Revista Personae

EL VOLCÁN HUNGA TONGA

¿Alguna relación con México?

COMPARTIR

Facebook
Twitter

Al verificar sitios para instalar estaciones sismológicas en el Popocatépetl en 1998, a menos de 1.5 Km del cráter, nos sorprendió a varios colegas y a un servidor, una explosión del volcán. No sólo nos arrojó al suelo, también el estruendo nos dejó atontados. Estábamos sobre la ladera Norte y la explosión lanzó fragmentos de roca, afortunadamente hacia el Noreste. Fue un gran susto y nada más, dos años antes, cinco alpinistas sin permiso fueron sorprendidos en el borde del cráter por una explosión y perdieron la vida. El volcán lleva desde el 21 de diciembre de 1994 en actividad.

 

El volcán Hunga Tonga

           

El pasado sábado 15 de enero, una gran explosión se generó en el volcán Hunga Tonga Ha’apai Tonga, en el Pacífico Sur, al Este de Australia y Norte de Nueva Zelandia, a unos 8,900 Km del Pacífico de México. Afortunadamente, la isla, que se formó en 2015 por actividad volcánica, estaba deshabitada. La columna eruptiva, fácilmente llegó a la estratósfera alcanzando 39 km de altura, generando un nube circular de 350 km de diámetro en menos de media hora. La altura a la que llegaron las pequeñas partículas, conocidas como aerosoles, hace que se queden flotando en ese lugar y que muy lentamente, hasta en períodos de más de un año, tarden en caer. Estas partículas en gran cantidad obstruyen el paso de la luz solar, pudiendo provocar una leve disminución de la temperatura en forma regional o hasta global, situación que ya pasó por la erupción del volcán Chichón en Chiapas, en el año 1982 y con más consecuencias en la erupción del volcán Pinatubo en Filipinas en 1991. Este último volcán emitió 15 Km3 de ceniza, bajando la temperatura mundial de forma detectable, por dos años, en los cuales los atardeceres eran un color naranja intenso a nivel mundial y también se registraron las peores cosechas en Europa en muchos años. La emisión de ceniza del Hunga Tonga, fue sólo el 2% de la que emitió el Pinatubo, por lo que no impactaría la temperatura global. Eso si, la gran explosión del Hunga Tonga provocó ondas de gravedad viajando a una altura de 85 Km y a velocidades de 1,110 Km/hr, que fueron detectadas en el observatorio de Mauna Kea, un efecto no detectado anteriormente.

 

El volcán Hunga Tonga

 

Debido a que más del 90% del volcán Hunga Tonga Ha’apai Tonga está bajo la superficie del mar, la gran explosión, con un Índice de Explosividad Volcánica (IEV), que es la escala de medición de la erupción, de alrededor de 4 (Krakatoa en 1883 IEV 6, o Santa María en Guatemala en 1902 IEV 6 y Pinatubo en 1991 IEV 6), provocó un importante tsunami. Este fenómeno es parecido a lo que veríamos en una alberca con el agua totalmente tranquila, y a la que le tiramos, aunque sea, una pequeña piedra a la mitad, y generará ondas que viajarán a cada orilla y que rebotarán por todos lados. La onda sonora de la explosión literalmente ensordeció a los habitantes de la capital de Tonga, isla a unos 60 km del volcán, y también la altura del tsunami, en esa zona provocó importantes daños a la infraestructura. Afortunadamente, la alerta de tsunami puso en sobre aviso a las islas cercanas, evitando muchas víctimas. En costas lejanas como son Alaska, California, México, Centroamérica, y Sudamérica, el tsunami fue claramente detectable, llegando en el caso de Acapulco a tener un metro y medio de altura sobre el nivel medio del mar, y esta variación de altura de mar, duró varias horas, moviendo, en algunos casos enérgicamente las embarcaciones. En Perú, un vehículo fue arrastrado por estas corrientes del mar, provocando la muerte de dos personas, además de un derrame de petróleo.

 

Las comunicaciones en las islas de Tonga fueron impactadas, debido a que el cable submarino que las conduce fue dañado por el tsunami y las que se transmiten de forma aérea fueron anuladas por las partículas de ceniza que impiden su transmisión.

 

En la erupción en las Islas de Tonga, aunque la nube de ceniza alcanzó una altura y dimensión importantes, la mayoría del material cayó sobre el océano, y el tsunami que recorrió toda la zona del océano Pacífico, no generó daños excesivos, aunque si, lamentablemente un número de pérdidas de vida limitado.

 

El volcán Hunga Tonga

 

¿Algo similar a lo que pasó con el volcán Hunga Tonga Ha’apai Tonga podría ocurrir en México? Sí, ya ha pasado. Por ejemplo, el volcán Popocatépetl, hace unos 14,000, 9,600 y 1,235 años, generó erupciones conocidas como plinianas, que inclusive, en la primera de estas tres, dejaron una capa de hasta 10 cm de espesor de ceniza y tefra (fragmentos de roca de unos cuantos centímetros) en lo que es la cuenca de la Ciudad de México. Otras capas similares de material volcánico, en la CDMX, han sido relacionadas con actividad pliniana del volcán Nevado de Toluca. Si la nube de ceniza del volcán de Tonga de 350 km de diámetro, la emitiera el Popocatépetl, podría afectar: 31.2 millones de personas, de ellas 2.8 millones de adultos mayores, 9.5 millones de viviendas, 66 mil escuelas y 10 aeropuertos. Cuatro entidades federativas completas expuestas: CDMX, Puebla, Estado De México y Morelos y tres más parcialmente: Guerrero, Hidalgo y Oaxaca. La información fue obtenida del Atlas Nacional de Riesgos (www.atlasnacionalderiesgos.gob.mx). Si consideráramos que la erupción es como la de hace 14 mil años, 10 cm de ceniza en CDMX, por ejemplo, en un área de 2.5 por 4 m2, lugar en donde se estaciona un vehículo, la ceniza acumulada sería de un metro cúbico, para que usted tenga una idea de la cantidad de ceniza, con ello llenaríamos un tanque de agua “rotoplas” pequeño. ¿Quién y cómo recogería toda esa ceniza y a donde la llevarían? Eso sólo para un área pequeña. Imaginemos la CDMX completa, sería un desastre.

 

El volcán Hunga Tonga

 

La actividad actual del volcán Popocatépetl no sugiere que estemos cerca de una erupción pliniana, el volcán es vigilado las 24 horas y existe un Comité Científico Asesor que evalúa el comportamiento del volcán. Pero sí estamos expuestos, como ocurrió el 30 de junio de 1997, a caída importante de ceniza en la CDMX, provocando el cierre del AICM por 12 horas, o el 22 de enero de 2001, con una nube de ceniza de 100 Km de diámetro, que se desplazó hacia Puebla y Veracruz. Es recomendable tener presente que ante caída de ceniza, hay que cerrar puertas y ventanas, cuidar a menores y personas mayores de edad, usar cubrebocas y proteger y no tallarse los ojos. Si es posible evitar manejar, la ceniza dificulta la visibilidad, hace resbaloso el pavimento y puede tapar los filtros de aire de los vehículos; recoger la ceniza usando escoba y no agua, evitar enviarla al drenaje, y proteger los depósitos de agua. Quitarla de techos frágiles, como son de lámina, teja, madera y de lonas. Si la ceniza es mucha, impedirá la transmisión de ondas por aire, limitando comunicaciones. Hay que recordar que vivimos en un país volcánicamente activo, por lo que tener un plan de emergencia, podría ser muy útil.

Prevenir para vivir.

POLÍTICA

Núm. 300 – Noviembre 2024