Revista Personae

LA DEMOCRACIA NO SE TOCA

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Millones de mexicanos suponen que al instaurarse la llamada “Cuarta Transformación” (4T), el país se encaminó por la ruta de la “democracia y de la justicia, y de la felicidad”, lo más etéreo que el ser humano pueda disfrutar en un momento dado. ¡Ojalá y esto fuera cierto! Desafortunadamente no es así. De hecho, si la sociedad no reacciona a tiempo, en poco más de dos años México puede estar encarrilado hacia un despeñadero del que difícilmente se podría salir. Dado el odio y la división que desde Palacio Nacional se ha propiciado desde 2018, la desunión nacional se ha enraizado, a tal punto, que serán necesarios muchos años para remontarla. El costo, inimaginable. Por eso es necesario que todos los privilegiados en escribir y publicar, no enfoquemos la vista hacia otro lado, sino a pie firme, convencidos de la causa, con claridad, sin mistificaciones, pongamos los puntos a las íes, y el punto final cuando corresponda. Especialmente en el momento que el Ejecutivo nacional desperdicia el cargo y vulgariza la función, con refranes chabacanos, sin respeto de nada ni de nadie. Ahora, hay que llamar al pan, pan, y al vino, vino. Ya es tiempo de hacerlo.

 

Por tal motivo, los mexicanos conscientes de la importancia de la situación, deberían tener a la mano un ejemplar de La democracia no se toca, de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama. Editorial Planeta, Ciudad de México, 2023. 239 pp. Aunque, como tantos otras obras, este libro no es la panacea para resolver los problemas electorales mexicanos, ni para que el país cuente con la “mejor democracia del planeta”, bien puede ser una guía accesible para que la ciudadanía esté al tanto de sus derechos electorales y pueda defender las instituciones en la materia que tanto ha costado montar en beneficio de la “democracia mexicana”, para el caso el Instituto Nacional Electoral (INE), organismo que por razones oscuras se ha convertido en el objetivo a destruir (o casi) por parte del titular del Poder Ejecutivo, o lo que es lo mismo, el Presidente de la República.

 

La Democracia no se toca

 

En tales circunstancias, el 26 de febrero en curso los mexicanos — se dieron cita a un llamamiento para unificar, no para desunir, ante el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación —en el corazón de la capital de la República—, otrora tan respetada, ahora tan criticada, donde los concurrentes exigieron que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos sea aplicada al pie de la letra para que no se abra la puerta a una dictadura tan cantada por la Cuarta Transformación (4T), que trata de apropiarse del futuro nacional bajo el pretexto de que solo los electores afilados a MORENA son los únicos nacionales que no son “traidores de la patria”, como lo ha repetido en sus “mañaneras” el fundador de este partido desde que asumió el poder en el año 2018.

 

Varias encuestas especializadas indican que mientras menos estudios superiores hayan cursado los votantes, con mayor frecuencia sufragan a favor del actual mandatario federal nacido en Tabasco. Y también los jóvenes y adultos que reciben el grueso de los programas sociales de la 4T. Por mera curiosidad, vale decir que los mexicanos con menos educación superior son, infortunadamente, los que más pueblan las cárceles del país. O que durante el juicio de cualquier encausado, los defensores que ofrece el Estado (los llamados “de oficio”) tengan peor desempeño (“poor perfomance”, dicen los angloparlantes), que aquellos contratados por el enjuiciado. Cada quien saque sus propias conclusiones.

 

Simple acotación, pero este es el contexto de la justa que el Ejecutivo Federal ha emprendido, con decidida energía, en contra del Instituto Nacional Electoral y de los jueces y magistrados.

 

En cuestiones de gobierno nada es por casualidad. Ni antes ni ahora. Por lo mismo, no fue fortuito que el miércoles 8 de febrero, el mismo día que AMLO puso pinto y parado al Instituto Electoral, haya hecho algo similar con la Suprema Corte de Justicia al atribuirse (algo común en el mandatario tabasqueño) que fue gracias a él que los ministros eligieran a su nueva presidenta, Norma Piña.

 

Al paso del tiempo, ya no es sorpresa el empeño del Ejecutivo contra los consejeros electorales; propios y extraños lo clasifican como otra de sus añejas fobias. Los insultos —por no darles otro nombre— de López Obrador en contra del INE rebasan cualquier medida: “una casta divina, una burocracia dorada del INE y de otros organismos que le cuestan mucho al pueblo, le cuesta mucho mantenerlos, esos son organismos mantenidos y buenos para nada”, expresiones del tabasqueño para definir que cualquiera que defienda el actual sistema electoral —que entre otras cosas es el mismo que facilitó la llegada de López Obrador a la Presidencia—, está a favor de una “élite onerosa”.

 

La existencia del INE —anteriormente Instituto Federal Electoral (IFE)—, no solo ha permitido llevar a cabo elecciones presidenciales, estatales, municipales, sino las referentes al Congreso de la Unión: Cámara de Senadores y de Diputados, y algunas consultas populares mediante un sistema electoral pacifico y creíble. Lo más relevante del caso, es que desde el año 2000, a la fecha, 2023, el país pudo conocer tres elecciones presidenciales en las que la alternancia afianzó la democracia mexicana, con el arribo de dos presidentes del PAN —Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa—, y uno del PRI, Enrique Peña Nieto, y, hace cuatro años, a Andrés Manuel López Obrador, de MORENA, el primer presidente de izquierda en la historia nacional. Mejor ejemplo democrático, no podía darse. La alternancia política: del viejo priismo, al panismo; retorno al priismo, y en fin, al izquierdismo, que podría repetir su triunfo en los comicios del 2024, sin levantamientos políticos de protesta, mucho menos con armas de por medio, siempre y cuando, el INE pueda funcionar tal y como lo ha hecho durante las últimas décadas. Ese es el punto.

 

Razón fundamental de la impresión de La Democracia no se toca, de dos de los directivos del INE: Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, es la próxima elección presidencial en el año 2024. En un Post scriptum titulado Golpe a la democracia, los autores lo explican: “El 15 de diciembre de 2022 el Congreso aprobó una reforma electoral impulsada por el Gobierno. Días antes, había fracasado el intento de un profundo cambio a las reglas electorales en la Constitución. Sin embargo, la mayoría parlamentaria realizó modificaciones a las leyes secundarias”.

 

“La reforma electoral de 2022 es la primera, en décadas, que no se construyó con el consenso de las fuerzas políticas, que no fue fruto del diálogo y el acuerdo, sino de la imposición desde el poder”.

 

“Entre otras cosas, la reforma desmantela la estructura del INE en los 300 distritos electorales del país. Con ello, se ponen en peligro los eslabones básicos de las elecciones limpias”.

 

La realización del padrón electoral confiable.

La instalación de todas las casillas por ciudadanos.

La realización de cómputos íntegros de los votos.

 

“Al atentar contra el profesionalismo y la autonomía del INE, y sobre todo porque compromete la celebración de elecciones libres y auténticas, la reforma es contraria a la Constitución. Habrá que dar, en todos los frentes, una ardua batalla jurídica para que el Poder Judicial elimine las reglas aprobadas por la mayoría parlamentaria que son contrarias a la Constitución y dañan a la democracia”.

 

“De nuevo, la activa participación ciudadana será indispensable. De nuevo, la democracia te necesita”.

 

Esta explicación va apoyada por una frase del discurso de José Woldenberg, en la Marcha por la democracia, en la Ciudad de México, en noviembre de 2022: “Nuestro país no merece regresar al pasado, porque lo construido permite elecciones auténticas, piedra angular de todo sistema democrático”.

 

El volumen en turno, va acompañado de páginas a color con textos impactantes de mensajes claros, sin riesgo de duda: “La democracia es un invento tan importante como la rueda, el alfabeto o la imprenta, pues permite que la gente decida de forma pacífica”.

 

“Es el ejercicio de un derecho: a decidir, a participar. Se ejerce. Es una conquista, no es un concepto estático ni un regalo que nos haga el poder”.

 

La Democracia no se toca

 

Explican los autores, en lenguaje muy diferente al que se acostumbra en las mañaneras, que “lograr un proceso imparcial e independiente de los comicios ha llevado tiempo. Ha sido un aprendizaje basado en la crítica, en escuchar a los ciudadanos y a otros actores políticos, en el diálogo abierto, en diagnósticos preciso y acuerdos, muchos acuerdos entre políticos de distintos partidos e ideologías, con el fin de mejorar las reglas de la disputa pacífica por el poder”.

 

En fin, precisan Córdova y Murayama: “la democracia es un proceso de participación continuo. En dos siglos de vida como país independiente, México lleva apenas poco más de dos décadas con elecciones democráticas. Se trata de una conquista de todas y todos que no debemos perder”.

 

Y no por una “cuarta transformación”, que ni transforma, ni cambia, sino que pretende el regreso al pasado, cuando la democracia en México era un simulacro, sin alternancia, sin futuro. Por eso, hay que salvar los peligrosos vientos autoritarios, dejar de lado las palabras de odio, la exclusión contra quienes “son diferentes, contra quienes piensan distinto o tienen opiniones que disgustan a los poderosos… los que tienen una religión que no es la de la mayoría o los que no aplauden cada palabra de aquellos que los gobiernan… Son actitudes peligrosas que buscan multiplicar la intolerancia. Quieren que haya un pueblo homogéneo, único, que piense igual, que sea obediente y adulador del gobierno en turno”. Eso no debe ser, ni será. VALE.

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