Revista Personae

Lissa Aboumrad Haddad

EL IMPERIO MEDIÁTICO

De Michelle y Barack Obama

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No todo lo que sucede en los Estados Unidos de América (EUA) es lamentable, aunque tampoco es cierto que la mayoría de los estadounidenses tengan una visión llena de esperanza sobre cómo se puede sanar la Unión Americana en estos momentos tan críticos de su historia. El peso del peor presidente que haya tenido el vecino del norte es tan grande –aunque su economía no ha cesado de crecer en los últimos diez años–, que nunca el Tío Sam había contado con tanto desprestigio mundial como ahora y, lo que es peor, el proyecto de paz que acaba de presentar Donald Trump para el Oriente Medio puede provocar un mayor desequilibrio regional que desemboque en una conflagración de imprevisibles consecuencias. Entretanto, los vecinos del norte ya iniciaron su año electoral que finaliza en el mes de noviembre próximo. Entonces se sabrá si Trump logró la reelección o si los demócratas regresaron al poder que perdieron cuando Barack Hussein Obama salió de la Casa Blanca hace poco más de tres años.

 

Cuando Barack y Michelle se despidieron de la residencia presidencial en Washington, D.C., a bordo del helicóptero Marine One, el futuro del primer expresidente negro, era más que una incógnita. Seguramente el empresario rubio que llegaba en su lugar (acompañado de su valquiria nórdica), no le deseaba buena suerte. Incluso, al tomar el poder, el mentiroso «republicano» trataría de destruir lo más posible de la obra presidencial de Obama. No lo ha logrado, pero sí lo ha intentado.

 

Michelle y Barack Obama

 

Para sorpresa de muchos, la pareja Obama, en menos de un periodo presidencial ha construido «su propio imperio mediático en un tiempo récord». Esto no lo lograron por gracia de Dios, sino merced a un inteligente y audaz manejo de contratos editoriales y acuerdos millonarios con compañías como Netflix o Spotify. En el segundo mes del cabalístico año 2020, Michelle y Obama son tan influyentes como cuando vivían en la histórica White House, o, incluso, puede ser que más. Y, por lo que se ve, esta bonanza no ha hecho más que empezar.

 

Lo más importante del caso, es que los Obama –sobre todo Michelle–, se han convertido en autores de renombre, aunque Barack ya lo era desde antes de ser presidente.  En su bibliografía ya aparecían algunos bestsellers. Es probable que los Obama tengan facilidad para escribir libros. Un medio hermano de Obama, Mark, que vivió en China cerca de Hong, hace poco más de una década publicó un volumen, titulado From Nairobi to Shenzhen (De Nairobi a Shenzhen), una novela semiautobiográfica en la que narra que su padre le pegaba a su madre –la tercera esposa del progenitor de Barack–, y que con frecuencia se emborrachaba. Por cierto, Mark Okoth Obama Ndesandjo hace un retrato muy duro de su padre, quien murió en un accidente de tráfico en 1982. Tiempo después de haberse divorciado de Ann Dunham Soetoro, la madre del ex presidente, que falleció el 7 de noviembre de 1995, afectada de cáncer de ovarios. Por cierto, ese mismo año Barack publicó su primer libro, Dreams From My Father (Sueños de mi padre), que recibió regular atención del público lector, todavía no eran los mejores tiempos del que llegaría a ser el primer mandatario negro de la Unión Americana. Sin embargo, el 27 de julio de 2004, Obama pronunció un excelente discurso en la Convención Demócrata que lo catapultó como protagonista político en la escena nacional. Y el 2 de noviembre siguiente ganó la elección general de Illinois para la Cámara alta del Congreso estadounidense. Era el mejor momento para lanzar una nueva edición de Dreams From My Father, que entonces recibió gran aclamación.

 

Ya encarrerado, el joven senador por Illinois, dos años más tarde pública The Audacity of Hope (La audacia de la esperanza), que se convirtió en un éxito de ventas.

El 10 de febrero de 2007, Barack anunció su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos de América. Y, en 2008, recibió el apoyo completo del Partido Demócrata para ser el abanderado a la Presidencia, frente a la senadora de mal fario, la ex primera dama Hillary Clinton, que volvería a fracasar, ya como candidato demócrata, frente al extravagante, por decir lo menos, el magnate republicano Donald Trump. Pero, esa ya es otra historia.

 

Cuando los Obama salieron de Washington, efectivamente su vida daría un giro de 180º, sin seguridad de lo que el destino les deparaba. Incluso había rumores de que la pareja sufría problemas íntimos, algunos hasta aventuraban que se separarían. Nada estaba seguro, o probablemente, de acuerdo a la tradición de los ex presidentes norteamericanos, publicarían un par de libros biográficos, establecerían una Fundación, presidirían causas nobles y varias conferencias, eso sí muy bien remuneradas. En pocas palabras, el «retiro dorado» de los ex presidentes de United States of America, y nada más. Pero, parodiando al parlanchín presidente tabasqueño, el de «yo tengo otros datos», los Obama habían proyectado un panorama muy diferente. Con proyectos más ambiciosos.

 

Tres años después de decir adiós a la Casa Blanca, la singular pareja ha puesto los cimientos de un pequeño imperio mediático en expansión, con su propia productora y firmando acuerdos multimillonarios con plataformas como Netflix o Spotify. Esto les ha permitido que su marca cotice al alza, en tanto su influencia y popularidad se mantienen intactas. De hecho, aseguran los especialistas en las redes modernas, no paran de crecer  a juzgar por los 62 millones de seguidores que suman entre los dos en Instagram. Es más, una reciente encuesta hecha por la compañía Gallup, asegura que Michelle Obama es «la mujer más admirada del mundo». Además, el peso político de ambos personajes tampoco ha bajado, aunque lo ejerzan con diplomacia y no hayan querido sobreactuar en sus críticas contra la administración republicana que en ocasiones les ha atacado ferozmente. Ya son muchos los tuits que ha escrito Trump contra Barack Obama. Quizás por su moderada actitud frente a los excesos del mendaz mandatario, ahora los Obama son influyentes de manera diferente. Más mediática y posiblemente más eficaz.

 

Después de disfrutar de varios meses de descanso –la Casa Blanca agota hasta los más fuertes–, Michelle y Barack se sentaron a escribir y pulir los consabidos libros de memorias, y entonces empezó su nueva vida, tarea que han desempeñado con tranquilidad y sabiduría. Las condiciones de sus contratos editoriales no tenían precedentes. Su acuerdo con la poderosa editorial Penguin Random House se estableció en conjunto: un libro de memorias para él; otro para ella. Y, lo más importante, el cheque de 65,000,000.00 de dólares que cerró la transacción.

 

 

Las expectativas eran enormes. La gran sorpresa es que la biografía de Michelle Obama fue un gran éxito, no decepcionó. Becoming llegó a las librerías en el mes de noviembre de 2018. En los primeros cinco meses vendió 10 millones de ejemplares, convirtiéndose en uno de los libros de memorias más vendidos de la historia. Su gira de promoción, que obviamente no incluyó a México, rompió todos los esquemas. Después de agotar las entradas de los 12 eventos multitudinarios previstos en un principio, los organizadores fregaron 21 fechas más, que la llevaron a visitar varias ciudades de Canadá y del Viejo Continente. De tal suerte, en el 2019 la ex primera dama de la Unión Americana se convirtió en un llamativo fenómeno mediático. Donde quiera que se presentara era la gran noticia. Los medios la asediaban en todo momento. Michelle era el paradigma de la mujer moderna estadounidense, parte de que la esposa de Barack cuida, hasta la exageración, su presencia física. La oleada «michelliana» ha llegado al 2020, en enero pasado recibió un premio Grammy por la versión audiolibro de Becoming.

 

Es claro que Obama es un personaje diferente a otros ex presidentes como Bill Clinton o George W. Bush. El primero, en el retiro, establece fundaciones, el segundo se dedica a la «vida contemplativa» y a pintar retratos de perros. Barack tenía otros planes y otras cualidades. El especialista Robert J. Thompson, profesor de Televisión y Cultura Popular en la Universidad de Syracuse, EUA, explica el carisma de Obama y la abrumadora popularidad de Michelle: «A Obama siempre se le han dado bien los medios. Cuando era presidente siempre estaba en televisión. Era joven divertido, atractivo, sabía hablar… Su monólogo en la tradicional cena de corresponsales en la Casa Blanca –cena, por cierto, a la que Trump nunca ha asistido–, era mejor que el de cualquier cómico profesional. Domina el terreno. Por otro lado, Michelle es una mujer increíblemente querida y admirada».

 

Lo más relevante en esta etapa de los Obama son los acuerdos con Netflix y Spotify, que hasta hace poco tiempo no existían. Pero eso será motivo de otra EX LIBRIS. Por el momento, la pensión vitalicia del ex presidente, aproximadamente 200,000 dólares anuales, apenas es dinero suelto para sus propinas. Solo el contrato editorial les garantiza  a Barack y a Michelle unos ingresos conjuntos de 65 millones de dólares. Por eso empiezo esta colaboración en Personae afirmando que no todo lo que sucede en EUA es lamentable. El próximo mes continuamos con el dorado retiro editorial de los Obama. VALE.

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