hace reflexionar, tener un cambio. Yo era muy escéptico sobre la utilidad y el porqué es importante hacer cine. Cuando me ha tocado ir a proyecciones con público, sí me doy cuenta de cómo el cine y mis películas han tenido influencia sobre personas concretas. Recuerdo muy bien y me conmovió mucho cuando una mujer al final de una proyección me dijo: «Gracias a La mujer de Benjamín, me salí de mi casa». Ese tipo de comentarios… uno ni se imagina cómo las películas van a afectar, pero claro que afectan, y un conjunto de productos audiovisuales, con contenido más cuidado, más humanista, sí puede dar cambios, para bien, en una sociedad”.

Sin embargo, no filma tratando de controlar los efectos de sus trabajos: “No hay manera de controlarlos, son como respuestas así… Habría que ser un propagandista muy avezado para eso. De repente ha habido momentos en la historia del cine donde se busca, a partir de poner algo, cierta reacción; pero, más bien, es como cualquier obra de arte: el artista se expresa y comparte su mundo. Yo creo que sí hay que hacer cine y audiovisual para el público, que no sea hermético, sí debe haber esta intención de compartir y de comunicar”, concluyó.

POLÍTICA

Núm. 293 – Abril 2024