EX LIBRIS
Las vidas de Ordine y
Steiner, amor por los
clásicos y la enseñanza
- EXLIBRIS
- febrero 2024
- Bernardo González
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Una vez más, la revista Personae —otra muestra de calidad periodística en los peores tiempos de guerra oficial contra los medios de comunicación en México—, mantiene el prurito de que sus lectores tengan a la mano novedades de libros como el que a fines del año pasado publicó la selecta editorial Acantilado en Barcelona, España. Un precioso volumen, de apenas 112 páginas, bajo la firma del admirado hombre de letras italiano Nuccio Ordine —varias de cuyas obras se han comentado oportunamente en esta misma columna—, titulado George Steiner, el huésped incómodo. Entrevista póstuma y otras conversaciones ($326.00), fue el último regalo que hizo el culto profesor de literatura italiana a sus innumerables admiradores. Una verdadera joya, epítome de la amistad de dos genios humanísticos: Ordine y Steiner, en el que se celebra su amor por los clásicos, la pasión por la enseñanza y el rol esencial de la literatura para la humanidad. Más allá de la genialidad de ambos personajes, lo palpable en tan pocas páginas es la devoción por la amistad que manifestaron el franco-anglo-estadounidense y el italiano.
La amistad, algo que no siempre es valorado por los seres humanos; chispa que une más que el amor. Dice Steiner: “Quizás la amistad sea más valiosa que el amor. Defiendo esta tesis porque en la amistad no hay ningún egoísmo del deseo carnal. La amistad, la auténtica amistad, se basa en un misterio que Montaigne (intentando explicar su relación con Étienne de La Boétie) resumió en una bellísima frase: “Porque era él; porque era yo”.
En forma sintética, Ordine analiza los tópicos que Steiner expone en sus diversas entrevistas y pláticas que se incluyen en este volumen. Asimismo, cita a algunos autores fundamentales que manifiestan sus propias ideas sobre temas básicos, como parte de la carta que Franz Kafka escribe el 27 de enero de 1904 a su amigo Oscar Pollak en la que se refiere a libros que, como un hacha, quiebren “el mar congelado qué hay dentro de nosotros”. El autor de Metamorfosis dice a Óscar: “A mi juicio, sólo deberíamos leer los libros que nos muerden y nos pican. Si el libro que estamos leyendo no nos despierta de un puñetazo en la crisma, ¿para qué lo leemos? ¿Para que nos haga felices, como tú escribes? Dios mío, también podríamos ser felices sin tener libros y, dado el caso, hasta podríamos escribir nosotros mismos los libros que nos hicieron felices. Sin embargo, necesitamos libros que surtan sobre nosotros el efecto de una desgracia muy dolorosa, como la muerte de alguien al que queríamos más que a nosotros, como un destierro en bosques alejados de todo ser humano, como un suicidio, un libro ha de ser un hacha para clavarla en el mar congelado qué hay dentro de nosotros”.
Que Steiner era un personaje difícil. Sin duda lo era. Dificilísimo. Como lo describe el italiano en el “huésped incómodo” ¿Steiner contra Steiner? Steiner escapa. De hecho, a las clasificaciones fáciles. La literatura, el judaísmo y su vida propia fueron la de un huésped especial; sea cual sea el caso, lo atestigua con su alteridad y su diversidad con respecto a los valores dominantes. Steiner existió para eso, cuenta Ordine. Estaba ahí para eso: para decir, sin ningún respeto hacia convenciones y tabúes, “aquello que muchos no habrían querido oír decir a nadie”. Se trata de una decisión consciente que afecta a la esencia misma de su vida, como, por ejemplo, “su concepción de la identidad judía”.
Las posiciones que Steiner mantuvo en torno a la creación de Eretz Israel, revelan el punto de vista de un judío laico que molestó a muchos de ellos: “Por desgracia, no puedo sentirme parte de ese contrato con Abraham. Por eso no poseo un feudo refrendado por la divinidad en un pedazo de tierra de Oriente Próximo, ni en ninguna otra parte. Es un defecto lógico del sionismo, un movimiento político laico, invocar una mística teológico-escritúrala que, en honor de la verdad, no puedo suscribir”.
Explica Nuccio: “El huésped incómodo, aún habiendo hecho de la Shoah (el Holocausto) y de la cuestión judía uno de los nudos centrales de su producción ensayística, no duda sin embargo en decir cosas que, a una gran parte de la comunidad a la que pertenece, le suenan a provocación. Se trata de una posición abierta, basada esencialmente en una visión laica”.
Es más, dice el compilador de las entrevistas del libro: “George sabe muy bien que criticar a Israel es incluso demasiado fácil para alguien que vive cómodamente en su casa de Cambridge, pero también es consciente de que esta tradición, en cualquier caso, no debilita la sustancia de sus argumentos”: “Sé el coste inhumano que esta impotencia omnipotente ha acarreado. Sé lo fácil, lo barato que es criticar a Israel si uno no está dispuesto a compartir sus cargas y su constante peligro. Pero es esta sensación de reducción lo que me ha impedido ser un sionista, hacer mi vida y la de mis hijos en Israel. Los sionistas de salón son tan despreciables como los compañeros de viaje que alababan a la Unión Soviética, pero tenían mucho cuidado de no poner jamás un pie dentro de sus fronteras”.
Razón por la cual, abunda Ordine, “la identidad judía, en definitiva, no puede prescindir de la diáspora. El nacionalismo de Israel es del todo “ajeno al genio interior del judaísmo” …Una máxima que ha marcado la existencia de Steiner (Esta máxima, dice, es mi oración matinal, hasta el grado de inducirlo a tener el equipaje siempre preparado para la marcha).
Por lo que respecta al amor y respeto por los autores clásicos, la herencia de Steiner para los que aun seguimos en la lucha cotidiana por saber y no sólo subsistir fue grande e importante. Su amor por los clásicos y por la enseñanza, su pasión y sus reflexiones sabias y críticas continuarán “estando siempre a nuestro lado”. “En esta batalla no estaremos solos”. El propio Italo Calvino, en su ensayo Por qué leer los clásicos, aún reconociendo que los “clásicos sirven para entender quiénes somos y adónde hemos llegado”, advierte contra la idea de que “los clásicos se han de leer porque “sirven” para algo”. Es cierto, pero también lo es, por otra parte, que “leer los clásicos es mejor que no leer los clásicos”.
De tal suerte que, dice Nuccio Ordine: “Escuchar un concierto, devorar una novela, contemplar un cuadro no significa perder el tiempo: significa ganar tiempo para uno mismo y para los demás, contribuyendo a hacer la humanidad más humana. Por eso creo que es en cualquier caso mejor continuar luchando, pensando que los clásicos y la enseñanza, la música y el arte, la investigación científica de base y la cultura en general —a pesar de todas las limitaciones—, pueden sustentar nuestro empeño de “resistir” de mantener viva la esperanza, de entrever el rayo de luz que nos ayude a recorrer un camino digno. Cada vez es más necesario recordar la existencia del infierno a quien no quiere verlo. Cada vez es más necesario prestar todos nuestros recursos para dar voz a las víctimas de la violencia y de la injusticia. Cada vez es más urgente denunciar toda forma de discriminación y señalar con el dedo las terribles desigualdades sociales y económicas”.
Steiner murió poco después de haber cumplido 90 años, edad que, por lógica, lo hacía pensar en la cercanía de la muerte. Y en su entrevista póstuma Nuccio le preguntó si pensaba qué hay algo después de la muerte, a lo que George contestó: —“No…Estoy convencido de que no hay nada. Pero el momento mismo del tránsito puede ser interesante. Me parece infantil la reacción de quienes, después de haber pensado siempre en la nada, cambian de idea en la etapa final de su vida y se imaginan un “mundo” ultraterreno. Creo que no tener miedo es una cuestión de dignidad, no debe perderse el respeto a la razón, hay que llamar a las cosas claramente por su nombre. Es cierto que uno puede cambiar de idea. He tenido la fortuna de vivir siempre en contacto con grandes científicos y sé que cada día se aprenden cosas nuevas y se corrigen otras. Eso es normal en la ciencia. Pero, en cambio, creer en una vida más allá es una cosa muy distinta”.
Pensamiento que todos los humanos, jóvenes y viejos, sobre todo estos últimos tenemos cuando rebasamos la octava década de la vida. Especialmente cuando al escribir esta columna nos enteramos de la muerte de personas allegadas a nuestra existencia, incluso del fallecimiento de una prima hermana, precisamente antes de escribir este último párrafo. Excelente libro póstumo de Nuccio Ordine, desde la ilustración de la portada. Y, como decía el inolvidable Groucho Marx, si no les gusta este tengo otros del mismo autor que en fecha próxima les comentaré en otras EX LIBRIS, Dios mediante.
En el año 2019, en otra plática de estos personajes, que Ordine publicó en el periódico Corriere della Sera, Steiner expresó su inquietud por la deriva que seguía Europa y que se mantiene igual: “Hoy se respira un aire peligroso en nuestro continente. Me produce un gran temor el viento xenófobo y antisemita que sopla en muchos países europeos. El odio al extranjero, la caza del judío, la apología de la autodefensa y de las armas son los peligrosos signos de una terrible regresión, un preludio a la violencia…Si seguimos por este camino de barbarie ¿qué quedará de la Europa de los cafés, de la Europa del pensamiento y de la cultura?”. Infortunadamente, esto está sucediendo no solo en el Viejo Continente, en México también. Y sabemos por qué. VALE.