Revista Personae

TEATRIKANDO

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ILT Aracely Arámbula

Don Ignacio López Tarso, genio y figura, figura y genio

Llegamos un viernes hasta el Teatro San Jerónimo, amenazaba con lluvia, grandes letreros nos informan que ahí se estaba presentando “Un Picasso” con un actor fuera de serie, con más de 90 años, dos obras teatrales, una telenovela y a punto de firmar otro compromiso, sin preámbulos iniciamos las preguntas:

-¿Mi relación con los periodistas y los críticos?

Me he quejado muchísimo de la falta de crítica profesional, seria y confiable en México. Hubo una época –cuando yo me inicié en el Teatro– en los años 48- 50, había alrededor de 20 críticos que escribían, desmenuzaban una obra, sabían de crítica, conocían a los actores, autores y al medio. De pronto eso se fue acabando y en la actualidad nadie, literalmente casi nadie ejerce la crítica. Qué bueno que su libro vaya a colaborar para que esto mejore. (Le acababa de entregar un ejemplar de mi libro “La Crítica de Teatro en México”).

De esos grandes periodistas recuerdo a Rafael Solana, Antonio Magaña Esquivel, Françoise Baguer, la cubana Marilyn Ichazo, Olga Harmony, Luis Reyes de la Maza, quien también era Historiador del Teatro. Con todos ellos llevé una gran amistad. Sería una larga lista…

 

Ignacio López Tarso

 

-¿Consejos para los críticos que están en activo y los que están en preparación?

Vean todo lo que hay de teatro: bueno, malo, pésimo; vean todo y todo critiquen…  Analicen, desmenucen, eso es muy útil. El crítico tiene que ver todo lo que hay en cartelera, no dejar el menor espacio escénico sin que sea considerado, y obviamente que obtenga y desarrolle un alto nivel cultural.

 

Irma Serrano

Irma Serrano y Naná

Mucho se ha hablado de Irma Serrano, la Tigresa, muy poco de su vida teatral, así que platiqué con la maestra Maricela Lara, quien le acompañara durante muchos años en su vida escénica. Cuenta que una marca de cigarros patrocinó el programa de mano: ahí daban cuenta qué harían Naná, Patricia Reyes Espíndola, Lucia Guilmain y otros talentosos jóvenes, bajo la dirección de Maricela Lara.

En 1972 Irma tenía alrededor de 39 años y Maricela 40, así que por eso se tomaron confianza. Dentro de los límites que una personalidad tan fuerte como la que tenía la chiapaneca.

Anunciaban los precios de las butacas: 40 Y 30 pesos; 25, 20, los siguientes niveles. 300 y 200 los palcos. Los martes descansaban. O sea, había funciones casi toda la semana.

 

Nana

 

Como tenía dinero a raudales les pagó 3 meses de funciones, porque quería hacer una temporada larga. Programaron 10 ensayos generales, lo que es poco frecuente. El nombre de la obra Naná y su autor Émile Zola resultaban controversiales, por decir lo menos: el tema es una mujer que se aficionó al sexo por dinero y no siente culpa. Goza de una gran personalidad y quizá eso fue lo que determinó que seleccionara la obra.

Atascó de curiosos el Fru Frú, el tema era escandaloso, atractivo, inquietante. Cada día había algún cambio por instrucciones de la señora Serrano, misma que secretamente anulaba la directora Maricela Lara, pues si bien existía el temor de que ella se enojara, el trabajo de los demás se hubiera visto afectado. Miguel Orta, el escenógrafo era cómplice para evitarlos.

Fue en un barrio pobre que Zola estrenó en París. Así, que parecía un contrasentido que la concha de donde sale Venus estuviera forrada con cretona y otros detalles de riqueza; la poderosa dama quería iniciar la función hasta que le salieran los cuernitos a la luna (por algún pensamiento esotérico, era lo que le daría la suerte). El público esperaba con cierta molestia. Así que en cuanto estuvieron los cuernitos en su lugar, dijeron “Den las llamadas” y ella firme dijo “¡No!”. “¡Empezamos ahora mismo!” Y se tuvo que abrir el telón. Había papeles y objetos tirados en la escena, pero ella apareció desnuda. Con auténticos centenarios y cadenas de oro como única vestimenta. Canta “Soy placer”. El público se estremece. Los asistentes con estruendo agradecen la ausencia de ropa.

Iniciaban Rosenda Monteros, Javier Esponda e Irma una escena con un singular acto lésbico, que pasa después a un ménage à trois, se come a mordidas al casi niño. Era una escena excedida para México. Duró tres años y medio la temporada.

 

BENJAMÍN BERNAL

APT

Agrupación de Periodistas Teatrales

Presidente

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ENTRETENIMIENTO

Núm. 293 – Abril 2024