- ESCENARIOS
- junio 2020
- Benjamín Bernal
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En la Decena Trágica, pidieron la renuncia de Madero y de José María Pino Suárez, la cual fue rechazada, más el General Victoriano Huerta dio golpe de Estado. Por su lado el General Bernardo Reyes fue ejecutado en plena calle. Dadas estas ‘linduras’ de acontecimientos obligaron a cerrar los teatros, principalmente los de la ciudad capital, que eran, como ahora, el centro motor, el eje de todo el espectáculo. En enero de 1913 estaba presentándose en el Teatro Arbeu (ubicado en lo que sería la calle de República de El Salvador casi esquina Isabel La Católica) la compañía del actor español Enrique Borrás, con las obras La casa de las burlas de Benelli y Fin de Condena de Arzadún; el día 5, la compañía de Títeres de Rosete Aranda hacía temporada en El Principal (Bolivar número 30) con Una corrida de toros, El cometa de 1882 y Un naufragio en el mar.
A partir del 9 febrero de 1913 en su totalidad los teatros suspendieron sus actividades por el conflicto armado, lo que resultó terrible para una población de sólo 600 mil habitantes. Para el 22 de ese mismo mes, anunció el gobierno golpista la normalización del mundo del espectáculo, el Teatro Principal regresó a las actividades y presentó al actor transformista Frizzo, con su espectáculo Paris Concert en el cual interpreta a 100 personajes, el argumento era sobre un actor que se auto emplea y está listo para dar función en cuanto se lo piden.
Para marzo la compañía de Consuelo López de Solano regresó a nuestro país para dar funciones en el Teatro Díaz de León (quizá sea el Teatro del Pueblo, localizado por República de Nicaragua) presentando La Madre de Rusiñol, Chucho ‘El Roto’ de Francisco Neve y Malditas sean las mujeres. Para abril la compañía de operetas vienesas de Esperanza Iris seguía dando funciones en el Arbeu. Es interesante mencionar que en el Teatro Alcázar y el María Guerrero (estaba por Garibaldi, antes de que fuera sede de los mariachis) se anunciaban programas de zarzuela y cine.
MIMÍ DERBA vivía el mundo de la I Guerra Mundial y la influenza española, sin duda, otra crisis de salud en nuestra historia fue la influenza de 1918 que dejó 300,000 muertos sólo en México. Surgió esta pandemia en medio de la Revolución Mexicana, recién acababa la Primera Guerra Mundial cuando se dio este azote a la vida y economía de todo el mundo. Era una “rara gripe”, un brote de influenza proveniente de Estados Unidos, cuyas tropas se contagiaron mientras combatían en Europa: nos llegó el contagio por Tamaulipas.
Los teatros cerraron, además de que había el prejuicio que, al convertir algunos escenarios por cines, lo consideraron estar en una “guerra”. Bueno, en este contexto es que brillaba Mimí Derba, ama y señora del Bataclán, usaba un seudónimo que, por cierto, era el nombre de un laboratorio farmacéutico italiano.
María Herminia Pérez de León, se llamaba, le decían cariñosamente Mimí. Empezó en La Habana, Cuba, y en 1911 debutó como tiple en el Teatro Peyret, dedicado la zarzuela, en las obras El congreso feminista y Molinos de viento; en México, en 1912 se presentó en el Teatro Lírico con una obra de Carlos Arniches. Para 1913 estrenó El país de la metralla, Las musas del país en el mismo año y El barrio latino para 1915, en esta último causó tremendo lío pues vestía una tela elástica color carne, casi transparente, con la que simulaba estar totalmente desnuda.
A la par del teatro Mimí Derba se enamora del Séptimo Arte y en 1917, junto con el camarógrafo Enrique Rosas y el apoyo financiero de su pareja en turno, el General Pablo González, funda la compañía Azteca Films que, durante su primer año, produjo cinco largometrajes con sabor a drama italiano. Realizó En defensa propia, Alma de sacrificio, La soñadora, En la sombra y La tigresa. En ésta última, dirige y actúa, convirtiéndose así en la primera mujer directora de la historia de México. Hizo el guión para otras dos. Los clásicos que deja son: la Banda del Automóvil gris y Santa, liquida la empresa en 1919. Escribe el libro ‘Realidades’ en 1923 y en 1938 se retira formalmente en Bellas Artes. Termina sus días en un modesto empleo en una oficina gubernamental. Ella nos hubiera contado sobre la influenza española. ¡Ah, que tiempos!