Revista Personae

MIGUEL DE LA CRUZ

Tres décadas culturando

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Hablar de Miguel de la Cruz es referirse a tres décadas de periodismo cultural, que es algo muy difícil de encontrar en un reportero cubriendo esa fuente y por ese tiempo en televisión. No en vano ha sido reconocido en diversas ocasiones, y en diciembre recibirá el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

 

Charlamos con él afuera del Auditorio Nacional, y nos narró que las ciencias exactas no le eran ni atractivas ni tenía habilidades para ellas por lo que se inclinó por las Ciencias de la Comunicación: “Me llamó la atención el acto de comunicar. Yo no fui de los chavos que salieron en bandada al (Festival Internacional) Cervantino, es más, yo ya estaba en la universidad y no sabía lo que era. Tampoco fui de los que estuviera muy apegado a las actividades culturales”, nos confiesa.

 

Una amiga lo invitó a hacer su servicio social en IMEVISION, a El Gran Premio de los 64 mil pesos que producía Pedro Ferriz Santacruz; posteriormente, otra amistad lo recomendó con el productor De hoy en la Cultura, en Canal 11, que requería un asistente. De ahí parte esta gran historia que ya rebasa las tres décadas en el canal. Al respecto dice que el periodismo cultural, “Yo no lo busqué, ¡Él me encontró a mí!”.

 

Miguel de la Cruz

 

Le comento si de repente no ha dicho “yo quería entrevistar a Maradona” y confiesa: “Fíjate que me ha interesado lo que viven los cronistas deportivos, estar en espacios monumentales siguiendo el pulso de las cuestiones muy vivas, relatando y transmitiendo. Se me hace muy atractivo, deseable, de estar y hacer, pero en esta actividad están íntimamente relacionadas las actividades de lo cultural con lo deportivo, porque las dos aluden a la emoción, claro que la parte cultural también al pensamiento, hay un nexo y sí he llegado a desear eso, pero estoy en lo que estoy”.

 

Al preguntarle si ha visto una evolución en el periodismo cultural, reconoce: “Yo creo que no. A mí me gustaría decir que el verdadero periodismo está por nacer, porque no hay una definición concreta de cultura, no es un mal de nuestro país, es mundial. Tu abres la página de la UNESCO, que sería el organismo internacional por excelencia, y cuando revisas su definición es un párrafo de no sé cuántos renglones muy rebuscado, que nadie puede manejar de manera cotidiana”.

 

Le pido su definición de cultura y explica: “He encontrado que cultura no es sustantivo sino verbo. Vas al diccionario de la Real Academia de la Lengua y lo encuentras como sustantivo, pero también como verbo. Aunque se oiga totalmente extraño ‘yo culturo’, si mis hijos dicen ‘mi papá cultura’, están en una expresión mucho más leal a lo que hago, que decir ‘un periodista dedicado a la fuente cultural’, porque definiría de una manera más concreta que estoy ligado a la actividad de la cultura”.

 

“Una vez aclarado que es una actividad, habría que calificarla como un proceso que existe desde tiempos ancestrales, nada existe por nada, para que se renueve y siga causando atracción, solo encuentras un proceso identificado como cultura que tiene como único motor que lo puedes ligar a que satisfaga necesidades. Si existe desde entonces y sigue existiendo es porque es un proceso que satisface necesidades y en ese caso tenemos que ver que el ser humano vive por satisfacer necesidades físicas, intelectuales y emocionales. Ya con esa fragmentación encuentras que la cultura es un proceso que sirve para satisfacer necesidades intelectuales, físicas y emocionales”, complementa.

 

Acota: “Hay una confusión desde que yo entré en esto, hace treinta años, nos decían que la cultura no es sinónimo de las bellas artes. De vez en cuando dicen ‘¿cuál será la actividad por excelencia cultural?, pues el arte, imaginarte un tipo que toma una piedra, un bloque y de repente saca el David, ¡qué culto!’ y en realidad estarían en lo cierto. Entre las actividades culturales más depuradas innegablemente está el arte, pero no toda actividad artística, incluso las más depurada, es cultura; podría haber actividades muy simples que satisfacen necesidades que tendrías que considerarlas como cultura y no las considera la gente como cultura: abres cualquier sección de cultura y el cien por ciento del contenido es arte, de tal manera que, por esa inercia, sería más indicado nombrarnos periodistas de arte que de cultura”.

 

Consecuentemente la pregunto si se considera un periodista de arte o cultura y responde: “Yo sigo pensando que soy periodista de cultura, sobre todo por estar pensando y explorando el término”.

 

Refiere: “Es inevitable que surja un satisfactor, aunque no estemos conscientes de esa necesidad. Bogotá llegó a ser la ciudad más violenta del mundo, llega un ministro de cultura y los periodistas le lanzan la pregunta ‘usted, desde su trinchera, ¿qué va a hacer para combatir la violencia, va a pedir más policías, va a pedir resguardo, con más armas?’, ‘¡Bibliotecas!’, respondió. Ellos a su vez dijeron ‘nos van a matar con todo y libros’. Entonces, localizaron cinco regiones de las más marginales de Bogotá y ahí les fueron a poner un parque de bibliotecas, que son verdaderos palacios, es decir, un niño cuyo futuro era convertirse en sicario para tener autos, alhajas, pistola y mujeres, de repente se vio enfrente de una librería, se metió y satisfizo una necesidad que no sabía que tenía por la lectura, que nunca había practicado. En esto de la cultura hay muchas necesidades que no sabes que tienes y muchos satisfactores que las llenan”.

 

Miguel de la Cruz

 

“Hay mucho por explorar, no sólo repetir el programa de mano. Si estamos ante actividades que tienen un impacto físico, mental y emocional, el periodista tendría que decir por el lado físico, si es un hecho conocido científicamente que cualquier vibración sonora impacta los líquidos; imagínate el cuerpo humano que el mayor contenido es agua, cómo impactará un concierto de música, si va bien o mal hidratado, sería un punto que debería abordar un periodista cultural y en ese la lado no le entran”, propone.

 

Sobre aquellos que sólo se dedican a hacer añicos el trabajo de los otros, opina: “Toda actividad que está en el renglón cultural es más fácil criticarla que hacerla generar desde un principio con un objetivo especial o especifico. O sea, no creo que haya quien aspire a encontrar la relación entre emoción, intelecto y físico; sin embargo, sería una tarea pendiente que te llevaría a entrevistar a un médico, a un sociólogo, a un crítico y a un creador; eso requiere tiempo, inventiva, compromiso y recursos, porque no es lo mismo sacar la nota del día. Se requiere mucha inventiva pensando en descubrir para qué sirve lo que estoy reporteando, esa pregunta tan básica, generalmente no está respondida en el periodismo cultural”.

 

Se describe: “Me considero un ser humano con una capacidad, tal vez un tanto distinta, especial, para la expresión verbal y escrita, ese principio me da elementos para desarrollarme en distintos ámbitos según mi conveniencia práctica. Es decir, yo me dedico a esto y a hacerlo como lo hago, porque es lo que me da de comer. Si estuviera con todas las necesidades satisfechas y pensando en a ver qué hago, me iría por el lado de la literatura o la filosofía; pero esos son adicionales, no mi actividad principal”.

 

Sobre al avance de las redes sociales donde todos pueden opinar y cualquiera abrir un canal sin la formación básica, opina: “Contamos con la ventaja que eso sirva como presión para hacer las cosas cada vez mejores, porque el que graba, transmite y emite una opinión. Quienes nos dedicamos profesionalmente a ese proceso cada vez lo hacemos con más cuidado y más sistemático, que siempre será perfectible, pero cada vez abonándole más recursos. Llegará el momento que quien lo haga de primera intención, se va a notar que no está a la altura de alguien que lo haga profesionalmente. La difusión que dan las redes te empuja para saber que muchos están enterados de lo que tu apenas vas a empezar a hablar, entonces habrá que decirlo mejor y empezar a aportar las mejores cosas o lo que muchos no ven y sin embargo está”.

 

Para concluir menciona las condiciones laborales del gremio como otro desafío, incluso nos dice que a pesar de las décadas que ha laborado ininterrumpidamente en Canal 11, la institución no le ha valido sus derechos laborales: “Tengo 30 años haciendo esto y soy freelance. Un descuido administrativo o cómo quieras verlo, pero esa es mi situación”.

POLÍTICA

Núm. 293 – Abril 2024