Revista Personae

POLÍTICAS Y EDUCACIÓN HACIA UNA VIDA NARANJA

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La violencia de pareja, violencia conyugal o violencia marital, en conjunto con el maltrato infantil, el maltrato a personas de la tercera edad y la violencia entre hermanos es una de las formas más recurrentes de violencia intrafamiliar. Desgraciadamente en nuestro país la Violencia de Género crece día a día. Si bien los hombres también corren el riesgo de ser parte de una sociedad donde el género masculino ha alcanzado un índice de violencia, las mujeres somos por excelencia las más vulnerables en cuanto a este tipo de violencia se refiere.

 

Políticas y Educación hacia una vida Naranja

 

En México, las mujeres sufren -en promedio- 822 casos diarios de violencia familiar, violación, hostigamiento, acoso sexual y otros delitos de género. Esto ocurrió en 2022 y las cosas no pintan mejor este año, ya que el pasado mes de enero aumentaron estos mismos crímenes. Los casos de violencia familiar pasaron de 19 mil 390 en diciembre de 2022 a 21 mil 375 en enero de 2023, un aumento de 10%. Desde el 2015, cuando el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) comenzó a elaborar su reporte de violencia de género, México no había tenido un mes de enero con tantos casos de violencia familiar registrados como en este 2023. Las denuncias por violencia familiar han crecido de forma constante en México. En 2021 y 2022, en medio de la pandemia de Covid-19, se registró la mayor cantidad de casos. Esta tendencia continuó en el primer mes de 2023.

 

Políticas y Educación hacia una vida Naranja

 

Los riesgos que enfrenta el género femenino ante esta práctica como lo es la Violencia Intrafamiliar, los Feminicidios, los Homicidios por Odio etc., están cada vez más fuera de control, y es cuando nos miramos entre nosotras, ya sea en nuestro lugar de trabajo, entre amigas, en nuestros hogares y en todos los espacios en los que podemos manifestar la inquietud de preguntar ¿qué es lo que está pasando? ¿por qué con tantos programas dirigidos a la Equidad y Género, a terminar con la Violencia hacia la Mujer? y el “boom” que las diferentes áreas laborales han implementado en los últimos años a favor de terminar con éstas prácticas que, a mi parecer, nos denigran, nos humillan y nos condena a formar parte de una sociedad machista, y que a pesar de las cifras maquilladas que nuestro gobierno muestra tanto en los noticieros como en sus informes públicos y que en cuanto a seguridad refieren que éste fenómeno ha ido a la baja, claramente al escuchar las historias cercanas y hasta en nuestra propia experiencia, nos damos cuenta y sabemos que no es así.  Desgraciadamente, la Violencia que refiere a la mujer, llega a tener muchos matices, no sólo hablamos de Violencia Física, sino también Económica, Verbal, Patrimonial y Psicológica y aunque parezca algo que puede controlarse, la verdad es que éstas prácticas llegan a ser mucho más hirientes que un golpe. Son heridas internas que en la mayoría de las víctimas deja una huella imposible de borrar, son recuerdos que muchas veces se reviven internamente y que en la mayoría de los casos se superan, más no se olvidan.

 

Políticas y Educación hacia una vida Naranja

 

En mi opinión los programas gubernamentales y las políticas públicas deben enfocarse a un principal círculo: la niñez. Y llevar dichos programas a los lugares donde nuestras futuras generaciones serán los encargados de cambiar esta práctica para un bien común, hablo de implementarlos y fortalecerlos en las escuelas. La educación que forma parte importante de nuestra cultura, debería ser el enfoque que nuestras autoridades deben darle a los programas de equidad y género. 

 

Cambiar la mentalidad de un hombre de 40 o 50 años cuando lleva la mitad de su vida creyendo que el género masculino es (porque así se lo inculcaron o así lo aprendió en un patrón repetitivo),  el dueño de la mujer que comparte su vida con él, entre muchas otras creencias, es muy difícil, ya que nuestras conductas aprendidas están tan arraigadas, por ser un estilo de vida con el que muchos hombres de éste país han vivido y con el cual han tenido una relación sumamente estrecha en su historia de vida, que difícilmente se podrá cambiar.

 

Nuestras esperanzas están puestas en nuestros niños, en las futuras generaciones que si bien, sabemos que es un proceso largo y en el que estamos involucrados “todos” y principalmente en el que las propias mujeres de éste país tenemos que enfocar un compromiso con las niñas y niños, porque son ellas y ellos, nuestras hijas y nuestros hijos, nuestras generaciones venideras, los que tendrán en su mano, la oportunidad de que exista en México una primera generación de verdadera Equidad y Género.

 

Toda crisis trae consigo un planteo profundo de vida, la estructura sobre la que nos apoyábamos usualmente está cayendo. Esto representa un costo, una molestia, una decepción; pero también la posibilidad de armar una nueva experiencia. Es el momento de poder empezar desde uno mismo. El camino comienza ahora y con bases sólidas, ésta elección es el proceso de la expansión de la conciencia y un salto de fe en el trayecto hacia la unidad con el ser, debemos dar a conocer por medio de la información a la sociedad en general, las diferentes herramientas con las que podemos contar para tener un propósito de vida en el cual, seamos seres humanos capaces de distinguir, afrontar, superar y mantener un estado de equilibrio ante las diferentes situaciones que vivimos día a día y convertirnos así en un eslabón más en nuestro núcleo, familiar, profesional y social, que contribuya a una conciencia colectiva para el bien de nuestros hijos, de nuestro país y  de nosotros mismos.

 

Políticas y Educación hacia una vida Naranja

 

El Día Naranja no sólo debe ser un acto de compromiso laboral o social, debe ser un acto de valentía, de apoyo y sororidad hacia nuestras madres, hermanas, hijas, amigas, y todas las mujeres a nuestro alrededor. Todo el año debería ser Naranja.  Es nuestro deber mantener a salvo a todas las mujeres, pero también a todos los hombres, y generar por fin una atmósfera de equidad, de una sana relación entre masculino y femenino, y en donde la inclusión también juegue un papel importante al hacer a un lado etiquetas y donde lo que reine sea el respeto, la empatía, la admiración de unos hacia otros y el amor.

MISCELÁNEO

Núm. 293 – Abril 2024