Revista Personae

MUÑECAS DE PLÁSTICO

Con corazón de sangre creatividad y automotivación

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Si una mujer desaparece hoy, es buscada desesperadamente por la familia, pero la procuraduría, con su fría indiferencia levanta el acta y comienza la búsqueda en 72 horas, tiempo crucial porque la vida corre más peligro. La escritora Ana Gabriela Rendón emprendió una odisea al inframundo, tan semejante al de tantas otras mujeres, en su libro “La menstruación de Dios” de Innovación Editorial Lagares de México.

 

 

Gaby pertenece a una generación digital, ultrasónica, vegana, donde los paradigmas se están desplomando. Nació en un mundo al revés, donde lo bueno parece malo, y lo malo es lo establecido, donde se venera la cultura de la muerte, y la vida, sin dinero y poder, no vale un peso. Generación donde la ética y el honor son ignorados y los medios de comunicación controlan, etiquetan y programan, viviendo entre guerras bacteriológicas y mucha fiesta y droga sintética, para evadir la realidad caótica, tripolar, neurótica, época de autismo colectivo, hedonista, donde la individualidad y la desconexión con la naturaleza devastan el humanismo y el planeta. Este libro no pretende encajar en grupos o modas, la autora a sus 22 años tiene un estilo definido y un picahielo con el que penetra las heridas más profundas, cortando la herida de raíz, dando el primer paso con la lámpara de Diógenes. Este libro vuelve caducos los textos del Marqués de Sade, porque las prácticas sexuales que se narran calan, la perversión se sale de control, no existe filosofía erótica ni sensualidad, aquí el objetivo es usar como muñecas de plástico cuerpos sagrados, mentes lucidas, almas eternas.

 

No hay gozo ni placer, solo niñas que agonizan en el purgatorio de La Divina Comedia, fetichismo, sadomasoquismo, voyerismo, exhibicionismo. Una cosa es practicar la parafilia como juego de adultos aburridos, y otra, arrebatarle a una niña su inocencia y obligarla a tener relaciones sexuales.

 

Este texto exige a la mujer el derecho a ejercer el libre albedrio, a decir ¡No! al sentirse incómoda, derecho a hablar sin amenazas, a moverse libremente, a ser feliz, vivir en paz, a explorar su cuerpo y desarrollar los poderes del alma sin ser juzgadas de locas. La mujer es el vínculo, la conexión con la tierra, menstruación, sangre, útero, código genético, gestación, manifestación de vida. Esta obra es una denuncia exagerada de un sistema lisiado, apático, estéril, paralítico, autista y clonado donde los valores torcidos reinan.

 

Esta historia parece ser el montaje de una tragedia griega, en el cual el espectador, en este caso el lector, es parte de la obra. Es quien lee, siente, se identifica, llora, ríe, se enfurece, y hace catarsis, no hay telón, porque lo que sucede aquí, ocurre en la esquina, en la escuela, en el trabajo en casa, la violencia, el abuso y la muerte de la mujer, solo por ser mujer. ¿Qué aterra al sistema sobre las mujeres? Acaso el contraste entre fragilidad y la fortaleza. Porqué aún hay acuerdos silenciosos de tener que sacrificar el cuerpo y dejarse poseer resistiendo la náusea para salir adelante.

 

 

Soñadoras, tejedoras y amantes

¿Por qué tenemos que volvernos invisibles y silenciar nuestras voces para seguir vivas? Cómo fue que se construyó la cultura occidental en la cual tuvieron que poner el trono del Papa con un orificio para verificar el sexo de la mujer, porqué extirparon a la Magdalena de los libros sagrados, porqué envistieron a Lilith de la diablesca, por qué Coatlicue era temida. Sencillamente porque la mujer siembra sus raíces en los lugares donde se gestan los pensamientos de luz, la carpa roja, los lugares donde las mujeres prefieren darse placer en secreto a exponerse a un macho que no solamente las lastimará, sino que las matará si no satisface sus caprichos. Este libro en su tragedia evidencia un sistema patriarcal que perjudica no solo a la mujer sino también al hombre, minimizando la naturaleza creadora, abundante, sanadora y niega el lado femenino de los hombres, porque masculino y femenino están integrados en un solo ser, como el antiguo mito hebreo de Adam y Eva quienes eran uno solo, el ser perfecto…qué sucedió, en qué momento nació el instinto de matar a alguien. Este libro arroja una nueva luz sobre la identidad de la humanidad y denuncia el papel de las víctimas. No más Antígonas sepultadas vivas, ni Medusas decapitadas por Perseo, no más Perséfones secuestradas y obligadas a casarse a la fuerza con el dios de los infiernos, porque eso es vivir en el abismo, hacer lo que no se quiere, para cumplir con responsabilidades agobiantes. No más no más sueños rotos, no más infiernos ni atmósferas violentas, agresivas, ni chantajistas. ¿Acaso tenemos que salpicar de violeta las calles para visibilizar la tragedia que sufren las mujeres? No lo creo, el plan es concientizar que somos todos uno mismo.…

Fotografía de Kenat Rodriguez /Instagram @kenat.rdz

Gaby Rendón /@anagabyrc

Menstruación de Dios, libro de Ana Gabriela Rendón, portada de la ilustradora Elsa Oñate.

 

CULTURA

Núm. 293 – Abril 2024